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Red Internacional
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Tribuna Abierta. La Emergencia Ultra-Derechista y la Vuelta Decimonónica

Recibimos y publicamos el siguiente artículo de análisis y opinión acerca de los nuevos movimientos ultra derechistas.

Lunes 11 de marzo de 2019

Continuando con el trabajo de caracterización del pensamiento y proyecto político-social de los neofascismos y otros grupos ultra-derechistas. En el presente trabajo nos proponemos abordar a una serie de actores políticos, sociales y económicos que han ayudado a la emergencia del conservadurismo y que comúnmente son dejados de lado. Estoy hablando de las derivaciones autoritarias de los neoliberales, las operaciones político- ideológicas de los libertarians y la vuelta a formas económicas, políticas y sociales bien propias del siglo XIX.

A finales de los años 80 y principalmente en los años 90, el recientemente triunfante y en plena expansión, modelo neoliberal se presentaba como la liberación de la humanidad de las garras del “socialismo totalitario”. Es así que en esta ecuación se realizó la asociación entre Democracia y Libre Comercio. Esta asociación discursiva y de símbolos tuvo su correlato en transformaciones políticas y legales muy importantes. El fin de las Dictaduras Militares en América Latina y algunas regiones asiáticas y el complejo de políticas públicas y reformas legales denominado “Multiculturalismo” y/o “Políticas de la Diversidad”. Es así que hubo importantes reformas reconociendo los derechos de los pueblos indígenas, de los afro-descendientes, de las mujeres, de la diversidad sexual, flexibilizar las leyes migratorias y las primeras regulaciones ambientales.

El objetivo principal del neoliberalismo en incentivar las “Políticas de la Diversidad” era por un lado disponer de mano de obra facial allí donde el capital lo necesitara en el caso migratorio y generar mercados culturales de consumo (esto es bien típico de la formación neoliberal a diferencia de otros modelos capitalistas) para el caso indígena, afro, LGBT+ y ambiental. También estaba la premisa del híper-individualismo (de ahí ciertos reconocimientos a la diversidad sexual y al consumo de sustancias psicoactivas) y de la concepción del sujeto humano como homo oeconomicus, o sea que cualquier persona (sea mujer, indígena u afro) puede volverse un empresario exitoso a través del emprendedurismo (de ahí ciertas políticas para incentivar a las mujeres como empresarias y gerentas de multinacionales). El correlato progresista de estas premisas fue la famosa teoría de la “Tercera Vía” de Giddens, una propuesta para reformular los postulados de la izquierda tradicional. Sin embargo, como demostraron los hechos en el gobierno de Tony Blair (recordemos que Giddens fue asesor de su gobierno), el reconocimiento de derechos a las minorías y a las mujeres no implica no seguir una política de privatizaciones de empresas públicas y de apoyar al Imperialismo y las intervenciones militares.

Si bien las “Políticas de Diversidad” sirvieron para lavarle la cara al neoliberalismo y a expandir nuevos mercados (especialmente los de consumo cultural y recreativo), tuvieron efectos insospechados por los liberales progresistas. En primer lugar, la dinámica de los denominados “nuevos movimientos sociales” (feminismo, ambientalismo y anti-racismo), demostró ser mucho más difícil de controlar y estatizar que los tradicionales movimientos sociales (sindicalismo, nacionalismo revolucionario y estudiantado). Como bien señalan varios autores (Stavenhagen, Sámano Rentería, Sauca Cano, entre otros) la llegada del modelo multicultural anglosajón a la realidad indígena Latinoamericana fortaleció procesos indígenas de larga data que se venían dando y al mismo tiempo evidenció las limitaciones del modelo multicultural para garantizar la justicia social y las aspiraciones del movimiento indígena. Por un lado se reconoció el derecho a la diferencia cultural de los indígenas, cosa que ningún otro modelo político latinoamericano había reconocido. Sin embargo la redistribución económica, la devolución y reconocimiento de tierras y territorios colectivos, la autonomía y la libre determinación estaban ausentes en la agenda multicultural liberal. Incluso las políticas multiculturales ayudaron a dar procesos nuevos de despojo de los pueblos indígenas, como los es el problemático fenómeno de la apropiación cultural. Esto llevó a que el movimiento indígena reformulara las ideas sobre diversidad cultural, de allí emergieron los conceptos latinoamericanos de Interculturalidad, Plurinacionalidad, Buen Vivir, Giro Decolonial (de autores no indígenas pero basándose en experiencias y procesos indígenas) y directamente Descolonización.

