Con poco tiempo y recursos disponibles para la campaña, la candidata del PSOL, Luciana Genro, viene aprovechando los debates nacionales para hacer conocer sus posiciones. Ganó terreno en el debate promovido por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) al diferenciarse del PT y el Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB). En el debate del último domingo, adoptó una postura moderada en medio de afirmaciones homofóbicas de Levy Fidelix. La candidatura de izquierda con más visibilidad atrae simpatizantes, pero falla en la defensa de los intereses de los trabajadores y la juventud.
Jueves 2 de octubre de 2014
Una campaña que no estuvo a la altura de “Junio”
En junio del año pasado Brasil protagonizó una serie de manifestaciones masivas que abrieron un nuevo momento en la política nacional. El impacto fue tan profundo que obligó a todos los candidatos a hablar “en nombre del cambio”. Para los partidos de izquierda es un auditorio más atento a sus ideas. El PSOL, sin embargo, no cambió una coma de su último guion electoral; más bien profundizó medidas de adaptación al deplorable régimen político-partidario brasilero. Aceptó, una vez más, dinero de empresas capitalistas. Dando cuerpo a su programa de desarrollo capitalista bajo dirección estatal (entiéndase, burgués), centrando su propaganda esencialmente en denuncias a la política económica del gobierno de Dilma.
La candidatura de Luciana Genro no sirvió como plataforma de las luchas obreras y populares. Como ejemplo esclarecedor podemos citar la huelga de la Universidad de San Pablo (USP) y las estatales paulistas, que después de 116 días de un durísimo enfrentamiento con los Rectorados y gobiernos logró detener ataques estructurales a la universidad pública, como la tentativa de desvinculación del Hospital universitario de la Universidad de San Pablo (USP) y arrancar un reajuste salarial contra la propuesta del 0% de los Rectorados. Las candidaturas del PSOL en ningún momento tuvieron como eje fortalecer esa importante lucha en defensa de la educación y la salud públicas. Por el contrario, al frente de los Centros de Estudiantes de la USP y de la Universidad de Campinas (UNICAMP), debilitaron la lucha para priorizar sus campañas electorales completamente por fuera de ese proceso.
Dos debates, dos resultados: una misma idea
El intrincado sistema partidario brasilero es absolutamente antidemocrático. Funciona de modo que privilegia a los partidos tradicionales que defienden el orden. Genro ganó protagonismo en el debate realizado por la Confederación Nacional de Obispos (CNBB) el día 19. La parte que más circula en internet es la secuencia de pregunta, respuesta y réplica que tuvo con el candidato “tucano” Aécio Neves (PSDB). El “tucano” había terminado una secuencia de ataques a Dilma, denunciando los casos de corrupción más recientes, destacando el caso de Petrobras. Después de coincidir en la crítica de que el gobierno de Dilma y el PT deben ser criticados por el modo en que se apropian del Estado en beneficio propio, Luciana Genro remarcó que el PSDB fue el precursor de esa práctica. Recordó el caso de la compra de votos en el Senado en 1997 para favorecer la enmienda constitucional que garantizase la reelección. Entusiasmada, abrazó la vieja bandera de la ética del PT antes del escándalo del “mensalão”. Desgraciadamente, la candidata no aprovechó la oportunidad para denunciar la relación simbiótica entre el Estado capitalista, sus partidos políticos, los bancos y el crimen organizado. La corrupción y el crimen organizado son inherentes al Estado, dirigido por la burguesía, pues es ella la principal beneficiaria de esa relación. Para los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre, que hoy buscan atentamente una alternativa política que defienda de hecho sus intereses, quedó solamente la falsa idea de que basta con cambiar las personas que integran los organismos del régimen político brasilero para que las cosas sean diferentes.
La repercusión obtenida por el desempeño de Genro no es tributaria de la fuerza de sus ideas. El espacio político para ideas de izquierda después de “Junio” es creciente. En medio del marasmo y la podrida política de los partidos oficiales, refrescar la memoria y recordar que los gobiernos del PSDB no se diferencian en nada en cuanto a la corrupción a los del PT, es estimulante para aquellos que se identifican con “Junio”. Pero absolutamente insuficiente.
El debate del último domingo, televisado por la Red Record, fue un momento que definió la intervención de Genro. Hacia el final, la candidata del PSOL preguntó a Levy Fidelix por qué alguien que defiende la familia se niega a reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo. La respuesta de Fidelix fue un ataque a los más elementales derechos de los homosexuales, una manifestación homofóbica con incitación a la violencia.
La mesa estaba servida para demostrar cómo la izquierda responde a posiciones como esa. Y mejor aún, por cadena nacional. Lo que podría haber sido un combate frontal contra Fidelix y su postura digna de defensores de regímenes autoritarios, se transformó en mera respuesta genérica, defendiendo el matrimonio igualitario. Se perdió una enorme oportunidad de desenmascarar a Dilma y el PT, que gobiernan con el apoyo de la bancada evangelista, que persigue a lesbianas, gays, travestis, transexuales y transgénero. Se perdió una oportunidad de desenmascarar a Marina Silva y su discurso de “nueva política”, que sin embargo define su programa con los consejos de Malafaia (reconocido tele-evangelista, es el tercer pastor más rico de Brasil y acérrimo enemigo del derecho de los homosexuales y del derecho al aborto).
El soplo refrescante de denuncia tanto del PSDB como del PT en materia de corrupción en el debate de la CNBB, encontró su otra cara en el debate de la Record. Luciana Genro defiende un proyecto político que propone apropiarse de las estructuras del régimen político nacional y, a partir de ahí, realizar transformaciones sociales y políticas. La cuestión es que ese mismo régimen sirve para defender los intereses de los capitalistas. Tener como principal objetivo ocupar paulatinamente los espacios políticos existentes desarma a los trabajadores y al pueblo pobre para la defensa de sus intereses. La fuerza de la candidatura de Luciana Genro entre sectores de la izquierda y jóvenes que despertaron políticamente al protagonizar las jornadas de “Junio”, no está en la perspectiva política que ella representa. Se encuentra justamente en el anhelo de algo más, de una política vinculada a los destinos de los trabajadores y del pueblo pobre. Pero el PSOL, no está a la altura de ese desafío.
Fernando Pardal
Nació en São Paulo, Brasil, en 1984. Formado en Letras y militante del Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT). Escribe y estudia sobre literatura, teatro, cultura y psicoanálisis.