En las últimas semanas, se dieron a conocer novedades respecto a la candidatura independiente de Marichuy, impulsada por el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), propuesta originalmente por la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al Congreso Nacional Indígena (CNI).
Jueves 24 de agosto de 2017
Se constituyó la Asociación Civil “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”, un oneroso requisito impuesto por el Instituto Nacional Electoral (INE) para el registro de las candidaturas independientes.
El pasado 12 de agosto se realizó en la Ciudad de México una reunión en la que participaron colectivos e integrantes de “la Sexta”, en la cual se discutió en torno a la campaña de obtención de un millón de firmas, exigida por el INE, entre otros temas. Es evidente que requisitos como obtener una gran cantidad de firmas en un corto periodo, obstaculizan el registro de candidaturas que no provengan de los partidos patronales.
Ante eso, el Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS) considera que hay que repudiar estas restricciones y exigir que toda organización obrera, popular o de izquierda que así lo considere (como el CIG ahora, o como lo ha hecho nuestra organización en el 2016) pueda participar en procesos electorales sin ningún impedimento.
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Desde el año pasado, distintas organizaciones de izquierda manifestaron su intención de llamar a votar por la vocera del CIG, a pesar de que aún no se conoce su programa. Hasta ahora, Marichuy se pronunció contra los atropellos del capitalismo hacia las comunidades indígenas y el pueblo. Y manifestó que su intención no es llegar a la presidencia, sino impulsar la organización, entre otras consideraciones.
Un programa que enfrente a los capitalistas
Desde que se conoció esta propuesta, los socialistas del MTS planteamos que, desde nuestro punto de vista, para llegar a millones de personas con una perspectiva anticapitalista y combativa, una candidatura independiente debería expresar las luchas que distintos sectores de trabajadores llevaron adelante los últimos años. Como los maestros contra la Reforma Educativa, los y las obreras de las maquiladoras de Ciudad Juárez, o los trabajadores agrícolas de San Quintín. Y proponer un programa para que los de abajo no paguemos los costos de la crisis, llamando a enfrentar, con la movilización en las calles, este régimen político que defiende los intereses de los capitalistas, así como recuperando las demandas más sentidas de todo país: contra la desaparición forzada, la militarización, los feminicidios y para echar abajo las Reformas Estructurales.
En ese camino, consideramos que es prioritario construir un pliego que dé respuesta a las demandas del campesinado, los pueblos indígenas y el proletariado agrícola que ha crecido bajo el TLC.
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Eso requiere enfrentar el despojo de las trasnacionales, resistido heroicamente por los pueblos indígenas, y luche contra los megaproyectos, levantando a la par la bandera de una verdadera reforma agraria retomando la demanda de Emiliano Zapata “la tierra es de quien la trabaja”. Para conquistar plenos derechos a la autonomía que exigen los pueblos, es fundamental luchar también por la tierra. En ese camino es que hay que proponer la expropiación de los latifundios y los agrobusiness, acabando con la explotación y opresión contra la que se rebelaron los jornaleros en Baja California.
Para conquistar estas demandas, es fundamental que se ponga en movimiento la fuerza de la clase obrera encabezando la alianza con los campesinos e indígenas. Los asalariados son la principal fuerza que mueve el capitalismo y que ha crecido bajo el TLC, sin la cual es impensable terminar con el capitalismo y la penetración imperialista. Para soldar esa alianza, necesitamos un programa que recoja las demandas fundamentales de los trabajadores, campesinos e indígenas y que sea una gran herramienta en la lucha contra el régimen político.
La definición que haga el CIG sobre el programa que levantará para el 2018, abrirá sin duda una importante discusión en la izquierda.
El anticapitalismo y la lucha por el poder
Es indudable que propuestas políticas como la que formuló el EZLN al CNI para que participe en las elecciones, reabren el debate sobre cómo acabar con la explotación y la opresión capitalista. El posicionamiento que adopte esta candidatura independiente es muy importante. Todo indica que Marichuy coincide con la posición histórica del EZLN: anticapitalismo significa no luchar por el poder político y frente al poder de los de arriba, desarrollar la organización desde abajo.
Desde el MTS consideramos que es imprescindible la organización democrática y desde abajo, para luchar contra el poder de los capitalistas y construir organismos de autodeterminación y democracia directa. Ello sin duda muestra la potencialidad de los trabajadores, campesinos e indígenas para contraponer al poder del estado, su autoorganización. Pero el objetivo no puede ser coexistir con el estado de los capitalistas, el cual buscará aislar y asfixiar las experiencias autónomas y que impedirá la resolución de sus aspiraciones en tanto se mantenga en pie. Para conquistarlas, hay que quebrar la dominación política de los explotadores, el poder de su estado.
Los socialistas pensamos que una perspectiva anticapitalista requiere luchar por un gobierno de los trabajadores, los campesinos e indígenas pobres. Una alternativa de poder, basado en la organización democrática de los trabajadores y los oprimidos, opuesta a lo que representa el poder actual de los capitalistas. Que rompa con la dominación imperialista y expropie a los grandes empresarios y las trasnacionales del campo. Sin eso, no hay forma de resolver las demandas de las grandes mayorías. Un gobierno de los trabajadores y el pueblo podría, por ejemplo, brindar los créditos baratos y los recursos técnicos que necesitan los campesinos pobres, expropiando para ello a la banca y la industria. Como expresión de la alianza obrera y campesina, detendría el despojo, garantizaría el pleno y absoluto derecho a la autonomía y el acceso a la tierra que niega el actual régimen político.
Optar por el “éxodo a una sociedad alternativa”, conviviendo con el poder capitalista en lugar de buscar destruirlo, abre además la puerta a propuestas como las que en su momento formuló la VI Declaración, de “luchar por una nueva Constitución”. Lo cual, en el marco de una negativa a luchar por el poder para los explotados y los oprimidos, sólo pueden llevar a una democratización o reforma del mismo régimen que se repudia.
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Está a debate en la izquierda cómo luchamos por los intereses de las grandes mayorías trabajadoras y cómo presentamos una alternativa real -en el terreno electoral pero también en la movilización y la lucha de clases- frente a los partidos de los empresarios. En el MTS queremos construir una herramienta política que impulse esa perspectiva. El anticapitalismo implica una perspectiva revolucionaria, que inscriba en su programa la lucha contra el régimen y el poder de los capitalistas, contra la dominación imperialista y por un gobierno de los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre.
Pablo Oprinari
Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.