×
×
Red Internacional
lid bot

Universidad Nacional de las Artes. La Educación Pública y el arte se defienden: voces desde el aula en tiempos de Milei

Desde Contraimagen y desde la Secretaría de Bienestar Estudiantil y Vinculación entrevistamos a estudiantes del Departamento de Crítica de Artes de la UNA para saber cuál es su situación económica, qué piensan de la actualidad, qué salida ven y cómo afecta el contexto a su producción artística.

Lunes 30 de septiembre 09:30

A más de nueve meses de la asunción de Javier Milei, los estudiantes de la Universidad Nacional de las Artes expresan la voluntad de organizarse y hacer frente a un gobierno que profundiza con la desfinanciación de las universidades con el fin de privatizarlas. El mandatario ya le puso fecha al veto a la Ley de Financiamiento Universitario: va a ser el día siguiente a la Segunda Marcha Educativa. Pero el ataque a la educación no es un hecho aislado: se da en un marco en el que los pobres ya somos el 52,9% de la población argentina y donde el presidente embiste de manera especial contra la Cultura. En este contexto, desde Contraimagen le preguntamos a nuestres compañeres del departamento de Crítica de las Artes por sus condiciones de vida, sus opiniones y pusimos especial énfasis en cómo impacta la realidad en su acceso al arte y en sus producciones artísticas.

Te puede interesar: De nuevo Miei contra la Universidad: construyamos un Movimiento Estudiantil a la altura

Impacto económico y laboral en la vida estudiantil

La situación económica repercute en nuestras vidas como estudiantes y artistas condicionando no sólo nuestras posibilidades materiales de formación y creación, sino también el acceso al derecho al ocio, un espacio fundamental para el desarrollo personal. “El último libro que me compré lo pagué en seis cuotas”, cuenta una estudiante de Artes de la Escritura. Por su parte, otro compañero nos cuenta: “La última vez que fui al teatro fue hace tres meses. Me invitaron porque no tenía para pagar la entrada”. Estos ejemplos demuestran que el acceso a la Cultura y al esparcimiento se limita solo para quienes pueden pagarlo y tienen tiempo libre.

Te puede interesar: ¿Cómo salvamos a los libros de la hoguera?

A su vez, el impacto laboral no es menor. Cada vez tenemos que trabajar más horas para sostener nuestros estudios y vidas cotidianas: "Tengo que trabajar más horas de lo que trabajaba cuando empecé la carrera, lo que reduce mis horas de estudio. Esto empeora mi calidad de vida en todos los aspectos", comenta otra estudiante, quien también destaca el efecto emocional de esta situación: "El estado de angustia es permanente, y sufro bloqueos para escribir. La concentración se me va porque no puedo estar exenta de lo que ocurre". Otro compañero remarca lo siguiente: “Estoy más pensando en cómo encontrar otro laburo complementario al que tengo en vez de sentarme a escribir, a producir cosas”. En un sistema que privilegia la acumulación de riqueza de la minoría, sobre las necesidades humanas de la mayoría, el tiempo libre y el disfrute se ven reducidos a privilegios, cuando deberían ser derechos universales, obligándonos a priorizar lo urgente sobre lo creativo.

¿Por qué llegamos a esta situación?

La precarización que vivimos no es accidental, ni aislada sino el resultado directo de las políticas económicas que priorizan el pago de una deuda con el Fondo Monetario Internacional y otros acreedores. Esto implica que mientras los gobiernos recortan los fondos en la Cultura, la Educación y las jubilaciones entre otros, el Estado destina destina millones de dólares a pagar una deuda ilegítima e ilegal. La deuda externa con el FMI se percibe como una amenaza para el futuro del país. “Macri tomó una deuda y es la que estamos pagando ahora” recuerda la entrevistada más jóven. "La deuda está mal desde el comienzo. Haberla tomado fue un error, legitimarla me parece pésimo. Deberíamos desconocerla porque no tenemos salida si seguimos ajustando al pueblo para pagarla", comenta otra estudiante que está al tanto del próximo vencimiento de la deuda. Estos acuerdos repercuten en las políticas internas del país y afecta directamente la calidad de vida de las personas. Una entrevistada lo expresa de forma contundente: “Pagar es lo que se estuvo haciendo y le sacó cosas a la gente”. Por eso, otro menciona que no considera que estas deudas sean legítimas ni justas, convencido de que no deberíamos seguir pagando acuerdos que solo profundizan la crisis. “Es un círculo vicioso. Si no se paga va a seguir aumentando, y si se paga también es un empobrecimiento para la gente”.

