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Red Internacional
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Opinión. La batalla contra el relato de Milei y la lucha de clases

En pocos días asume el nuevo presidente. Su aparato comunicacional ya está en pie de guerra para intentar convencer de la inevitabilidad de un ajuste, protegiendo a los poderosos de siempre. La importancia de dar también la pelea en este terreno con agitación política y disputa de opinión para preparar mejor las luchas que vienen. Este jueves desde las 18 hs sumate al tuitazo para decir que #PlataHay.

Fernando Scolnik

Fernando Scolnik @FernandoScolnik

Jueves 7 de diciembre de 2023 07:33

Todo indica que hay poco tiempo. Si nos guiamos por las declaraciones del presidente electo, de sus futuros funcionarios y por los trascendidos periodísticos, este domingo, al asumir, Javier Milei anunciará en su discurso un plan de guerra contra las grandes mayorías.

Se vienen nuevas devaluaciones, tarifazos, despidos y recortes de presupuesto en distintas áreas. También proyectos en el Congreso Nacional para que se debatan privatizaciones y reformas. Pero la batalla ya empezó desde antes de la asunción del nuevo presidente.

Javier Milei está siguiendo el consejo que le dio Mauricio Macri. El ex presidente del PRO dice que aún se arrepiente de no haber utilizado los primeros días de su Gobierno en 2015 para denunciar la herencia recibida que le dejaba el Gobierno de Cristina Kirchner y justificar así un fuerte plan de ajustes. Se dedicó, en cambio, a hablar de la “revolución de la alegría” con promesas para todos y todas que no quería ni podía cumplir.

El presidente electo de La Libertad Avanza -aconsejado por Macri- está en otra sintonía. Quiere utilizar el enorme hartazgo social que hay con larguísimos años de crisis económica para dar un golpe sobre la mesa y justificar medidas de shock. Es altamente probable que este domingo lo escuchemos hablar con un diagnóstico durísimo sobre la situación del país. El objetivo es que las medidas tremendamente impopulares que se vienen parezcan inevitables.

La situación actual es muy dura. Eso no hace falta decirlo. Según un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) difundido esta semana, el Gobierno de Unión por la Patria (o Frente de Todos) se va dejando índices de pobreza del 44,7 %, siendo aún más grave entre niños y adolescentes (62 %).

Javier Milei ofrece un diagnóstico a su conveniencia de por qué sucede eso. La culpa sería del exceso de gasto público, de la “casta” que defiende sus privilegios, de la emisión monetaria o de las limitaciones que se le ponen al mercado con regulaciones, entre otros motivos. Desde esa batalla cultural justificarán lo que viene: el diagnóstico de la herencia recibida será instrumentalizado para pedir que la población aguante duros meses de inflación aún más alta y estancamiento económico (estanflación) y para vender la receta (devaluación, ajuste, despidos, privatizaciones, tarifazos) con la ilusión de que hay luz al final del túnel.

Las comparaciones nunca son perfectas, pero por algo se habla tanto por estos días de menemismo . Incluso Martín Menem es el hombre propuesto por Javier Milei para presidir la Cámara de Diputados. En los primeros años `90 -y después de una hiperinflación- Carlos Menem “aprovechó” el hartazgo con una gran crisis para moldear a la opinión pública en favor de implementar su plan neoliberal de privatizaciones, ajustes, reformas estructurales y apertura indiscriminada para estabilizar la situación. Sobre el balance de lo que dejó aquella década, Javier Milei considera que fue el mejor gobierno de la historia argentina. Las grandes masas, en cambio, lo recuerdan como un plan que terminó en hambre y desocupación.

Hoy la bronca que hay con una situación de altísima pobreza e inflación quiere ser utilizada por La Libertad Avanza para ir en un sentido similar al de Menem, aunque en otro contexto.

