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Red Internacional
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ANTIRACISMO CATALUÑA. La alcaldesa "progresista" de Barcelona se niega a retirar la estatua de Colón

A raíz de las protestas contra el racismo policial que han acabado con la decapitación de monumentos a Colón, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, manifestó que quiere una ciudad antirracista pero que hay que mantener la estatua de Colón en el puerto. Es como decir que Barcelona es una ciudad refugio pero se criminaliza a los inmigrantes.

Jueves 18 de junio de 2020 12:19

La muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis ha sacudido las últimas semanas a todo el mundo con un movimiento de protesta antiracista. El rechazo a violencia policial dirigida hacia las personas racializadas y los inmigrantes en Europa, así como el racismo institucional e imperialista ha vuelto a posarse en el centro de las demandas sociales en más de medio mundo.

Como parte de la dinámica que tomaron las protestas en varios países se vio la remoción y el ataque a estatuas de esclavistas y colonialistas. Es el caso de la decapitación de los monumentos a Cristobal Colón, principalmente en los Estados Unidos y Reino Unido.

El eco de estas protestas que empezaron en ciudades como Houston o Saint Paul (Minnesota) se está expandiendo, y hasta Barcelona ha llegado el debate sobre qué hacer con el legado arquitectónico de uno de los máximos exponentes de la colonización y el exterminio de los pueblos originarios de América.

No hay duda que uno de los símbolos más visibles de la ciudad de Barcelona es la estatua de Colón que preside el final de la Rambla y el Puerto Viejo. Un símbolo, no obstante, que hace referencia más a la puerta de entrada de la marca Barcelona que, precisamente, establece una división étnica entre migrantes de primera y de segunda.

Ante la polémica abierta la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, intentaba este lunes mantener una posición ambigua respecto al monumento de Colón. En unas declaraciones a RAC1 Colau defendía que "Barcelona quiere ser una ciudad antirracista" pero que "la estatua es un icono de la ciudad de Barcelona por bien o por mal" y consideraba que lo mejor es mantenerla.

Para lo cual, se justificaba diciendo que "hay una reflexión desde hace tiempo en la ciudad y hemos estado pioneros. La estatua de Colón forma parte de la memoria crítica de Barcelona. Todos los expertos que hemos consultado ven más interesante dejar el monumento de manera crítica y que incluya una explicación" y recordaba que Barcelona "puso en marcha en el mandato anterior jornadas de reflexión crítica sobre la presencia colonial y esclavista de la ciudad".

No obstante, del dicho al hecho hay todo un mundo de cinismo al cual "Barcelona en común" (la plataforma política "progresista" de Colau) nos tiene ya acostumbrados.

Y es que el lado b de estas jornadas académicas de reflexión es la realidad de los inmigrantes manteros corriendo ante la Guardia Urbana, las persecuciones y confiscaciones, además de sanciones económicas y por supuesto palizas. Cuando no también alguna noche en prisión o incluso el internamientos en centros de detención para migrantes, en la Zona franca.

Sin duda, detrás del discurso de Barcelona en Común cuando llegó al poder en 2015 de construir una "ciudad refugio", en plena crisis migratoria en el Mediterráneo, se oculta un racismo institucional que nada tiene que envidiar en los anteriores gobiernos municipales del centroderechista Partido Popular o el centroizquierdista Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). De hecho, Colau no tuvo que esperar a su segundo mandato (en coalición con el PSC) para evidenciar que su política no es otra que continuar gestionando los negocios de los lobbies de la ciudad, especialmente el turismo, a expensas de criminalizar a los sectores más desprotegidos. Todo al más puro estilo de la marca Barcelona que posó de pie el mismo PSC hace décadas.

No obstante, la Guardia Urbana tiene un historial endémico de racismo policial que va mucho más allá de la persecución y criminalización de los manteros. Esto lo hemos podido comprobar durante estos meses de pandemia donde se ha utilizado el Estado de alarma para reforzar de forma encubierta la violencia policial y la militarización en las calles, cebándose especialmente contra las personas racializadas y más desprotegidas.

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No hay duda que, como decía hace pocos días el jefe de los Mossos (policía catalana) Eduard Sallent, "existe un sesgo étnico en todo el mundo", y tiene razón, que le tenemos que hacer, es un problema que existe en todas las policías del mundo, a pesar de que el foco esté nuevamente situado en los Estados Unidos.

Un problema, pero, que siempre tiene una decisión política en última instancia, y en este caso, el "antirracismo" de Barcelona en común y Ada Colau destilan un racismo institucional que ya no se pueden sacar de encima.

Pero, además, si hablamos de Cristóbal Colón como símbolo de una ciudad líder como Barcelona, a Ada Colau y sus expertos no se le puede escapar que el significado es mucho más profundo del que parece.

De hecho, la figura de Colón en las principales ciudades europeas de la época tiene un marcado carácter imperialista que hunde sus raíces en la conquista y colonialismo de América para su expolio. De aquí que muchas familias de Cataluña y de la ciudad de Barcelona generarán durante los siglos venideros una incipiente burguesía catalana que todavía hoy perdura.

Colau, con la aceptación del símbolo de Colón como imagen de Barcelona refuerza este carácter imperialista de las clases malolientes barcelonesas y valla el círculo, en cierto modo, defendiendo sus intereses con una policía racista que no duda al perseguir y criminalizar a quién escapa de las guerras y penurias que los mismos países imperialistas originan.