Se abren las puertas de septiembre en La Moneda y entre las nubes tóxicas se avizora el gobierno con las encuestas respirándoles en la nuca, buscando la forma de tapar la memoria con una demagogia descarada.
Martes 4 de septiembre de 2018
Luego del escándalo que significaron las declaraciones de Rojas sobre el Museo de la Memoria, al cual trató de “farsa”, Piñera presenta el proyecto de construir un Museo de la Democracia. Pero ¿Cuál Democracia?
Actualmente en la plaza de la ciudadanía se encuentra en construcción una estatua en homenaje a Aylwin, quien podría ser considerado como la figura que permitió a los capitalistas y sus políticos gobernar sin tener que mostrar los fusiles militares permanentemente, es decir, gobernar en democracia.
A esta democracia Piñera la llama “la primera transición”. Luego declara: “tenemos que hacer la segunda gran transición, transformar a Chile en un país desarrollado”, además de declararse parte de una nueva derecha que “tiene un compromiso férreo con la libertad, con la democracia, con los derechos humanos, con el desarrollo, con la justicia”.
Pero sin mucho trabajo se hace visible que su compromiso no es con la libertad y derecho de decisión, por ejemplo, de las mujeres sobre sus cuerpos, sobre ser madres o no. El ministro del Interior y primo del presidente, Chadwick, dejó bien claro que su gobierno haría todo lo posible por no permitir la legalización del aborto. Su compromiso es, entre otros, con la libertad de las empresas para precarizar aún más la vida de cientos de miles de estudiantes y trabajadores, o con la libertad de despedir a trabajadores bajo el artículo 161 por “necesidades de la empresa”.
Hoy, 4 de Septiembre se conmemora el Día Nacional de la Deuda Histórica que el Estado mantiene para con profesores y profesoras desde 1981 y que recién vino a ser reconocida institucionalmente en esta democracia el 2017, sin tener solución hasta la fecha. El compromiso del presidente es con la democracia para los empresarios y sus políticos. ¿Qué es para él eso de pagar la deuda a profesores? Poco debe importarle pagarle al sector docente luego de haberse llevado a los bolsillos el Banco de Talca y de ser declarado reo en 1982 por fraude. La deuda para él es uno de esos problemas de los que puede fugarse.
Más complejo se vuelve el panorama cuando hablamos de derechos humanos y justicia. Hace poco más de una semana se conmemoraron los 7 años desde el asesinato de Manuel Gutiérrez, crimen cometido el 25 de Agosto de 2011, en el primer gobierno de Piñera y a manos del ex sargento de carabineros Miguel Millacura, al cual la justicia militar heredada de la dictadura ha entregado anchas libertades.
Así, se abren las puertas de septiembre, mes de la conmemoración del golpe militar, y seguimos en “esa democracia” que resguarda la herencia de la dictadura. Curiosa es una democracia en la que deciden tan solo un puñado de parásitos empresarios y su casta política infestada por casos de corrupción. Y es que la democracia en boca del presidente y la derecha se ha vuelto prácticamente un recurso literario para legitimarse, para que sigan gobernando unos pocos, mientras que la democracia para la gran mayoría de la población sólo se conquistará en las calles, en unidad de trabajadores y trabajadoras, estudiantes y mujeres.
Hoy, las emisoras permiten oír un enjambre de políticos del régimen que zumban de un lado a otro que “hay recuperar la imagen pública” y “hay que fortalecer la democracia” con el fin de espantar esa pesadilla que ha resultado ser para ellos las calles cuando se oponen al gobierno. Intentan cubrir la memoria de nuestra historia con la demagogia de un ya manoseado discurso sobre esa democracia hecha a la medida del empresariado y la impunidad de los asesinos y torturadores desde la dictadura. Saben que en la oposición que presenten las calles es donde se puede conquistar el derecho al aborto, acabar con la crisis de la educación, conseguir el pago de la deuda histórica y donde se puede acabar con la explotación que cada día esos parásitos chupan del pueblo trabajador.
Piñera con su discurso a favor de los Derechos Humanos no hace más que contradecir su actuar, mientras que con el discurso de la democracia procura una pose más humanitaria que no es mucho más que demagogia y un intento desesperado de salir de la posición defensiva en la que se encuentra. Después de todo, aunque busquen hipotéticamente posar de defensores de los Derechos Humanos, les pesa su historia, el legado e intereses que defienden, su reino de impunidad.