La gobernadora bonaerense desembolsa una enorme cantidad de plata para arreglar la iglesia San Ponciano, mientras las escuelas son un freezer. Beneficios electorales para los amigos eclesiásticos.
Martes 16 de julio de 2019 19:13
Iglesia San Ponciano de La Plata. Foto Enfoque Rojo
A casi un año del crimen social de Moreno que se cobró la vida de Sandra y Ruben, las escuelas de la provincia de Buenos Aires siguen estando en condiciones desastrosas por la clara y decidida falta de inversión estatal.
Con los aires electorales soplando en medio de un vendaval económico y social poco auspicioso para la alianza Juntos por el Cambio, es mejor rodearse de amigos que den una mano y bien grande calmando a las fieras. Y ¿qué mejor que la Iglesia, no?
A cambio de colaborar en la contención social y mantener el orden en medio de la crisis que recae sobre el pueblo trabajador, Vidal, que ya había destinado 55 millones para trabajos en la Catedral, ahora brinda 18 millones de pesos para arreglar la vereda y enrrejar la iglesia San Ponciano, sede del último tedeum por el 25 de mayo en la ciudad de La Plata.
Es sabido de la buena relación que mantiene Vidal con el arzobispo platense Víctor Fernández. Así lo ha dejado entrever en sus apariciones públicas donde fue mediador en el conflicto con los trabajadores de Astilleros Río Santiago del año pasado o en el tedeum por el 25 de mayo donde llamó a una gran conciliación en nombre de la paz social, sin mayores críticas al gobierno.
Un buen obsequio para seguir financiando el culto católico, a pesar del pronunciamiento (nada creíble por cierto) de la Conferencia Episcopal Argentina a renunciar a parte del financiamiento estatal, luego de conocerse los abultados sueldos de los obispos. Como favor con favor se paga, oficialistas y opositores decidieron no enojarse con la Iglesia, unir pañuelos y que la ley por aborto legal siga esperando.
Todos los gobiernos constitucionales desde Alfonsín hasta Macri mantuvieron las leyes de la dictadura que financian a la Iglesia sumando nuevos beneficios como las exenciones impositivas, el financiamiento nacional y local para remodelar sus instituciones.
La desinversión en la educación pública es sostenida desde años, con un presupuesto cada vez más estrangulado. Techos rotos, fallas en los sistemas de gas y electricidad, falta de estufas, mobiliario insuficiente, sectores que se inundan permanentemente y las inevitables suspensiones de clases son moda corriente en la provincia de Buenos Aires desde hace tiempo.
Ni hablar de los sueldos pobrísimos que perciben las y los trabajadores que sostienen diariamente la educación pública.
Del lado de los funcionarios responsables, un sostenido silencio.
El último sábado se lanzó la campaña del gobierno bonaerense en un exclusivo hotel de la ciudad para una audiencia solo de candidatos y funcionarios nacionales, provinciales y municipales. Allí Vidal les habló a los propios, en modo de sermón, sobre lo que hay que mostrar y decir: "las obras que empiezan y terminan no son un slogan, son una realidad, algo que los vecinos ven todos los días. Antes los problemas se negaban, pero hace cuatro años tomamos otro camino. Acá no hay relato: todo esto es de verdad”.
Pibes y pibas con frío en las escuelas, muertos por frío y hambre en las calles, fábricas que cierran dejando familias en la calle, esta es la verdad que el gobierno intenta tapar y cubrir.
Tapar y cubrir, verbos que la Iglesia sabe utilizar muy bien a la hora de guardar silencio.
Por eso es imprescindible, como plantea el Frente de Izquierda Unidad, invertir las prioridades, que los millones que destinan a pagar la deuda y que le regalan a la Iglesia católica se destinen a educación, vivienda y salud para tener una vida digna de ser vivida.