La Conferencia Episcopal solo habla de los sueldos de los obispos y no de todos los recursos que le provee el Estado. Pero miles de personas encuestadas a pedido suyo dicen que la banque el Vaticano. A confesión de parte...
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 4 de marzo de 2020 12:30
Foto Conferencia Episcopal Argentina
Este martes a la mañana, en la sede del Episcopado (Suipacha al 1000, Ciudad de Buenos Aires) se presentaron los resultados de la “Investigación social sobre opiniones, actitudes, valores y comportamientos en relación a la Iglesia católica”, realizada por la empresa Voices! a pedido de la propia Conferencia Episcopal Argentina (CEA).
Muchas crónicas periodísticas posteriores le darían un tono muy positivo a la iniciativa, destacando que los obispos se estarían sensibilizando con la situación económica general y estarían empezando a renunciar a los recursos económicos que les da el Estado. Pero no todo es lo que parece.
Poca mística
La presentación estuvo a cargo del presidente de la CEA Oscar Ojea y del presidente de la Comisión Episcopal para el Sostenimiento de la Acción Evangelizadora de la Iglesia Guillermo Caride. Junto a ellos estuvo Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices!, que expuso los principales resultados de la encuesta, realizada en septiembre de 2019 sobre un universo de 2.790 personas mayores de 16 años de diversas regiones del país y con focus groups realizados a más de 200 fieles.
Los obispos Ogea y Caride dieron algunas definiciones generales sobre la encuesta, buscando cargarla de cierta “mística”. Paradójicamente, su autoproclamación como “representantes de Dios en la tierra” les impide acceder a ideas básicas sobre lo que la población piensa de ellos y deben pagarle a una empresa de consultoría para aproximarse a algunas nociones.
Entre otras cosas, dijeron los obispos, este estudio “permite a la Iglesia acceder con método a datos confiables y relevantes sobre su imagen, además de conocer sobre los vínculos y comportamientos, tanto de los fieles católicos, como de los que no lo son”. Así, podrán encarar “acciones viables para la donación de recursos a la Iglesia y optimizar la tarea comunicacional para dar a conocer su obra evangelizadora”.
Y aseguraron que el estudio se inscribe en el proceso de “renuncia progresiva a fondos del Estado Nacional que se viene realizando”. Esto resulta falaz, toda vez que la intención manifiesta de la CEA es solo renunciar a los sueldos de los obispos pagados por toda la sociedad (tal como lo rige un decreto-ley de la dictadura de Videla aún vigente), lo que resulta un monto menor teniendo en cuenta los multimillonarios subsidios, exenciones impositivas y demás prebendas estatales a las que no están dispuestos a renunciar.
Un dato de color. Dando a entender que la CEA no tiene plata, Caride agradeció públicamente a la Conferencia Episcopal Española “por el aporte económico que permitió realizar el estudio con la empresa Voices!. Muy poco creíble.
Mirá el dossier ¿Por qué hay que seguir peleando por la separación de la Iglesia del Estado?
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Resultados religiosos
El informe final de Voices! consta de 44 páginas (se puede ver en la web del Episcopado) y se titula “Vínculo Sociedad-Iglesia / Sensibilidad para donar”. Se hizo vía encuestas personales a 2.790 personas mayores de 16 años de todo el país a través de redes sociales y de focus groups con unas 220 personas “que se autodefinan como religiosas y de religión católica con distintos niveles de participación”. Es decir, básicamente gente “propia”.
Pese a esa focalización especial, varios de los resultados se corresponden con la preocupación que hace años tiene la curia local que, aún con un papa argentino y pese al multimillonario financiamiento estatal, no deja de caer en el descrédito y la sangría de fieles.
Del total de respuestas analizadas, el estudio afirma que 7 de cada 10 “argentinos se consideran personas religiosas” y 8 de cada 10 “pertenecen a alguna religión”. Obviamente, según la encuesta la enorme mayoría de esa gente (el 70 %) dijo que es católica, solo un 10 % que es evangelista, un 2 % que es de otra religión y un 21 % que no pertenece a ninguna.
De quienes se reconocen católicos, un tercio tiene una imagen directamente “negativa” de la propia Iglesia, solo una minoría (16 %) van a misa con regularidad e incluso un porcentaje que ese (22 %) no va nunca. La mitad de esas personas jamás consume mensajes periodístico-mediáticos relacionados a la religión católica y 4 de cada 10 no tienen una imagen positiva de los colegios y universidades regenteados por curas y monjas. Cosa de Mandinga.
Lo más “valorado” por los católicos respecto a la Iglesia es lo que hace Cáritas en cuanto a la asistencia material a personas pobres y carenciadas. Es decir que se valora más una función propia de una ONG que cuestiones propiamente religiosas. Una función, vale decir, que sustituye una obligación que le cabe al Estado. Pero a su vez, la mitad de las y los encuestados considera que son los propios curas, obispos y monjas quienes se benefician del “trabajo que realiza la Iglesia católica”.
Por si todo eso fuera poco, la mayoría de las personas respondieron que la Iglesia no cambia nunca y que mantiene intactos sus peores vicios, como la “visión dogmática”, los abusos sexuales denunciados cada vez con mayor intensidad y las tradiciones litúrgicas medievales.
Datos económicos
Según la encuesta encargada por la CEA, 6 de cada 10 personas consideran que la institución Iglesia no se autofinancia. De hecho el 44 % asegura que es el Estado quien lo hace. Solo el 27 % piensa que lo hacen los propios fieles a través de donaciones y un ínfimo 12 % que el Vaticano pone plata para su sostenimiento.
Complementariamente, al ser consultadas esas mismas personas sobre quién o quiénes deberían ser los principales responsables de sostener a la Iglesia católica argentina, la conclusión es lapidaria: 59% dice que debería sostenerla el Vaticano, 42 % que también lo deberían hacer los fieles que concurren a la Iglesia y solo un 17 % aceptaría un financiamiento estatal de la institución.
El propio informe afirma que “la tendencia (de las personas encuestadas) es creer que la Iglesia tiene dinero y no lo necesita, excepto los que tienen vínculos más cercanos con parroquias y colaboran con ellas”. Tan es así que solo el 38 % de las y los católicos declararon estar dispuestos a donar dinero a la Iglesia para mantenerla. Lo que se dice, “ponerse la camiseta”. Y entre quienes donarían, la gran mayoría lo haría para solventar las tareas sociales que realiza la institución, no las religiosas.
De una primera lectura de los resultados de la encuesta mostrados este martes por la Conferencia Episcopal, surgen al menos dos reflexiones.
Por un lado, pese a negarlo e intentar mostrar otro rostro, son los mismos obispos los que se ven obligados a reconocer que la institución que conducen ha caído en un desprestigio fenomenal incluso entre quienes se autodefinen devotos de las mismas ideas religiosas.
Por el otro, queda aún más en evidencia la necesidad de separar efectivamente la Iglesia del Estado, empezando por liquidar todo tipo de financiamiento público al credo vaticano. Anular y derogar todas las normativas, decretos, leyes y artículos constitucionales que obligan a los gobiernos de turno a pagar las cuentas de la curia y sus funcionarios, es una prioridad. Al igual que obligar a la Iglesia a que empiece a pagar los impuestos por sus onerosas propiedades y negocios.
La encuesta que la propia CEA acaba de dar a conocer, nos da la razón.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).