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Red Internacional
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Tribuna Abierta. La SEP no tiene un plan ni una estrategia para responder a la emergencia

Jueves 19 de octubre de 2017

Después de los sismos que afectaron gravemente a varias poblaciones del país y a la nación entera por la dimensión de la tragedia, Aurelio Nuño sólo apareció para hacer acto de presencia, primero en el Colegio Enrique Rébsamen, intentando promocionarse aunque hizo un ridículo terrible; después en los diversos medios de comunicación para hacer declaraciones que resultan groseras, ofensivas e insensibles, por decir lo menos.

Lo primero que se le ocurrió fue declarar suspendidas las labores educativas los días posteriores al sismo, para después presentarse con Mancera a decir qué escuelas podrían reanudar clases. A simple vista, pareciera una decisión atinada. No lo fue, por varias razones, la más importante por supuesto, la seguridad de miles de niños, maestros y personal administrativo y de apoyo. ¿Por qué? Por el simple hecho de que los dictámenes que habilitaban los inmuebles escolares como ‘seguros’, se hicieron al vapor, prevaleciendo el interés político por encima de la seguridad.

Lo que querían mostrar a la opinión pública y a los padres de familia era que su eficiencia era tal que podíamos confiar en ellos, que eran los funcionarios y gobernantes que nos iban a regresar a la ‘normalidad’ por decreto. ‘Normalidad’, por cierto, que aún no aparece, ni aparecerá, tanto por la dimensión del lamentable evento natural, como por la incompetencia mostrada por los diversos órdenes y niveles de gobierno.

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Lo que el sismo mostró, entre otras cosas, es el riesgo en el que hemos estado viviendo, con edificaciones inseguras, antiguas, abandonadas a su suerte. La corrupción de quienes debieran ser los garantes de nuestra seguridad, afloró de una manera inaceptable en un estado moderno y democrático, como se supone que debería ser México.

Los gobernantes que están al frente no tienen ni la estatura ni la visión de estadistas que requerimos para salir adelante. Antes bien, sus corruptelas, omisiones e incompetencias nos han perjudicado. Un ejemplo del desconocimiento que tiene Nuño de la realidad se hizo evidente cuando declaró que las clases se iban a recuperar, ya fuera en contraturno, fines de semana o en el receso escolar. ¿Qué quería mostrar Nuño? Que está preocupado por la educación de los niños y jóvenes. ¿Qué se mostró realmente? Su falta de oficio político, su impericia y, sobre todo, su insensibilidad ante la desgracia. Además, ¿cuándo se tomaron en cuenta los derechos laborales de los maestros? Nunca. Como ha ocurrido sistemáticamente, en particular con el empoderamiento de los gobiernos neoliberales.

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¿Qué han hecho en los días posteriores? Nada, seguir en el discurso redentor, ineficiente. Hay escuelas que están en semáforo ámbar o rojo. No se les dice a los directivos, maestros ni padres de familia cuál ha de ser la ruta, el apoyo, la estrategia. Siguen esperando. No saben qué va a pasar. No hay un plan maestro, porque si no lo hubo cuando llegaron al poder, menos lo tienen para un caso de emergencia.

Los hechos están a la vista. Hay comunidades escolares que ante la necesidad por resolver el problema, se han dado a la tarea de buscar edificios, escuelas, instalaciones de todo tipo para regresar a clases, que no a la ‘normalidad’. Tocando puertas, buscando soluciones, la propia comunidad escolar, ante una autoridad que no resuelve, que no escucha y que sigue pasmada ante los hechos o pensando en su eventual candidatura en los comicios de 2018.

No tienen ni la capacidad ni la disposición real para actuar en consecuencia, porque son tecnócratas, en el menos malo de los escenarios, porque a veces ni eso son, sino una casta de oligarcas, ignorantes, sin oficio, a los que sólo les interesa hacer crecer su capital económico a partir de su afianzamiento en el poder, del color que sean, porque finalmente nos han secuestrado, nos han despojado de nuestra calidad ciudadana.

Calidad ciudadana que es necesario recuperar. La desgracia nos mostró en esos aciagos días que la luz ha de venir, como siempre, de la gente cuyo único compromiso es con la misma gente. Más, mucho más allá de los gobernantes y empresarios, a los que poco les interesan las penurias y la realidad de las mayorías. Tan lejos de ellos, como para pensar que el cambio es factible, que hemos de seguir empujando. Que la desgracia que cayó sobre cientos de compatriotas y el patrimonio de miles de personas de clases bajas y medias, es tan triste como grande la oportunidad para canalizar esa rabia ante la corrupción e incompetencia gubernamental, en las calles, en las urnas, en la exigencia de que se haga justicia.

Nada podemos esperar de Nuño, cachorro de los Chicago Boys, educado para administrar. Nada podemos esperar del modelo neoliberal. Nunca han servido para proyectarnos como país. No sirven. Nos ven como insumos, piezas de su engranaje económico y político que se está cayendo en pedazos, como efecto paralelo del sismo y de otros movimientos dignos y de resistencia que ha dado parte del pueblo, vanguardia y ejemplo para recuperar nuestros derechos políticos. Es tiempo de darle vuelta a la tuerca. En nosotros está el cambio.