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Red Internacional
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FÚTBOL. La Superliga argentina de fútbol y la continuidad de lo mediocre

A pesar del cambio de nombre y organización, el campeonato de primera división aún no logra generar el entusiasmo esperado en los hinchas, quienes están más pendientes de lo que ocurra con sus clubes en las copas internacionales que en el juego de todos los domingos.

Lunes 29 de julio de 2019 14:00

Jugadores de Godoy Cruz discuten con el árbitro Merlos luego del insólito penal cobrado a San Lorenzo.

Pasaron más de cien días desde que se jugó la última fecha de la Superliga 2018/19, que coronó a Racing Club de Avellaneda como el último campeón. Desde entonces los planteles se reforzaron, perdieron figuras y afrontaron una pretemporada extensa que, a falta de competencias oficiales, hicieron mella en el rendimiento exhibido en la primera fecha del actual torneo de primera división.

Uno de los casos testigo fue el de la Academia, que abrió su participación con un pálido 0 a 0, frente a Unión de Santa Fe. El equipo de Leonardo Madelón jugó acorde a sus posibilidades, con un planteo defensivo y nublando a los de Coudet que, si bien contaron con la posesión del balón, lograron profundizar únicamente sobre el final en los pies de Cvitanich, rematando este al cuerpo del arquero Moyano, quien terminó ahogando el festejo del local. Floja presentación de un Racing que no tuvo la frescura necesaria para romper el cero y quedarse con los tres puntos.

Racing, el último campeón, no pudo con Unión de Santa Fe.

El del actual campeón no fue el único comienzo decepcionante que tuvo la Superliga. River y Boca, guardando a muchas de sus figuras y con la cabeza puesta en sus duelos de Copa Libertadores, mostraron una versión más apagada de la que nos tienen acostumbrados. Muchos juveniles y jugadores que suelen estar entre los suplentes fueron protagonistas de partidos que no entusiasmaron y eso se vio reflejado en las tribunas: a la escasa convocatoria se le sumó el poco contagio que venía desde los respectivos campos de juego. En cambio, un San Lorenzo alternativo, que venció a Godoy Cruz gracias a una grosera ayuda arbitral, e Independiente, también pensando en su partido de revancha por Copa Sudamericana, mostraron un nivel aceptable, lograron imponerse a sus rivales y obtuvieron los primeros tres puntos.

Los debuts de River y San Lorenzo trajeron consigo la gran polémica del fin de semana, que fue el pésimo nivel de arbitraje. En sintonía con lo que viene ocurriendo en las competencias organizadas por CONMEBOL, los hombres de negro no dan con la talla de un campeonato tan prestigioso como debería ser el de la Superliga. Y “debería” porque más allá del cambio de nombre que tuvo el torneo y la intervención de privados que venían a solucionar los históricos problemas que acarrea el fútbol argentino, la desorganización y el nivel futbolístico siguen siendo paupérrimos, sin dejar de mencionar que los clubes poderosos siguen imponiéndose y manejando a su antojo la confección de fixtures, cambios en el reglamento, y por supuesto la elección de referís a dedo, según su conveniencia.

El penal inexistente cobrado a San Lorenzo sobre el final, que le sirvió para vencer sobre la hora a Godoy Cruz; las expulsiones que Fernando Rapallini dejó pasar en Argentinos - River; la falta no sancionada por Diego Abal sobre Juan Garro, de Huracán, en el área chica de la Bombonera; y el gol invalidado que hubiera sido el empate de Aldosivi, en su visita a Estudiantes de La Plata, por un fuera de juego que no existió; fueron las instancias que pusieron bajo la lupa los rendimientos de las ternas arbitrales el último fin de semana.

Más allá del cambio de nombre, de manos e intereses, el torneo de primera división argentino sigue siendo el mismo: desorganización dirigencial, campos de juego en mal estado, recesos extremadamente largos que atentan contra la competitividad, preferencias de contiendas (la Superliga sigue estando en un segundo orden de importancia en comparación con las copas internacionales) y malos arbitrajes que definen partidos. Mientras sigan manteniéndose estos dilemas y los promedios que definen descensos gocen de buena salud, el nivel de competencia será escaso y privará a los hinchas de gozar de buenos espectáculos. La emoción será protagonista únicamente en los clásicos y en aquellos clubes que estén peleando los primeros puestos e ingresos a los campeonatos sudamericanos, moneda corriente en un fútbol doméstico que aún no logró despegar.