Otro factor que se debe de tener en cuenta es que todo el sistema internacional de derechos indígenas (Convenio 169 de la OIT, Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de Pueblos Indígenas), sistema jurídico hijo de lo mejor del progresismo y la Doctrina de los Derechos Humanos, está basado en derechos colectivos.

Derechos como Pueblo. No en individuos como los derechos humanos tradicionales. O sea es un marco jurídico totalmente a contrapelo del neoliberalismo y de la tradición jurídica liberal. Estos derechos colectivos a tierras, bienes naturales y patrimonio cultural entraron en enfrentamiento directo con la expansión de las multinacionales que ocasionó el neoliberalismo. Esta contradicción jurídica y de Sistema-Mundo entre el derecho de las comunidades indígenas y locales y el derecho de las Corporaciones Multinacionales no fue resuelta ni por los mejores gobiernos progresistas de América Latina y América del Norte (recordemos la lucha del pueblo lakota-sioux contra las petroleras en Estados Unidos en el 2016). Una contradicción similar ha sucedido en Europa y América del Norte con el caso de los migrantes, pasando de ser la mano de obra barata que ayuda a flexibilizar el marco labora a ser la escoria social indeseable, incluso por las Corporaciones. Contradicción que tampoco supieron solucionar los mejores gobiernos socialdemócratas de Europa y Norteamérica.

Sin embargo este equilibrio entre liberalismo económico y democratización social se ha quebrado en los últimos años. En parte por la imposibilidad de resolver las contradicciones del sistema (que ya explicamos para los casos específicos de los indígenas en las Américas y los migrantes en Europa y Norteamérica), por no haber logrado disciplinar y estatizar completamente a los denominados “nuevos movimientos sociales” y por los cambios ocasionados por la crisis económicas del 2008 y la imposibilidad de derrota del islamismo radical por parte del Imperialismo.

Como ya mencionamos los “nuevos movimientos sociales” generan una constante erosión del establishment neoliberal. El islamismo radical (que es producto y efecto de las políticas imperialistas en Medio Oriente) y la fuerte migración musulmana en los países europeos generan un proceso de alteridad absoluta entre “Occidente” y el “Mundo Islámico” además de la reactualización constante de las fuerzas de seguridad de los estados. Por último la crisis financiera del 2008 y la incertidumbre del sistema capitalista actual no sólo propiciaron la vuelta en escena del sindicalismo (que las fuerzas neoliberales habían sabido controlar desde mediados de los 80) sino que además han despertado el fantasma. La posibilidad de que la pluralidad de sectores subalternos genere una revuelta a nivel del Sistema-Mundo. La posibilidad de un nuevo 68.

¿Y cuál ha sido la respuesta de los grandes grupos empresariales a la crisis orgánica global que se está gestando? La respuesta fue volver al bonapartismo. Volver al siglo XIX. Qué significa esto. Significa progresivamente pasar del concepto de “Democracia” al de “República”. O sea en vez de un sistema de gobierno basado en mayorías populares y en que los sectores populares hagan un contralor de los poderes públicos, eso sería la Democracia, se pase a un sistema institucionalista sin bases sociales y que el contralor de los poderes públicos lo hagan otras instituciones pero no los sectores populares, eso es República. Mientras los “demócratas” se basan en una participación popular masiva y en un control social del Estado. Los “republicanos” se basan en que para evitar el absolutismo se deben dividir los poderes del Estado y el control de los poderes públicos lo ejercen otros poderes públicos, sólo que en esta ecuación la participación popular no existe y es más se es totalmente reacción a la participación popular. Estas eran las diferencias entre “jacobinismo” (izquierda) y “girondinismo” (derecha) a finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX. Ejemplos de concepciones “republicanas” en la actualidad las podemos ver en el debate sobre si es legítimo o no el gobierno venezolano de Maduro (los sectores críticos se basan en concepciones “republicanas”), en los gobiernos de Temer, Macri, Piñera y Macron, en el tratamiento del Rey y el Estado Español al separatismo catalán y en la progresiva separación de las instituciones políticas de la gente. La base de estos gobiernos no está en una Hegemonía y/o legitimidad poblacional sino en los consensos entre sectores políticos, empresariales y las fuerzas de seguridad. Porque estos gobiernos son profundamente punitivistas y represivos.