Se impone una batalla por el diagnóstico y por el programa. Con su demagogia ultraderechista que busca empalmar con el sentimiento de que hay que hacer algo radicalmente distinto porque la situación actual es muy mala, Javier Milei va girando de decir que la culpa es de la “casta” a apuntar sus cañones contra todo lo que dependa del Estado. Buscar generar consensos para despedir trabajadores y trabajadoras estatales. Para devaluar, recortar y aplicar tarifazos diciendo que primero será duro pero que solo así después bajará la inflación. Para darle libertad al mercado para remarcar precios sin control o explotar y despedir a los trabajadores como quieran. Para que aún más empresas privadas controlen resortes estratégicos de la economía. Lógicamente, tiene un gran punto de apoyo: el discurso de “Estado presente” con el que el peronismo aplicó en realidad los grandes planes de ajuste del FMI, y la pasividad con la que las burocracias sindicales callaron estos años, le dieron grandes soportes al discurso de la derecha para desprestigiar todo lo colectivo, lo solidario y abrirle paso a las ideas de libre mercado y el individualismo. El combo liberfacho se completa con un discurso patriarcal y antiderechos. Hasta Mauricio Macri se dio el lujo esta semana de decir que la CGT no hizo nada contra el ajuste todos estos años, aprovechando que el Gobierno de Alberto Fernández fue el primero en décadas en terminar sin un paro general .

Una última reflexión antes de terminar. Carlos Menem no sólo impuso su plan sobre la base del hartazgo con la crisis y subiéndose a la ola del consenso neoliberal que primaba en el mundo en ese entonces. Antes, tuvo que vencer enormes luchas de los trabajadores contra las privatizaciones. Porque entre los discursos y la realidad, siempre está de por medio la prueba de la lucha de clases. Así será también en la nueva etapa que se está abriendo en Argentina.

Hoy ya comienza a redoblarse la organización para lo que viene. Son miles los trabajadores y trabajadoras estatales que ya hicieron asambleas para plantarse frente a los ataques que en pocos días les van a llegar. Son las mujeres y la diversidad sexual lxs primerxs que ganaron las calles el 25 de noviembre para decir “Ni un ajuste más, ni un derecho menos”. Son también trabajadores de la industria como en Mondelez o en el neumático los que están con la guardia en alto frente a los empresarios que querrán envalentonarse.

Son recién los primeros pasos de la resistencia frente a lo que viene. Pero esas batallas no las podemos dar por separado. Por un lado se trata de coordinar, sí. Si tocan a uno, tocan a todos, porque en cada pelea que triunfa o es derrotada se va construyendo una nueva relación de fuerzas frente a la etapa que se abre. Hay que apoyar cada pelea y poner en pie instancias de coordinación de los sectores en lucha y la izquierda, como un gran Encuentro. Pero también es necesario redoblar los esfuerzos de agitación política y batalla cultural contra sus consensos. Una de las tareas más importantes del momento es disputar la opinión, desnudar el discurso político demagógico de la ultraderecha y poner de relieve que todo el diagnóstico de Milei es falso, que es una construcción para fundamentar brutales planes de ajuste y proteger los intereses del poder económico. Sí, que Milei es un gatito mimoso del poder económico. La relación de fuerzas para cada pelea, y para enfrentar el plan de conjunto, se juega también en la pelea por la conciencia de sectores de masas. Hay que oponerle al populismo de derecha que señala culpables donde no los hay, un relato en favor de una salida favorable a las grandes mayorías. La realidad, que mucho más temprano que tarde hará chocar las expectativas y las aspiraciones de incluso una parte de los votantes de Milei que esperan mejorar sus condiciones de vida, ayudará haciendo su parte.

Este jueves te invitamos a una pequeña batalla en ese sentido, que será una de las tantas que vendrán en un período convulsivo donde un nuevo proyecto político de la derecha se propone rediseñar el país. Desde las 18 hs convocamos a un tuitazo con el hashtag #PlataHay. Queremos ser miles para que se haga masivo nuestro grito para denunciar que las recetas de Milei no son el único camino, sino que son ellos o nosotros. O se ajusta a los trabajadores, se aplican tarifazos, se despide y se entrega el país o se afectan los intereses de los poderosos. Hay que pasarle la motosierra a ellos: al FMI, a los bancos, a los especuladores, a las privatizadas, a los grandes exportadores y propietarios de campos. Si instalamos esas ideas con una gran agitación política, también las luchas que están por venir se darán en mejores condiciones. La batalla por la opinión es una pelea clave para la preparación de la lucha de clases. Como alguna vez dijo León Trotsky, se trata de rebelarse contra la opinión pública de las clases dominantes y poner en pie una "opinión pública revolucionaria" que permita a la clase trabajadora "pisotear las órdenes de la burguesía y alcanzar la meta revolucionaria elegida libremente, que constituye al mismo tiempo una necesidad histórica".


Fernando Scolnik

Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.

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