El pedido de Julio Piumato, secretario de DDHH de la CGT, de sobreseer a Isabel Perón imputada por la causa Triple A, es un agravio de la burocracia sindical hacía los familiares y las víctimas del terrorismo ultraderechista impulsado por los gobiernos peronistas de entonces.
Facundo Aguirre @facuaguirre1917
Viernes 4 de febrero de 2022 14:16
Casi 2000 muertes e innumerables atentados llevó a cabo la Triple A durante su existencia. La misma, a cuyo frente se encontraba el ministro de bienestar social y secretario privado del General, José López Rega, fue patrocinada por el propio Juan Domingo Perón y continuada bajo la presidencia de Isabel Perón.
La Triple A es, junto al Pacto Social, una de las herramientas con que Perón y López Rega buscaban poner fin a la insurgencia obrera y juvenil, que anidaba en el país tras la semiinsurrección cordobesa de mayo de 1969. La Triple A tenía por objetivo a la vanguardia militante de los trabajadores que mantenía viva la insurgencia iniciada con el Cordobazo.
Muerto Perón, el gobierno de Isabel Perón fue el reinado abierto de la Triple A y López Rega. El salto exponencial de los asesinatos es prueba de ellos. Rodolfo Almirón, uno de los jefes de la banda criminal, era el custodio de la ex presidenta. Exiliada en España, el criminal de guerra ustacha y figura clave en la formación de la Triple A, Milo de Bogetich, fue su asistente personal.
Durante el gobierno del “padre de la democracia”, Raúl Alfonsín, se estableció que los crímenes del terrorismo de estado cometidos durante los gobiernos de Perón e Isabel quedaban impunes y que solo se juzgarían los actos criminales a partir del 24 de marzo de 1976.
La burocracia sindical encabezada por José Ignacio Rucci fue promotora de estas bandas criminales cuyo bautismo de fuego fue la Masacre de Ezeiza. José Pedraza, el asesino de Mariano Ferreyra, no salió de la nada. En el ADN de la burocracia que hoy parasita los sindicatos se inscribe su pertenencia a la Triple A. Muchos de los actuales y eternos dirigentes gremiales, tienen un pasado como pistoleros de la Juventud Sindical Peronista integrante de las Tres A.
El pedido de impunidad para Isabel y su reivindicación como víctima de la dictadura, intenta indultar a la propia burocracia sindical y el peronismo, por los crímenes terroristas contra la clase obrera que decían representar. La reivindicación de Isabel no es patrimonio de la burocracia, sino también y crecientemente del kirchnerismo.
En nombre de que el golpe genocida fue contra un modelo de país que Isabel representaba, esconde que el objetivo del genocidio fue llevar hasta el final la tarea que la Triple A no pudo concretar porque fue derrotada por la huelga general de junio y julio de 1975. Oculta también que aquellas jornadas históricas donde los trabajadores protagonizaron la primera huelga general contra un gobierno peronista, echó por tierra los planes de Isabel de aplicar un ajuste brutal contra el pueblo, de corte netamente liberal.
La reivindicación de Isabel por el kirchnerismo es necesaria para proclamar la validez de la unidad del peronismo como valor universal, en nombre de la defensa de un modelo de país que lejos de haber llevado a la liberación nacional condujo a un mayor sometimiento al imperialismo
Piumato fue un activo colaborador del macrismo. La burocracia sindical atornillada a sus sillones tiene una herencia sangrienta. El agravio a las compañeras y compañeros muertos y asesinados por las bandas ultraderechistas que integraban es inadmisible. Barrer a la burocracia de los sindicatos para recuperarlos como organizaciones de lucha de los trabajadores, sigue siendo una tarea al orden del día.
Ni olvidó ni perdón.
Facundo Aguirre
Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.