Debatimos con la visión de la materia Problemas Socioeconómicos Contemporáneos (PSEC) de la carrera de historia, en la Universidad de General Sarmiento, acerca del rol de la clase obrera en los 70.
Miércoles 25 de abril de 2018
Vamos a disponer a presentar un debate, tomando centralmente uno de los textos que dan como bibliografía obligatoria en PSEC “La Argentina del Proceso. Un texto introductorio a la etapa 1975-1983”.
Es realmente muy importante traer el debate hoy, momentos en el que el Macrismo a través de los medios masivos de comunicación con sus operadores televisivos, intentan reinstalar la “teoría de los dos demonios” desde una supuesta neutralidad.
En el desarrollo de este artículo, intentaremos dar los primeros lineamentos de un debate realmente importante con PSEC, intentando explicar al compás de esto, por qué opinamos que en el periodo de 1969-76 emergió una insurgencia obrera en la Argentina.
¿Qué pasó en los 70?
El debate sobre este período ha sido realizado dentro de tipos de explicaciones más generales (que metafóricamente llamaremos “relatos”) desde las cuales se intenta dar sentido a la multitud de grandes acontecimientos que abarca el período.
Primero tenemos el relato desarrollado por los propios militares, que pretendía hacer “tabula rasa sobre el pasado”, lo cual resultó insostenible ya que, en los primeros años de la vuelta de la democracia burguesa, se conocieron los crímenes aberrantes cometidos antes y después del golpe.
Crímenes vistos como “excesos” de una “guerra necesaria” en defensa del “capitalismo occidental y cristiano” contra la “subversión apátrida”. Es una interpretación que hoy casi nadie sostiene por fuera de los propios represores y su círculo de influencias en la derecha local.
Un segundo relato es el de la famosa “teoría de los dos demonios”, doctrina oficial y discurso público estatal, desde el alfonsinismo hasta el año 2003, expresada con estas líneas en el Prólogo realizado por Ernesto Sábato al Nunca Más. Allí se asume el argumento militar de que la acción represiva fue una respuesta al “terrorismo de extrema izquierda”, aunque condena la forma en la cual se dio la represión al mismo: “Durante la década del ’70, la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda (...). A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”.
Esta interpretación equipara víctimas y victimarios, y no cuestiona el contenido social y político del terror genocida. El cuestionamiento a esta visión, por mucho tiempo limitado a los organismos de Derechos Humanos y los partidos de izquierda, fue ganando fuerza a partir del 20 aniversario del golpe.
El “tercer relato” se diferencia de los anteriores en reivindicar la militancia de la generación del ’70, cuestionando por izquierda la “teoría de los dos demonios”. Esta visión, sin embargo, comparte con las anteriores poner en un plano menor las grandes acciones protagonizadas por la clase obrera, su tendencia hacia la insurgencia y el desafío anticapitalista que sus acciones presentaron a los gobiernos y las patronales. Lo que para nosotros es un elemento clave para comprender la dinámica de aquel período. De ahí que el “tercer relato” haya sido en parte tomado por el “setentismo light” de discurso gubernamental llevado adelante post 2001 por el Kirchnerismo, quiénes construyeron la idea de aquella romántica “juventud maravillosa”: esos jóvenes valorados como idealistas y soñadores que batallaron un combate perdido.
Este relato, tuvo como elemento progresivo cierta instalación del discurso de los organismos de Derechos Humanos y el juicio a las cúpulas genocidas, pero despertando de ese sueño encontró los límites de no juzgar responsabilidades a civiles, al poder económico, no abrir los archivos de la dictadura y dejar intacto a gran parte del aparato represivo.
El kirchnerismo hará propio este “tercer relato”, aunque con variantes. Partiendo de situar a su movimiento como continuidad histórica en la nueva etapa de la política de la izquierda peronista en los años 70, su relato rescataba fundamentalmente al gobierno de Héctor Cámpora, como una oportunidad democrática desperdiciada por el acoso de la derecha, pero también por la impaciencia de la izquierda del peronismo. En este sentido consideran esencial reivindicar la alianza de clases que llevó al poder a Cámpora y más tarde a Juan Domingo Perón.
