Bajo este lema esconde sus armas el capitalismo más feroz, envolviendo el conflicto obrero en un manto suave, en un clima de “confianza”, que se parece más a un chantaje que a una negociación.
Martes 31 de mayo de 2016
Lo que debería ser la llave para abrir un proceso de negociación, se convierte en la trampa más eficaz contra los trabajadores, puesto que no hay una equidad entre lo que unos ponen sobre la mesa como garantía y lo que pretenden que los trabajadores entreguen.
La huelga es la única arma con la que contamos la clase trabajadora, es un derecho fundamental, y por lo tanto pretender que se renuncie a ese derecho como parte de una negociación es decirle a la parte contraria: entrega tus armas y ríndete.
Si caemos en esa trampa estamos perdidos. El gobierno de Ada Colau con sus representantes al frente pretendía en la lucha de TMB Metro, que los trabajadores firmaran una “paz social” de un año y se comprometieran a no hacer ninguna huelga en ese período, es decir, renunciar a sus derechos.
Es evidente que, aunque se firmara, siempre se podría convocar una huelga, pero sería muy fácil para la empresa acusar de no respetar lo firmado y tratar de convertirlo en una huelga ilegal, algo que por otra parte siempre intenta como medio de amedrentar a los trabajadores y trabajadoras.
¿Qué paz social puede haber entre los trabajadores y trabajadoras que han de estar contratados durante varios años para poder optar a un contrato indefinido, aunque sea de media jornada y los representantes de TMB con su presidenta Mercedes Vidal al frente, flanqueada por sus altos directivos que llegan desde los partidos políticos de la casta, EUiA, ICV a ocupar cargos en la empresa municipal, con sueldos astronómicos?
Afortunadamente, la asamblea soberana pasó como un vendaval por encima de estos intentos de la patronal de dividir y sembrar diferencias para debilitar las fuerzas y con una mayoría abrumadora votó “NO” a la controvertida paz social, dejando muy claro que solo la lucha de la clase trabajadora unida puede frenar los intentos del capital por esclavizarnos.
Luego hemos de ver a esta misma señora Mercedes Vidal desfilando en las Marchas de la dignidad en Barcelona, cuando es capaz de decir que en TMB no hay precariedad y que trabajar 3 meses al año en verano no es trabajo precario.
Algo parecido sucedió en Panrico, diversos intentos de la temida “paz social” que llegaron a plantearnos a los huelguistas, durante los 8 meses de huelga indefinida, dejaron de respetarse inmediatamente por parte de la empresa.
Se nos exigió un fin de semana de tranquilidad y cese de movilizaciones a cambio de permitir entrar a las trabajadoras acampadas en la puerta del trabajo a los aseos. Pues ni eso fueron capaces de cumplir, lo que llevó a enfrentamientos con la seguridad privada contratada para el conflicto. Guerrilleros armados con unas ganas de disparar increibles contra desarmados trabajadores.
En otras ocasiones no se pronunció la maldita frase “paz social” pero no era necesario, las direcciones burocráticas sindicales nos instaban a abandonar la huelga y las movilizaciones a cambio de abrir mesas de negociación que viene a ser lo mismo, mientras esas mismas direcciones sindicales traidoras negociaban a nuestras espaldas junto a la patronal en los juzgados, el aplazamiento del juicio con el único objetivo de minar las fuerzas de los huelguistas, ahogándonos económica y moralmente.
Entre estas dos situaciones nos encontramos también con la lucha de Movistar, que se dejó ilusionar por los cantos de sirena del gobierno de Barcelona en Comú BeC, que apelando a esa paz social como medio de negociación, consiguió que los huelguistas abandonaran la sede ocupada de la tienda que Telefónica tiene como escaparate mundial, para más tarde desdecirse de lo firmado en campaña electoral como fue el compromiso de las escaleras e incluso defender el Congreso de Móviles como un bien para la ciudad, cuando unos meses antes lo rechazaba.
Es cada vez más necesaria la organización y la unidad de toda la clase trabajadora, luchar por participar en los procesos políticos más allá de nuestros centros de trabajo, constituyendo un verdadero bloque de izquierdas al que no le tiemble la voz al exigir una salida anticapitalista de la crisis, de la que no somos responsables, que luche por un reparto de las horas de trabajo sin disminución del salario, por la nacionalización de la banca bajo control obrero y la expropiación de las grandes empresas y por supuesto acabar con la casta política y sindical. Este es el gran reto que estamos proponiendo desde la plataforma No Hay Tiempo Que Perder (NHTQP) en Barcelona y otras ciudades.