Cada vez que el gobierno destina estos recursos al FMI no van a la Educación o a la Salud, sino que perpetúan un sistema que nos empuja a la pobreza y a la precarización de la mano de jornadas laborales extenuantes. Es una forma más de mantenernos atados y dependientes económicamente, negándonos así el derecho a una vida plena y al acceso a la cultura.

Situación laboral y artística

Este escenario laboral afecta incluso a aquellos que cuentan con horarios flexibles. "Trabajo como profesora de yoga y pilates, alrededor de 7 horas diarias y, a pesar de eso, me cuesta bastante llegar a fin de mes", dice otra entrevistada de Curaduría. Otra compañera ya jubilada expresa que trabaja 9 ó 10 horas al día y apenas llega a fin de mes “y después tengo que venir a la facultad".

Otro entrevistado comenta que en lugar de concentrarse en sus proyectos artísticos, dedica tiempo a buscar trabajos complementarios. “Es frustrante”, admite y reconoce que esta situación se repite entre los estudiantes. A pesar de trabajar sigue sin poder llegar a fin de mes, pero al igual que muchos intenta no perder contacto con la producción artística a través de actividades como talleres literarios o narración de partidas de Rol, un espacio donde aún pueden desplegar su creatividad.

Para varios de los entrevistados la situación de ajuste significó una “pausa” en su vida como artistas. La incertidumbre sobre el acceso a recursos básicos, como medicamentos para familiares mayores, complica aún más el panorama.

Oferta horaria y transporte

La falta de oferta horaria es otra constante que da cuenta de la sistemática desfinanciación en la educación: "Tuve que modificar mi trabajo para poder cursar. Las materias de los primeros años son las más difíciles de conseguir por la demanda que tienen, lo que aumenta la deserción", explican nuestrxs compañerxs. Este fenómeno tampoco es casual; es el resultado de años de recortes presupuestarios y políticas que priorizan el ajuste en lugar de invertir en la educación, lo que se suma a la falta de tiempo que varixs mencionan. "Siempre se me complica anotarme. Estamos con el mismo presupuesto del 2023 y no alcanza. Empecé a estudiar en 2017 y sigo sin poder recibirme", agrega una de las entrevistadas. Talleres y materias troncales se colman rápidamente, lo que retrasa el progreso de muchxs: “Las materias que más necesitamos, como Semiótica, tienen cupos muy reducidos”, comenta un entrevistado, quien se enfrenta cada semestre a la misma dificultad para inscribirse.

La accesibilidad del transporte es otro gran problema que se agrava con los tarifazos, complicando así la economía diaria: "Aunque vengo caminando a la facultad, el aumento del transporte afecta mis otros desplazamientos, como ir a trabajar", dice una entrevistada. La realidad de tener que usar seis transportes por día para asistir a clases es cada vez más difícil de sostener. Como señala otra estudiante de la carrera, “¿Por qué un policía no paga boleto y un docente sí?”, lo que pone de relieve que mientras estudiantes y trabajadorxs deben afrontar el costo de múltiples transportes diarios para llegar a sus lugares de estudio y trabajo, la policía, que cuida las espaldas de los diputados y senadores que votan en contra de los derechos laborales, disfruta de beneficios que no solo son económicos, sino también de reconocimiento y apoyo institucional.

Te puede interesar: Para eso hay plata. Después de reprimir a jubilados, Bullrich sube remuneraciones a Fuerzas federales

Lucha docente

En cuanto a la situación docente, hay una preocupación generalizada por su precarización: "mi madre es docente de Literatura e Inglés y mi padre enseñaba en una escuela técnica así que veo de cerca lo que viven. Me parece gravísimo que no tengan una remuneración digna", comenta una estudiante. Otros entrevistados están preocupados de que docentes y no-docentes cobren por debajo de la línea de pobreza y que no puedan sostenerse.

También destacan la importancia de la lucha estudiantil y la organización como herramientas para enfrentar estos desafíos. “La solidaridad entre estudiantes y docentes debería ser más fuerte”, señala un entrevistado, haciendo referencia a cómo en 2018, durante una gran movilización docente, el estudiantado acompañó la lucha por mejoras salariales y laborales.