Es habitual leer que para el Kirchnerismo el motivo fundamental del golpe del 76 no fue la necesidad de derrotar a la clase trabajadora por el peligro que expresaba para el capitalismo argentino, sino el de acabar con un supuesto modelo industrial nacional encarnado por el peronismo, para favorecer a los grandes grupos económicos de la burguesía diversificada y el capital financiero. Se trataba de un golpe antiperonista. Curiosamente el relato kirchnerista eludió siempre un tema fundamental: justamente había sido el peronismo el impulsor de la Triple A, grupo para estatal que asesino y persiguió a dirigentes y militantes de izquierda y del peronismo de base.
Dejamos para el final de este artículo, el cuarto relato. Ese que Ruth Werner y Facundo Aguirre se plantean como un desafío en Insurgencia obrera en Argentina 1969-1976. El relato que recupera el rol de la clase obrera argentina durante este proceso (rol silenciado de los tres relatos anteriores). Un relato “(…) en el que la intervención directa de grandes fuerzas sociales ocupe el lugar central “.
El papel de la clase obrera en los 70, tres cuestiones
La Argentina del Proceso. Un texto introductorio a la etapa 1975-1983, tal como dice el título, es un texto introductorio, y teniendo en cuenta eso no nos proponemos discutir en términos cuantitativos, sino que nos centraremos en algunos elementos de su hipótesis, centralmente en 3 cuestiones: a) La cuestión de la radicalización política, b) La cuestión de la ruptura de la clase obrera con el peronismo, c) la cuestión de las causas del golpe.
a) La cuestión de la radicalización política:
Los autores expresan que para entender este periodo no se puede desligar el “proceso radicalización política”(1) impulsado más fuertemente a finales de los 60, prestándole central atención lo que consideran “continuaba expresando su lado más extremo en la acción armada, considerada como el estadio superior de la acción política tradicional”(2).
En el desarrollo del texto los autores destacan esta cuestión enmarcándola en referencia a los sectores guerrilleros (PRT-ERP, Montoneros y otros) a quienes consideran como elemento de importancia para entender “una crisis aguda del sistema político que afectaba directamente a los partidos”(3) (no lo toman como el único motivo) pero sin embargo pasa inadvertido un elemento fundamental de esta etapa, abierta por el Cordobazo(cuando obreros y estudiantes en conjunto con el pueblo pobre le asienta un duro golpe a la dictadura de Juan Carlos Onganía) que se caracteriza por un afloramiento de la acción política “desde las bases” que llevaría a la constitución de un “doble poder” fabril a mediados de 1975.
b) la cuestión de la ruptura de la clase obrera con el peronismo:
En otro lado del texto los autores aseguran que “el recurso de las armas fue solo uno, el más radical, dentro de un conjunto de opciones muchas más vasto y mayoritario”(4) en este caso solo nombran a la lucha armada de todas esas formas de “radicalización política” y no destacan a la creciente insurgencia obrera presente con las comisiones internas y cuerpo de delegados combativos y antiburocráticos. El sindicalismo combativo fue un gran actor en esta etapa luchando contra la burocracia sindical peronista.
Los autores destacan que cuando el ministro de economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo llevó un gran plan de ajuste que “la reacción sindical, mayoritariamente peronista, no se contuvo ante el gobierno, se movilizó y llevo adelante el primer paro general a un gobierno justicialista” (5) otra vez no hay mención de que este paro general fue impulsado por las bases que se nucleaban en las coordinadoras interfabriles, verdaderos órganos del poder obrero.
La burocracia sindical se vio obligada a llamar a un paro al verse desbordados por la furia de las bases que empezaban a cuestionarlos, terminarían rompiendo por completo amplias franjas que pondrían en pie las coordinadoras interfabriles sobre todo en la zona norte de Buenos Aires. Se puede aclarar que había un importante sector del peronismo de base pero también de organizaciones y partidos de izquierda.
