Al menos 95 muertos y decenas de desaparecidos. A pesar de los graves pronósticos, ni el gobierno autonómico ni el central valoraron la suspensión de actividades. Las riadas atraparon a decenas de miles en sus trabajos o de camino a casa. Como vimos en la pandemia, sus beneficios vuelven a estar por delante de nuestras vidas.
Miércoles 30 de octubre
En las últimas horas, el pueblo del País Valencià y otras zonas de las provincias limítrofes de Albacete y Cuenca han vivido la que es ya la peor gota fría del siglo. La DANA que comenzó a descargar este martes, deja cifras de precipitaciones y fenómenos meteorológicos extremos que han superado la otra gran DANA de 2019. Las precipitaciones se trasladan ahora hacia Catalunya y Aragón, por un lado, y hacia el suroeste de Andalucía.
A las 19h de este miércoles la cifra provisional de fallecidos eran de 95 personas y decenas de desaparecidos. Una tragedia que supera los precedentes de las grandes riadas de 1982 y 1987, cuando murieron 38 y 81 personas respectivamente.
Cientos de miles de personas se vieron ayer sorprendidas por los torrentes de agua desbocada mientras estaban en sus trabajos o domicilios, o en el tránsito entre un lugar y el otro. Miles han pasado la noche refugiados en las azoteas de edificios o los techos de sus vehículos, completamente incomunicadas.
La destrucción ha dejado carreteras y autopistas completamente colapsadas o inutilizadas, un corte de suministro eléctrico que ha afectado a 150 mil personas, la caída de las comunicaciones móviles y telefónicas en gran parte de la región y la suspensión de todo el tráfico ferroviario.
Desde la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras nos queremos solidarizar con todos los afectados, así como enviar un fuerte saludo a los trabajadores y trabajadoras de los equipos de rescate que se están dejando la piel, y muchas de ellas la vida.
Una catástrofe natural convertida en un crimen social
Estamos ante una catástrofe natural, cuya magnitud no se puede separar del aumento de fenómenos extremos – en magnitud y frecuencia – producidos por el cambio climático, hijo de la irracionalidad capitalista y de la absoluta inacción de los Estados capitalistas para ponerle freno.
Pero además de estas responsabilidades de fondo, y en contra de quienes quieren vendernos esta tragedia como un hecho sobrevenido ante el que nada se podía hacer, el gobierno de la Comunidad Valenciana, el central y la patronal tienen hoy sus manos manchadas de sangre.
El gobierno del PP, con Carlos Mazón a la cabeza y el apoyo de Vox en el Parlament, ha hecho seña de identidad del desmantelamiento de los servicios públicos. Son, por lo tanto, parte de los destructores de los recursos fundamentales para la atención de una situación así. Al poco de llegar al poder, una de sus primeras medidas fue la disolución de la “Unidad Valenciana de Emergencias”, presentada como un ejemplo de su “reestructuración del sector público”.
Lo cierto es que dicha unidad había sido creada en los últimos meses del gobierno de PSPV y Compromís, pero nunca llegó a ponerse en marcha. Por lo tanto, aunque hoy los “progresistas” valencianos se llenan la boca de críticas al PP y a Vox, ellos tampoco tomaron ninguna medida efectiva de refuerzo de los Servicios para la atención de emergencias en años de gobierno tripartito. Todo, precisamente, en una zona proclive a fenómenos como las lluvias torrenciales e inundaciones periódicas.
Sus beneficios por delante de nuestras vidas
Pero además, la propia gestión de esta DANA y la ausencia de las medidas inmediatas que se deberían haber adoptado para la protección de la población, han puesto de manifiesto un nivel de incompetencia que tampoco es exclusivamente fruto de la ineptitud gubernativa.
El gobierno autonómico a las 13 h de ayer enviaba un mensaje de tranquilidad y a las 18h aseguraba que lo peor ya había pasado. Así se despachaban desde sus confortables despachos, mientras eran ya miles las personas atrapadas entre corrientes de agua a la espera de un rescate que no llegaba.
La razón de estos llamamientos a la calma no era nada inocente. Como en otras muchas crisis, se priorizó mantener la actividad económica y social con normalidad, a pesar del riesgo que esto suponía para cientos de miles de valencianos y valencianas. La burocracia sindical de los grandes sindicatos guardaron un silencio cómplice y, aún hoy, no han salido a denunciarlo.
Tampoco el gobierno central de PSOE y Sumar optaron por decretar ninguna medida de emergencia, a pesar de controlar directamente la Agencias Estatal de Metereología desde donde se monitoreaba toda la situación.
Se envió así a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras a trabajar, a cientos de miles de niños y jóvenes a estudiar. Se siguió así el guion que vimos durante la pandemia – entonces bajo el gobierno de PSOE y Unidas Podemos -, cuando se suspendió el cierre de las actividades no esenciales en plena primera ola y sin contar ni siquiera con mascarillas para toda la población.
Contra los lamentos hipócritas del gobierno valenciano y el central: cinco medidas de emergencia para atender esta crisis
Ayer, se volvió a priorizar mantener los beneficios empresariales por encima de nuestras vidas. Hoy todos los partidos del régimen salen hipócritamente a lamentar lo ocurrido. La derecha gobernante en el País Valencià quiere ocultar su responsabilidad directa en la gestión de la crisis. El Gobierno de Sánchez y Díaz escurren el bulto de haber dejado hacer a Mazón y los suyos.
Ambos prometen ahora “todas las ayudas estatales” necesarias para la reconstrucción. Seguramente las empresas de la Comunidad las recibirán pronto. Muy diferente serán aquellas familias trabajadoras que lo han perdido todo. Como precedente tenemos la catástrofe del volcán de la Palma en 2021, cuyos afectados siguen a la espera de las indemnizaciones que les permitan recuperar una vivienda.
La solidaridad con los y las afectadas por la DANA, pasa para nosotros por denunciar abiertamente a los responsables de esta catástrofe natural convertida por ellos en un nuevo crimen social. Al mismo tiempo, exigimos medidas urgentes e inmediatas que pongan nuestras vidas por delante de sus beneficios: