El mes de noviembre de 2017 no es un mes cualquiera. Será recordado como el mes del 100 aniversario de la Revolución de Octubre, la primera gesta obrera triunfante de la historia. En aquel gran hecho, el 7 de noviembre de 1917, los trabajadores, campesinos y soldados tomaban el cielo por asalto simbolizado en la toma del Palacio de Invierno. Se iniciaba la tortuosa y contradictoria construcción socialista.
Jueves 23 de noviembre de 2017

1917-2017
En nuestro país la revolución tuvo gran impacto, favoreciendo las discusiones internas en el Partido Socialista que terminarían con la fundación del Partido Comunista de Uruguay. Una corriente que a su fundación aglutinaba parte importante de la vieja vanguardia socialista y a sectores que provenían del anarquismo que también reconocieron en la revolución encabezada por los bolcheviques una bandera limpia para la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores. El PCU se erigió como heredero de la Revolución Rusa y como partido que se proponía para el combate y por la independencia política de la clase trabajadora frente a las corrientes sindicalistas y los partidos de las patronales.
La historia prosiguió y el PCU fue parte del proceso mundial de ascenso de la burocracia estalinista al poder, la cual abrió la perspectiva de los frentes populares como política estratégica de los partidos comunistas en todo el globo. En nuestro país la expresión de esta estrategia política se cristalizaría con la fundación del Frente Amplio.
2017: Encuentre la medida de izquierda
La actualidad del Frente Amplio está fuertemente marcada por sus medidas en distintos planos y áreas de la economía e incluso de las libertades democráticas. En un año donde la dirección mayoritaria del PIT-CNT se jugó a allanarle el camino al gobierno y dejarlo libre de manos para gobernar, éste no perdió el tiempo. La Rendición de Cuentas, que a priori podría ser un problema para el gobierno y un factor de movilización popular, fue resuelta sin mayores contradicciones para el bloque gobernante.
En el gran paquete de medidas, hay algunas que sobresalen. Ya no solamente debemos decir que el gobierno no dará el 6% del PBI para la educación, sino que ahora tenemos una Ley de Riego a la medida de las multinacionales especuladoras con el negocio del agua. Una privatización no tan solapada que ha despertado la indignación hasta de la comunidad de científicos.
En los últimos días el gobierno firmó el acuerdo de entendimiento con la finlandesa UPM. El mismo contempla una megainversión por parte del estado uruguayo en materia logística, tanto portuaria como ferroviaria. Álvaro García, el Director de OPP y delegado por parte del gobierno a negociar, lo presenta como un gran paso para el país, dado que la empresa en un principio exigía ventajas “inconstitucionales”. Sin embargo, el acuerdo expresa la subordinación total del Estado uruguayo al capital transnacional. Las ganancias que dejará la pastera al estado uruguayo no están claras. Lejos de toda retórica “nacional y popular”, el advenimiento de una nueva planta con las características de UPM lejos está de representar un “desarrollo de la industria nacional”. Por el contrario, es el reforzamiento de la dependencia del capital extranjero y continúa el proceso de reprimarización de la economía.
La lucha de los trabajadores del BROU contra su desmantelamiento es un hecho importante de la situación política nacional. Pone de relieve nuevamente las intenciones del gobierno con respecto a la entrada de capitales privados a gestionar áreas que hoy son del BROU. El PIT-CNT viene mirando para el costado en este conflicto, y sectores de la bancada de gobierno ya han marcado discrepancias con el equipo económico, generando crisis a su interior. Para que los trabajadores y trabajadoras del Banco República triunfen debe haber un plan de lucha de conjunto y un paro general.
Neoliberalismo, anticapitalismo y socialismo
La semana pasada se llevó a cabo el paro general parcial del PIT-CNT. El mismo fue convocado “Por la democracia y contra el neoliberalismo”.
Es cierto que el péndulo político en la región ha cambiado. El golpe institucional contra Dilma Rousseff que favoreció la llegada de Temer y la victoria en 2015 del macrismo y su consolidación en 2017 da muestras de un retorno de un tipo de funcionariado político que estuvo vetado para administrar el estado en la década pasada. Sin embargo, estos fenómenos se desarrollan al calor del fracaso de los gobiernos progresistas y posneoliberales que de conjunto no alteraron la estructura económica de los distintos países ni trastocaron los intereses del empresariado nacional y extranjero. Es sobre este fenómeno que opera el avance de la derecha en la región.
Finalmente Lula no vino, pero fue el principal anunciado internacional en los días previos. El mismo Lula y el PT expresaron ese tipo de gobiernos, que no solamente garantizó la ganancia empresaria, sino que lo hizo en alianza con el golpista Partido Movimiento Democrático de Brasil del cual es parte Michel Temer.
La dirección del PIT-CNT y el PCU utilizan las (contra)reformas laborales en Brasil y Argentina como arma de extorsión contra los propios trabajadores. Por esta vía es que desde hace algunos meses apelan discursivamente a cerrar filas “contra la derecha”. Es decir, renunciar a luchar hoy contra los despidos, cierre de fábricas y todas las medidas regresivas del gobierno en pos de ganar las elecciones de 2019 a la derecha encarnada en el Partido Nacional, el Colorado, Novick y Mieres.
Los casi trece años de gobierno frenteamplista han mostrado el fracaso de la vía reformista para la transformación social. El Frente Amplio terminó siendo un partido de gestión del estado, sustituyendo al Partido Colorado en su rol histórico y administrando los negocios de los empresarios.
En 2017 la vieja estrategia de los frentes populares “antifascistas” ha adquirido la forma de “frentes antineoliberales”. Intentando asimilar el neoliberalismo al capitalismo como fase histórica determinada.
La trampa nuevamente para el movimiento obrero y popular radica en la subordinación a un gobierno que no es de los trabajadores y manifiestamente gobierna para el capital.
Los conflictos y luchas sociales de los últimos años han ido importantes pero tuvieron sus límites en no encontrar una expresión política.
Comenzamos este artículo reivindicando a la Revolución de Octubre y la fundación de un partido de la clase obrera que luchaba por un gobierno de los trabajadores. Hoy cien años después la necesidad es más vital que nunca. El PCU ya ha renunciado a luchar por la independencia política de los trabajadores. Está en las manos de las nuevas generaciones de trabajadores, jóvenes y mujeres encarar esta tarea.