Te puede interesar: Arriba el presupuesto universitario y las jubilaciones, abajo los vetos de Milei

Ya Martín Kohan en entrevista remarcaba cuán importante es y cómo está ligado la cantidad de tiempo libre con el que cuentan quienes acompañan nuestra formación y la calidad de nuestra educación. Es que un docente que tiene que aumentar la cantidad de horas y espacios de laburo que tiene, posiblemente se desgaste y difícilmente pueda dedicar un tiempo sustancial a continuar estudiando, escribiendo, investigando. Esto es algo que, de vetarse la Ley de Financiamiento seguiría profundizándose ya que nuestros docentes y no docentes vienen perdiendo por lo menos un 33.3% solo desde noviembre del año pasado.

Participación estudiantil y lucha colectiva

Este contexto de ajuste y precarización ha motivado a algunos estudiantes a movilizarse. "Me gusta el ímpetu de ir y luchar por lo que de verdad importa, pero siento que no se está haciendo mucho. Deberían haber más marchas y más acción", reflexiona una de ellas. Ella recuerda el ejemplo del 23 de abril, donde cerca de un millón de personas se movilizaron en defensa de la Educación Pública. Otra agrega que "si no nos movilizamos, vamos a perder la Universidad Pública", subrayando la necesidad de organizarse en asambleas y participar activamente en los Centros de Estudiantes. "Tenemos que cuidarla para que dure”.

Las asambleas, los espacios de debate y los Centros de Estudiantes son mencionados como herramientas clave para fortalecer estas luchas. Uno de los entrevistados insiste en la importancia de tener una representación activa que esté en contacto constante con los problemas de los estudiantes: “Los Centros de Estudiantes deben ser espacios combativos que promuevan la organización y defiendan nuestros Derechos”, subraya. Otra compañera complementa respecto a la actual conducción: “Tenemos que ver cómo convocamos a la gente para que se interese, que se empiecen a involucrar. Tendrían que haber un estado de asamblea permanente cada determinado tiempo. Si sos el centro de estudiantes y sos el que ganaste, tenés que ir curso por curso para convocar. Va a haber gente que no le interese, y gente que sí, ellos tienen que visualizar más”.

La falta de participación en las asambleas y las instancias de debate en la Universidad es una preocupación recurrente. "Hay poca asistencia a las reuniones”, afirma una estudiante, señalando que muchas veces las formas tradicionales de convocatoria no son suficientes. Otra entrevistada destaca la necesidad de movilizar a todos, sin distinción de afiliación política: "Deberíamos convocar a todos los estudiantes de forma práctica, para que vean lo importante que es la lucha".

Las voces desde el aula continúan escribiendo

Las voces desde el aula son claras: en ellas se refleja un panorama donde la lucha cotidiana por sobrevivir en medio de la crisis económica y política se combina con el sentimiento de urgencia por defender la Educación Pública y los Derechos laborales aunque no de forma disociada de lo que pasa en el conjunto de la sociedad. Varies compañeres, por ejemplo, traían motu propio la situación de les jubilades. Esto no solo muestra cómo Mitre no es una burbuja, cómo el corporativismo no es lo único que se expresa, sino por un lado cómo las facultades son una caja de resonancia de lo que pasa afuera y cómo les artistas seguimos siendo una parte privilegiada de la capa sensible de la sociedad. Ya lo decía el Flaco Spinetta: “Nadie puede sentirse bien mientras a tu lado se pudren las cosas (...) si la gente está empobrecida”.
Así como nosotres como estudiantes sentimos preocupación y queremos trazar lazos de solidaridad con otros sectores, desde luchas como la de Aerolíneas Argentinas, les jubilades, también existe la voluntad de construir unidad. Esto se expresa, por ejemplo, en su próxima adhesión a la marcha. Ella, la unidad, será de vital importancia, junto con la organización independiente, para enfrentar los desafíos que se avecinan.

Desde Contraimagen, en la Secretaría de Bienestar Estudiantil y Vinculación, seguiremos haciendo entrevistas y notas que sirvan para difundir la situación y los pensamientos de estudiantes, docentes y no-docentes para poder desarrollar la organización desde abajo y pelear por una alternativa que tire abajo los planes de Milei y del FMI. ¡Sumate!