Cine. “La chica nueva”: unidad de los trabajadores

La historia acompaña a Jimena (Mora Arenillas), una joven que enfrenta en soledad problemas personales y laborales, y que emprende un viaje a Río Grande, en busca de un hermano (Rafael Federman), a quien no ve hace años y no parece alegrarse de recibirla. En esta zona al sur del sur, comenzará a trabajar en una fábrica de ensamblado de celulares y televisores, y la experiencia colectiva, el trabajo, sus adversidades y las luchas serán los elementos que poco a poco construyan su identidad y el sentido de pertenencia a un colectivo, a una clase.

La chica nueva pone en pantalla personajes casi ausentes o invisibles en el cine de ficción nacional: mujeres trabajadoras, obreras industriales, y además dispuestas a luchar. A lo largo de la extensa historia de la cinematografía argentina la representación de las mujeres ha tenido una constante presencia en roles secundarios, como “esposas abnegadas” o “amantes malevas”, “profesionales liberales exitosas” o “empleadas domésticas serviciales”, maestras asociadas a una función “maternal”, azafatas que son “ese oscuro objeto del deseo”; pero las mujeres trabajadoras, con sus oficios y conocimientos, con sus conflictos y formas de organizarse, con sus vínculos, que constituyen una enorme porción de la población, pocas veces han encontrado que sus vidas recorran las pantallas.

Otras imágenes muy poco frecuentes, que tienen lugar en la película, son las del trabajo en líneas de producción, las asambleas y las tomas de fábrica. La gendarmería entrando a desalojar la planta, con sus trajes robocop y sus gases lacrimógenos inundando todo, se transforman en el escenario de la acción del desenlace para los protagonistas. ¿Cuántas escenas de gendarmería reprimiendo laburantes recorren nuestra historia reciente? y ¿Cuántas fueron retratadas en el cine de ficción?. Micaela Gonzalo pone la cámara allí, donde pocos miran, y en ese acto abre espacio a nuevas representaciones.

Entre quienes interpretan al colectivo laboral hay actores, actrices, miembros del equipo técnico, y los propios trabajadores y trabajadores de la Cooperativa ex Audivic de Tierra del Fuego, donde se filmó la película. Además, comenta la directora, que ellos relataron previamente las características de su trabajo y su historia de lucha como forma de inspiración para la representación de estas escenas.

La película a su vez construye personajes contradictorios, las historias personales y sus miserias se presentan en lo cotidiano. Mariano, el hermano de Jimena, expone su individualismo y es atravesado por decisiones contrarias al conjunto, porque así en el cine como en la vida, no existe un camino lineal ni exento de ambigüedades. Las situaciones de crisis, económicas, laborales y sociales como las que rodean a los personajes, son pura actualidad, es el tiempo presente.

“Una posibilidad interesante que presenta la ficción es la de que un personaje cambie su destino. Y el cine de ficción propone una posibilidad aún más poderosa; ponerse en el lugar de otro y acompañarlo en su cambio de suerte", dijo la directora en un comunicado de prensa. “Yo vengo de una familia de clase trabajadora. La mayoría de las personas pasamos más tiempo en el trabajo que en cualquier otro ámbito, por eso me interesan los vínculos que surgen allí”, explicó la directora a Télam.

De lo individual a lo colectivo, de la soledad al compañerismo de la lucha, la historia personal se vuelve social y política, y este es el camino de transformación que se propone. Y el canto del final que acompaña: “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode!”, nuevamente de la realidad de las luchas a la pantalla.

Salas: Gaumont, Multiplex Belgrano, Showcase Belgrano, Cinépolis (Pilar, Avellaneda), Multiplex Palmas del Pilar, Hoyts (Unicenter, Quilmes), El Cairo (Rosario), Cine Universidad Mendoza, Cine Municipal Teatro Manuel Belgrano (Rafaela), Centro Cultural José Hernández, Rawson (Chubut), Cine Teatro Italia, Puerto San Julian (Santa Cruz)