El país africano acusa al gigante estadounidense de utilizar minerales ilegalmente explotados y blanqueados en Ruanda, procedentes de minas congoleñas donde, según informa, se violan numerosos derechos humanos
Jueves 19 de diciembre de 2024
Este martes, el Congo del Este -República Democrática del Congo (RDC)- presentó varias denuncias contra las filiales de Apple en Francia y Bélgica. Acusa a la multinacional estadounidense de utilizar minerales extraídos en zonas de conflicto, también llamados “minerales de sangre”. Este nombre nació en los años 2000 a raíz de varios informes de ONG que denunciaban los conflictos violentos provocados por la extracción de “3T” (estaño, tántalo, tungsteno), minerales esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos y abundantes en el suelo del país africano.
Explotación minera a base de sangre
Como ya señaló un informe de la ONG The Enough Project en 2015, “estos yacimientos minerales a menudo están controlados por grupos armados que obligan, mediante la violencia y el terror, a la población civil a trabajar y transportar estos minerales, (incluso a niños)”. Una afirmación que sigue estando vigente, ya que este país se encuentra inmerso en importantes conflictos entre distintos grupos militares que compiten por el control de las minas. El mas importante es el M23, que controla desde abril pasado la zona minera de Rubaya, que suministra el 15% del tántalo mundial, utilizado principalmente para producir smartphones.
Este grupo rebelde cuenta con el apoyo de Ruanda (con el que comparte fronteras) para cometer sus abusos. Este estado estaría proporcionando un importante apoyo logístico y militar al grupo rebelde y ayudaría a "blanquear" los "minerales de sangre". Esto es lo que señala el expediente presentado por la República Democrática del Congo a la justicia francesa, que destaca el papel de Ruanda como “actor central en la explotación ilegal de minerales […] en la República Democrática del Congo”. Los abogados de esta afirman que “tras su extracción ilegal, estos minerales se introducen de contrabando en Ruanda, donde se integran en las cadenas de suministro globales”.
Sin embargo, las cadenas de suministro de Apple dependen en parte de minerales provenientes de Ruanda. Los abogados de la RDC subrayan: “La empresa Apple parece depender principalmente de la vigilancia de sus proveedores y de su compromiso de respetar el código de conducta de Apple, así como de las auditorías externas realizadas sobre la actividad de estos proveedores. Sin embargo, parecen confiar en la certificación Itsci (Iniciativa Internacional de la Cadena de Suministro de Estaño. Creada para supuestamente cuidar una cadena de custodia fiable de minerales no involucrados con el trabajo infantil, ni a la influencia de grupos armados. N. de T.), cuyas graves y numerosas fallas ya han sido demostradas”.
De hecho, la ONG Global Witness ya señaló en 2015 las fallas del programa Itsci, por el contrario, contribuyen al blanqueo de minerales vinculados a distintos conflictos o al trabajo infantil. Basta decir que es mejor para sus intereses que la multinacional haga la vista gorda ante las condiciones reales de extracción de estos minerales.
Una región minera en el corazón de la codicia
Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por las motivaciones del gobierno de la República Democrática del Congo. Si sus abogados sostienen que la RDC "pretende moralizar el sector de extracción de tierras raras", el principal objetivo del gobierno es perjudicar la principal fuente de ingresos del grupo M23 (300.000 dólares al mes según el medio congoleño Actualite.cd). En última instancia, esperan recuperar el control de las zonas mineras del este. La reunión fallida entre los presidentes de Ruanda y de la República Democrática del Congo el pasado domingo, que debía sentar las bases de un acuerdo de paz, y la ofensiva liderada al día siguiente por el M23 en el este del Congo, muestran claramente que los conflictos de la región están lejos de calmarse. La República Democrática del Congo por un lado y Ruanda y el M23, por el otro, esperan retener el control de las minas y beneficiarse con las exportaciones lucrativas a las potencias imperialistas.
Estas mismas potencias, además, han llamado la atención más de una vez por su silencio sobre las conexiones entre Ruanda y el grupo M23. Sus intereses en la región, lejos de ser humanitarios, siguen siendo puramente estratégicos, y ciertamente seguirán haciendo la vista gorda mientras sean quienes reciban la producción minera congoleña. Lo mismo sucede con las grandes multinacionales occidentales a las que poco les importa el origen de estos minerales mientras esté garantizada la conservación de sus cadenas de suministro.
De hecho, la tolerancia de Apple hacia las acciones del M23 es sólo uno de los muchos ejemplos de confluencia de intereses entre estos grupos armados y las empresas tecnológicas occidentales, documentadas en particular por el investigador Fabien Lebrun. Durante décadas, las multinacionales han financiado grupos armados congoleños y extranjeros que permitieron la extracción de minerales necesarios para la naciente industria digital, con el apoyo de países de todo tipo que necesitaban los recursos naturales de la República Democrática del Congo para establecerse como potencias en el sector de la alta tecnología. Calificado de "escándalo geológico", el Congo suministró materias primas a las potencias occidentales y a sus grupos capitalistas en diferentes etapas de la globalización: caucho para la industria del neumático y el desarrollo del automóvil, uranio para la bomba atómica o incluso cobalto y litio para baterías de teléfonos, portátiles y coches eléctricos.
La denuncia presentada por la República Democrática del Congo contra Apple no pondrá fin al saqueo de los recursos congoleños y a la explotación de la población sobre cuyas espaldas se construyen fortunas como la de Bill Gates. De hecho, es probable que el conflicto en la RDC continúe bajo la estrecha vigilancia de las potencias imperialistas que, en última instancia, no dudarán en actuar como árbitro para preservar sus intereses y los de las multinacionales que dependen de los minerales congoleños.