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Historia. La Conquista de la Apachería (1590-1631): poblar y esclavizar el Septentrión

Sería la esclavitud de los indios lo que permitió la consolidación de una oligarquía que rápido escalaría y se incorporaría al selecto grupo de los señores del poder de la Nueva España, desde donde se afianzó la continuidad de esta vil práctica en el Septentrión.

Lunes 12 de octubre de 2020

Una primera confrontación militar con los indios habitantes del norte de la Nueva Vizcaya la tenemos allá por el año de 1590, cuando los soldados del esclavista portugués Gaspar Castaño de Sousa se batieron a fuego y espada durante su incursión a los territorios del Nuevo México.

Esta expedición iniciada desde lo que sería hoy la ciudad de Monclova, Coahuila, pudo ser un intento de huida de un destino similar, en tanto judío converso, al de su compatriota Luis de Carvajal (acusado, ante la nada Santa Inquisición de la Ciudad de México, de criptojudaísmo, al que abjuraría, pero que al poco tiempo resultaría muerto a causa de la tortura).

Es muy probable que la razón de los combates de Castaño de Sousa con los indios del Septentrión pudo estar de lo que sería una de las causales de su detención: La caza de indios para venderlos como esclavos a los reales de minas de la Nueva Vizcaya y del Nuevo Reino de León, esto sin ningún permiso, acusaría el Virrey Lorenzo Suárez de Mendoza, particularmente receloso con los advenedizos portugueses en territorios septentrionales disputados también por sus afines.

Castaño de Sousa fue uno de los 3 lugartenientes nombrados en 1585 por Luis de Carvajal y de la Cueva (muerto a causa de la tortura), para gobernar los territorios recién explorados en el noreste de la Nueva España, lo que sería el Nuevo Reino de León, permiso de gobierno otorgado por el propio monarca Felipe II a Luis de Carvajal en 1579.

Al igual que Carbajal, Castaño de Sousa y sus soldados harían sus fortunas poniendo a la venta esclavos indios atrapados en sus incursiones al norte, a lo largo del río Grande (Bravo); una práctica que se convertiría en un redituable “negocio” como ya lo era en otras latitudes a mano de los mismos portugueses.

La presencia de portugueses colonizaron el norte de la Nueva España se explicaría teniendo en cuenta que el reino de Portugal se incorporaría a la Casa de los Austrias a partir de 1580 (y dejaría de serlo en 1640). Tal vez la incursión portuguesa al septentrión novohispano formó parte de los arreglos palaciegos que abrieron paso a la incorporación del reino de Portugal bajo el manto de Felipe II.

Es importante considerar que, tras el llamado Tratado de Tordesillas de 1494, que confirió “derechos” sobre los territorios del África al reino de Portugal, este reino serían el primero en comercializar esclavos desde África (sobre todo a América) en los albores de la modernidad.

La esclavitud en la Nueva España estuvo vigente desde 1517 cuando Carlos V estableció un sistema de concesiones para permitir el uso de esclavos a sus súbditos en América. La esclavitud terminaría formalmente en 1639 con la Bula papal de Urbano VIII aplicable a España y Portugal. El rey de España Felipe IV daría su aprobación para no aplicarla a los indígenas, pero permitiéndola en el caso de los negros africanos. Un año después, en 1640, el reino esclavista de Portugal se separaría de España.

Es precisamente a partir del año de 1640 que el grupo de los esclavistas portugueses dejaría de ser el más poderoso de la región Santa Bárbara, en la Nueva Vizcaya (Chantal Cramaussel).

El mineral de Santa Bárbara fue la primera población de conquistadores españoles en lo que sería el actual estado mexicano de Chihuahua. Es de los archivos parroquiales del Real de Parral, fundado en 1631 (ubicado en esta zona) que tenemos las primeras referencias a los Apaches (Chantal Cramaussel).

Como mencionamos en otro artículo, los colonizadores europeos recorrieron por primera vez los actuales territorios de Chihuahua al mando de Francisco de Ibarra alrededor de 1563; primer europeo en explorar, igualmente, los territorios de Durango (y más allá) en busca de potenciales zonas mineras. El origen vasco de Ibarra sería el punto de partida para la designación como Nueva Vizcaya a estos nuevos territorios, del que él mismo sería adelantado y capitán general por mandato del Virrey Luis de Velasco, esto hasta su temprana muerte.