La vuelta al siglo XIX significa volver al “Laissez Faire”, a lo más puro del liberalismo conservador decimonónico. Es volver a la era victoriana. La combinación entre Libre Comercio y Estado Autoritario. Un factor que ha ayudado al desconocimiento de los valores democráticos por parte de los liberales convencionales ha sido el éxito económico de China. China demostró cómo un gobierno que no es una democracia liberal y con un Estado altamente burocratizado puede desarrollar una política de capitalismo salvaje envidiable hasta para Adam Smith. Por lo cual los empresarios y los grupos neoliberales ya no ven en la Democracia Liberal y en el Multiculturalismo valor alguno.

Este proceso de desconocimiento de los valores democráticos también se debe al proceso de muerte del liberalismo tradicional. Los neoliberales y libertarians han estado matando a los mejores valores del liberalismo desde hace 20 años. Este proceso lo describe a la perfección Gabriel Delacoste en su artículo para Hemisferio Izquierdo [1]. En este proceso jugaron un rol decisivo la Sociedad de Mont Pelerin y de forma más activista, la Red Altas o Atlas Network. Esta última es una red de think thank de grupos libertarians y anarco-capitalistas que han incidido en la Revolución Naranja (la rebelión del Maidan en Ucrania), la desestabilización en Venezuela, los Golpes de Estado en Honduras (2009) y Brasil (2016) y los triunfos electorales de Trump, Macri y Piñera. Esta red internacional cuyo objetivo es la destrucción tanto de cualquier régimen que aspire al socialismo como de los Estados de Bienestar era prácticamente invisible hasta la investigación de la revista The Intercep y republicado por el número 54 de la Revista Lento y por Resumen Latinoamericano [2].

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La acumulación de fuerzas de los libertarians les permitió que cuando se profundiza la crisis orgánica y la pérdida de Hegemonía de Estado, ellos estaban listos para dar una respuesta y hacerse con el poder.

A propósito, preferimos utilizar el término “libertarians” en ver de “libertario” para definir a estos grupos. Porque en la lengua y tradición hispanohablante, “libertario” hace alusión a la hermosa y rica tradición anarquista. Del anarquismo que estuvo con las luchas obreras y populares y propugnaba por una Revolución Social que destruyera toda forma de autoridad e igualara a los seres humanos. Aquel anarquismo que hablaba tanto contra el Estado como contra el Capital y la desigualdad social. Los “libertarians” son en realidad neoliberales radicales cuya utopía es un anarco-capitalismo. O sea propugnan la destrucción del Estado para liberar absolutamente las fuerzas del Capital. Es el Laissez Faire en estado puro. Un proyecto político que más que hablar de la emancipación de la humanidad habla de la destrucción de los sectores más vulnerables. Además todo el proceso de subjetivación de estas personas es en base al inglés y a autores de tradición anglosajona. Por lo cual su identificación debe ser en inglés, ya que son sujetos sin raíz hispanohablante. El máximo ejemplo lo podemos ver en la guatemalteca Gloria Álvarez, un sujeto totalmente desconectado de la realidad y tradición popular guatemalteca.

