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Red Internacional
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Barbarie Capitalista. La capitana Carola Rackete y los guardianes del Mediterráneo

La pulseada de Rackete y la tripulación del Sea Watch 3 contra la xenofobia del ministro italiano Salvini. Mientras él la encarcela por salvar vidas en el Mediterráneo, los europeos la reciben con aplausos.

Santiago Montag

Santiago Montag @salvadorsoler10

Lunes 1ro de julio de 2019 09:16

Guerra, inanición, tortura, abusos, agresiones, familias destruÍdas y un largo etcétera, el ABC de la barbarie capitalista, es el origen de quienes arriesgan sus vidas para cruzar el Mediterráneo desde el norte de África y Medio Oriente buscando un futuro.

Mientras los gobiernos europeos intentan levantar un muro marítimo para evitar su llegada, hay quienes se entregan para salvar vidas humanas en alta mar. Carola Rackete, se convirtió en un ícono de esta pelea.

La capitana Carola Rackete y su tripulación del Sea Watch 3, le están dando una buena pulseada a la xenofobia del ministro de Defensa italiano Matteo Salvini, quien insólitamente la encarceló por salvar vidas en el Mediterráneo.

El 28 de junio, el Sea Watch 3 atracó en el puerto comercial de Lampedusa, Sicilia, con 42 migrantes provenientes del norte de África. Durante dos semanas el gobierno italiano se negaba a autorizar el amarre del viejo remolcador que se mantuvo a flote a pesar del aislamiento. El mensaje que emitían desde el interior era de una desesperada necesidad de ayuda humanitaria. Unas 16 personas debieron ser evacuadas por emergencia médica.

A los pocos minutos del amarre, agentes italianos arrestaron a Carola con el inexplicable argumento de "resistencia o violencia contra un buque de guerra", cuyo delito implica una sentencia de tres a diez años de prisión, además de tener que pagar más de 300.000 euros en multas.

El Sea Watch 3 estuvo alrededor de 17 días a la deriva en alta mar repleto de migrantes. No hubo país que los autorice a desembarcar a las 42 personas que escapaban de la guerra, el hambre y la miseria. Entre ellos había nueve mujeres, de las cuales dos están embarazadas, dos bebés y cuatro niños sin sus padres. Una vez que la marea los adentró en aguas italianas, comenzó la pulseada para que el barco no toque la costa siciliana: “sólo quiero que las personas puedan bajar a tierra", dijo Rackete vía Skype. Y “estoy dispuesta a ir a la cárcel y voy a defenderme en la Corte si es necesario porque lo que estamos haciendo es correcto" publicaba en las redes sociales la capitana.

Rackete además se apoya en que es un derecho humanitario el rescate de personas que necesiten auxilio en aguas internacionales. Mientras, Salvini acusaba a la joven alemana por tener un "comportamiento criminal", agregaba que los 40 migrantes serán llevados a los países que estén interesados en acogerlos. Francia, Alemania, Luxemburgo, Finlandia y Portugal ya se han ofrecido a recibirlos, aunque previamente, mientras corría peligro la tripulación, no lo hicieron.

La hazaña del Sea Watch 3 fue recibida con aplausos de los europeos. En las redes sociales y en diferentes países se ha iniciado de forma inmediata una campaña para exigir la libertad de Carola Rackete, quien se ha transformado en un símbolo de la solidaridad con los migrantes y contra las políticas de xenofobia y racismo que promueve la extrema derecha.

Los guardianes del Mediaterráneo

Carola es una joven de 31 años que nació en Kiel - la ciudad portuaria del Báltico donde en 1918 los marineros insurrectos iniciaron el derrocamiento del Káiser alemán -. Estudió Ciencias Náuticas y Protección del Medio Ambiente en Alemania y Reino Unido. Antes de unirse a Sea-Watch, ganó experiencia navegando barcos rompehielos para la investigación polar en el Ártico y la Antártida. Fue activista por el medio ambiente, hasta que las olas de migraciones hacia Europa giraron su brújula.

En cada una de sus vacaciones, ella se embarcaba con la ONG para salvar migrantes junto a otros voluntarios. Ella se describe con justas palabras "Nací rica, soy blanca, alemana, tengo el pasaporte justo y tres títulos universitarios. Me siento en el deber de ayudar a la gente que está en una situación peor que la mía. Los europeos hemos permitido a nuestros gobiernos construir un muro en el mar. Hay una sociedad civil que lucha contra eso y yo formo parte de ella".