La región de Santa Bárbara es explorada en 1563 y, cuatro años después, en 1567, se daría el primer asentamiento de minas de lo que sería el actual estado de Chihuahua. Chantal Cramaussel nos dice que el poblamiento solo logró mantenerse con cierta solidez hasta 1580 y afirma que esto solo sería mediante una población que fincó su supervivencia en la agricultura, dada la escasez de mano de obra para explotar las minas.

No sería sino a partir de 1600, en que se fundaron las primeras Misiones religiosas, que con estas llegaría el reclutamiento de mano de obra indígena, tanto para haciendas, minas y las propias misiones; esto mediante las tristemente conocidas Encomiendas y Repartimientos.

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La consolidación de una primera oligarquía de origen portuguesa en el real de Santa Bárbara de finales de 1600 hasta el desplazamiento de esta en 1640, no podría desligarse la nefasta práctica de cazar de indios para reducirlos a la esclavitud en las minas y haciendas (práctica legal hasta 1639), como la desarrollada por personajes como Castaño de Sousa y el propio Luis de Carvajal.

Una práctica que se mantendría a través del acentuado carácter semiesclavista o de plano esclavista que adquirieron las Encomiendas, Repartimientos y Naboríos que se presentaban como servidumbre.

En las fronteras del llamado nuevo mundo, en los enclaves coloniales (como prefiere nombrarlos Chantal Cramaussel) los indios irredentos, “los bárbaros”, continuaron siendo cazados, transportados encadenados y reducidos a la esclavitud en las minas y haciendas de Santa Bárbara, como en el periodo anterior.

En la Nueva Vizcaya, los indios de guerra eran enviados a realizar trabajos en las minas, donde ningún esclavo africano sería expuesto, dado su alto costo. Los Esclavos Negros, vestidos de seda eran parte de la decoración de las haciendas, como marca de Status Social.

En pocas palabras, Chihuahua, al igual que Nuevo León y el resto de los territorios del Septentrión, tendrían un origen marcadamente esclavista, práctica que continuaría de manera ilegal a partir de 1639 bajo la mascarada de las Encomiendas y Repartimientos.

Sería la esclavitud de los indios lo que permitió la consolidación de una oligarquía que rápido escalaría y se incorporaría al selecto grupo de los señores del poder de la Nueva España, desde donde se afianzó la continuidad de esta vil práctica en el Septentrión bajo los eufemismos de “Encomiendas” y “Repartimientos”.

Serían pues el trabajo esclavo y/o semiesclavo en las misiones (y también en las haciendas) al servicio de los colonizadores españoles lo que posibilitará, además de la mano de obra suficiente, un sistema de abasto o suministro para impulsar la minería en esta región donde, precisamente para 1640, el Rey de España Felipe IV, le otorgaría el título de “Capital del Mundo de la Plata” al Real del Parral, por ser la zona que mayor producción de plata generaba a nivel mundial.

Esto, como hemos mencionado, mediante el trabajo esclavo o semiesclavo de Raramuris, Masos, Sumas, Jumanos, Sonoras, Conchos, Apaches y muchos pueblos más que fueron en su mayoría exterminados por los trabajos extenuantes, por las epidemias, o las balas de los cazadores españoles.

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Desde su fundación en 1567 hasta 1631 (en que se funda el Real de Parral), Santa Bárbara se convertiría en el punto de partida y también de contención para las expediciones a los territorios del Nuevo México, en un centro de llegada de los indios esclavizados para su posterior venta a lugares tan lejanos como Guatemala o la Habana. De aquí se avanzaría al norte, siguiendo el Río Conchos hasta llegar a lo que sería la futura ciudad de Chihuahua.

Resulta curioso ver como a 400 años de distancia, los campos de los terratenientes de la cuenca del río Conchos y los de no pocos rancheros, medianos propietarios, siguen sirviéndose de la fuerza de trabajo de los indígenas de la Sierra Tarahumara, de no pocos migrantes de Oaxaca y otros estados del sur mexicano en condiciones por demás injustas, sin ningún tipo de seguridad social, ni laboral, sin ningún tipo de organización que les permita hacer frente a sus modernos explotadores.

Fuentes:

  • Chantal Cramaussel (2007), Poblar la frontera. La provincia de Santa Bárbara en Nueva Vizcaya durante los siglos XVI y XVII. Zamora. El Colegio de Michoacán. 479 pp.