Para completar el cuadro decimonónico hay que mencionar el factor del racismo y del darwinismo social. Una de las grandes caracterizaciones del siglo XIX fue la consolidación del racismo científico y de una política racial de Estado que llevaría a guerras, genocidios y empresas colonialistas. Desde las guerras de exterminio contra los pueblos indígenas en las Américas (siendo Uruguay un caso emblemático), pasando por la colonización, saqueo y sistema de trabajos forzados en África, la destrucción de las grandes civilizaciones del Oriente Lejano (Persia, India, China, Japón, Indonesia e Indochina) y los mecanismos de control y segregación brutales hacía sectores populares dentro de Europa. Así se construyó el Occidente que nosotros conocemos. El gran motor ideológico de este racismo brutal fue sin duda el darwinismo social y su hijo bastardo, la Eugenesia. La idea de que nada más los más fuertes y capaces tienen derecho a gobernar. De que el Imperialismo y el genocidio de pueblos enteros está justificado por el hecho de que una “Nación” es más capaz que otras. De que hay pueblos “superiores” y pueblos “inferiores”. De que si uno no se adapta a la Modernidad Capitalista, entonces tiene que perecer. La naturalización de la pobreza y la marginalidad. De que la gente es pobre “porque no se esfuerzan”.

De que no se debe derrochar fondos públicos en sectores marginales y que la muerte por hambre de estos, es un proceso “natural”. Grandes exponentes de estas corrientes fueron Malthus, Spencer, Lombroso y Galton. También debemos mencionar que estos pensadores (en especial Malthus y Spencer) creían profundamente en el Libre Comercio y eran grandes defensores del Lissez Faire.

Tampoco olvidemos que estos pensadores eran los que sostenían de manera “científica” que las mujeres eran incapaces y por eso debían seguir a sus maridos. Nada muy alejado de lo que plantean algunos libertarians.

No es casualidad que la vuelta de las concepciones económicas del Lissez Faire implique la vuelta de ideologías racistas y aporofóbicas. Incluso, como en el siglo XIX, se vuelve a desarrollar un “racismo técnico” (no llega a ser científico como el decimonónico, se centra más en la técnica). Investigaciones como “La Curva de Bell” han servido para retirar fondos a las escuelas públicas con mayoría afro descendiente y latina en Estados Unidos. Cuyo efecto es que el Estado apoye financieramente a escuelas privadas con mayoría de alumnos caucásicos y asiáticos.

Además de difundir los estereotipos (bien propios del siglo XIX) de que las personas afro descendientes tienen menor inteligencia que las personas blancas. Que los afros descendientes y los latinos solo pueden hacer trabajos de fuerza, mientras que los caucásicos y los asiáticos serían quienes se centrarán en el trabajo intelectual y de dirección. Al mismo tiempo es un ataque frontal contra la escuela pública y una defensa de la escuela privada. Otro ejemplo son los software de vigilancia policial como el PredPol (utilizados tanto por la policía uruguaya como por el departamento de Policía de los Ángeles) [3] y otros que desarrollan sistemas de identificación fenotipo-racial-facial y territorial. O sea ubican zonas donde se encontrarían los “delincuentes” y que al mismo tiempo son zonas de predominancia de población racializada [4], nada que envidiarle a Lombroso. Y ni hablemos de todas las controversias sobre la investigación genética, la cirugía plástica y la inseminación in vitro. Algunos postulados rozan la teoría de Galton.

En este giro a los postulados del siglo XIX, incluyendo el racismo, no es casualidad que los libertarians se junten con los fascistas para destruir a los progresismos, socialdemocracias, socialismos y cualquier forma de organización popular. El desafío actual con respecto al siglo XIX, es que las tecnologías de control son muchos más amplias y refinadas en la actualidad. El desarrollo del “racismo-técnico” así como de la computarización del capitalismo (creditización, bitcoin, peso del capital financiero) presenta un panorama muy sombrío y misántropo. Sin embargo la fuerza del sistema es también su debilidad. La técnica puede ser usada en contra de los poderosos y ahí es que entra el tema cada vez más central del hacktivismo. Si al hacktivismo le sumamos la fuerza de la movilización popular, tendremos buenas oportunidades de defender la dignidad humano. La Primavera Árabe en Túnez y Egipto demostraron como la coordinación de movilizaciones populares masivas y el hacktivismo podían ser un arma muy poderosa contra los autoritarismos. Ese es un camino que se debe seguir explorando.