Tal es la hazaña de esta joven que muchos europeos que la recibieron con aplausos. Mientras, el líder de la ultra derecha Matteo Salvini la caratuló como “enemigo público número uno” en Italia por tantos dolores de cabeza ocasionados, siendo el problema de la inmigración parte de su programa político. Sin embargo, esta es una práctica habitual del Estado italiano desde los años 70 contra todo tipo de activismo político, de plantar condenas ejemplificadoras para el resto de la población. Una política punitiva que no frena los actos heroicos de ningún rescatista.

La barbarie imperialista está llevando a muchos jóvenes europeos a embarcarse en las ONG que se dedican al salvataje de migrantes en el Mediterráneo, como por ejemplo Lifeline, Médicos Sin Fronteras, Open Arms o Sea-Watch. Aunque sus objetivos estén restringidos en los marcos del capitalismo respondiendo a disputas políticas propias de la Unión Europea, estos rescatistas de oficio arriesgan sus vidas en un mar militarizado por fuerzas navales estatales o paramilitares que cazan literalmente migrantes para impedir su llegada a las costas europeas. Rompen las aguas de los ultra derechistas que dictan leyes de restricción para la navegación de las aguas o el zarpe de estas embarcaciones. El mismo Pedro Sánchez, perteneciente al PSOE, tiene varios barcos retenidos en el puerto de Barcelona con prohibiciones de realizar salvamento en la zona: "No aguantamos más, nos vamos. Antes presos que cómplices", anunciaba Òscar Camps, un rescatista de la ONG catalana Open Arms, en Twitter.

Varios activistas se encuentran en la situación de Carola Rackete. Pia Klemp, la bióloga alemana de 36 años, otra capitana de barco de Sea-Watch, que se enfrenta a la posible condena de 20 años de prisión y multas siderales por rescatar a más de 1.000 migrantes que cruzaban hacia Europa. Su caso también está en manos del gobierno Italiano.

Del otro lado del Atlántico está el caso de Scott Warren, que enfrenta cargos por 20 años de prisión por defender migrantes contra la política de Donald Trump, siendo que pocos días atrás vimos la impactante imágen de Óscar Alberto Martínez Ramírez, y su hija Valeria, de un año y 11 meses, muertos en la orilla del río Bravo al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos provenientes de El Salvador.

En un comienzo, estas ONG trabajaban junto a pequeñas flotas militares de rescate de naufragios provenientes de Libia con rumbo hacia Italia. Con el avance de los gobiernos de ultra derecha, la “asistencia” de buques militares desapareció, quedando sólo los barcos humanitarios. Al tiempo que aumentaban las políticas anti inmigrantes, estas embarcaciones comenzaron a ser consideradas cómplices de los “traficantes de seres humanos” por el gobierno italiano.

Una crisis migratoria a escala planetaria

Todos estos casos que se extienden cada vez más, muestran la creciente indignación en todo el mundo contra la barbarie creada por las políticas anti migrantes del imperialismo.

En América Latina se está desarrollando el movimiento migratorio más grande de la historia, que escapan de las miseria producto de la expoliación de los países imperialistas. Centro América es la región más golpeada, o Haití, que ha sido declarada en emergencia humanitaria por la ONU.

Desde Medio Oriente, millones escapan de las guerras producidas por intervenciones militares de la OTAN. En África alrededor de 12 millones de personas cruzan las fronteras de sus países, de los cuáles 7 millones son niños. Sólo 1 de cada 4, logra escapar hacia Europa.

Las cifras se vuelven más siniestras cuando vemos que el Mediterráneo se convirtió en una verdadera tumba, superando las 2.000 personas ahogadas. Aún peores son las que indican que los niños son el principal blanco de las redes de tráfico de personas, donde probablemente pueden terminar en esclavitud laboral o sexual, o tráfico de órganos, según UNICEF y el Consejo Europeo.

Esta crisis migratoria, que adquirió carácter planetario, fue declarada como la peor desde la Segunda Guerra Mundial. Las principales potencias mundiales como Francia, Italia o Estados Unidos, que son sus responsables, responden con redoblar la ofensiva contra los migrantes: campos de concentración, deportaciones, hundimiento de barcos con paramilitares, o el cierre de puertos. El colmo de esta política es que encarcelen personas por ejercer el derecho marítimo humanitario, que obliga a auxiliar a personas en peligro en el mar a toda embarcación que encuentren.

Sin embargo, estas políticas generan un rechazo generalizado como muestran las movilizaciones en defensa de los migrantes y refugiados en Estados Unidos y varios países de Europa. El desafío es enfrentar las políticas xenófobas de sus propios gobiernos, los planes de austeridad que buscan aplicar en favor de las grandes empresas en sus países y en el resto del mundo, y las intervenciones militares sistemáticas. Es la única salida para terminar con la inhumana situación a la que nos empuja el capitalismo.


Santiago Montag

Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.

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