C) La cuestión de las causas del golpe:
Como nos acostumbran los postulados académicos, no podemos entender ninguna causa como fundamental. Los autores hablan de una crisis múltiple, donde destacan una crisis social, política y económica. Desde esta posición exclaman que hay que entender la totalidad de los elementos casi sin distinción ni jerarquías, a fin de no dejar tan evidente un posicionamiento ideológico al respecto.
Sin embargo en este fragmento: “El diagnóstico era claro y se encontraba extensamente aceptado en los sectores oligárquicos y empresariales de orientación librecambista, sobre los que confluían las nuevas ideas tecnocráticas y tecno científicas del ámbito económico mundial. Cabe volver a señalar, que durante la década del 70 el sistema económico internacional se encontraba atravesando una crisis que dio lugar a un cambio a nivel mundial del modelo histórico de acumulación, que se había caracterizado por su alta tasa de ocupación, una importante cantidad de reformas sociales y ampliación del Estado, que conformaba sistema de integración y desarrollo conocido como Estado Benefactor (o Welfare State). Esta fracción del poder económico va a persuadir al sector militar sobre la necesidad de imponer un nuevo modelo de orientación liberal. La nueva alianza, compuesta por el sector rural tradicional, el capital financiero y el sector industrial concentrado de bienes de exportación, junto a algunos mercado internistas con capacidad de diversificación, dejará atrás a la vieja alianza de industrialistas concentrados del gobierno de Onganía. Ahora tendrá su oportunidad de cambiar el sistema de acumulación consolidado hasta entonces y someterlo así al tratamiento neoconservador y a la lógica ordenadora del mercado.”(6)
Podemos notar como los autores expresan que la clave para entender el motivo fundamental del golpe genocida radica en ver como “Esta fracción del poder económico (los sectores oligárquicos y empresariales de orientación librecambista) va a persuadir al sector militar sobre la necesidad de imponer un nuevo modelo de orientación liberal” para “cambiar el sistema de acumulación consolidado hasta entonces y someterlo así al tratamiento neoconservador y a la lógica ordenadora del mercado”. Para quienes militamos en el PTS esta es solo una respuesta parcial, el golpe tuvo como motivo fundamental la necesidad de derrotar a la clase trabajadora por el peligro que expresaba para el capitalismo argentino, un movimiento obrero organizado que enfrentara el ajuste neoliberal que pretendían imponer.
La realidad es que no nos sorprende la visión de los autores, al calor de lo que estamos, discutiendo que el eje continúe siendo otro. El texto califica al gobierno peronista “como primer proyecto nacional y popular del país”. A esta altura nos podemos empezar a preguntar ¿a qué relato(de los que desarrollamos al principio del artículo) se acerca más este texto?
La burguesía se ve obligada al golpe porque el peronismo no podía continuar actuando como contención. Es decir que el mismo peronismo intentó, primero con el GAN (Gran acuerdo Nacional) y luego con la vuelta de Perón, disciplinar a la clase obrera con el Pacto Social y ataques a la vanguardia (Ley de Asociaciones Profesionales para sacarle poder a los sectores combativos, ataques a la vanguardia con la Triple A, el llamado Navarrazo, etc.) sin éxito definitivo.
La crisis mundial obligó en el 75 a Isabel a atacar a la clase obrera pero fracasa su plan económico. Una alianza entre distintas fracciones de la burguesía empuja el golpe, porque necesitan derrotar a la clase obrera (no al peronismo) para imponer su plan.(7)
Nuestro relato
Como anticipamos, dejamos para el final (aunque cubre la totalidad de nuestra argumentación) el cuarto relato, ese que Ruth Werner y Facundo Aguirre se plantean como un desafío. El relato que recupera el rol de la clase obrera argentina durante este proceso (rol desplazado de los tres relatos anteriores). Un relato “(…) en el que la intervención directa de grandes fuerzas sociales ocupe el lugar central”.
El “cuarto relato” plantea que si la etapa que vivió la Argentina entre 1969 y 1976 tuvo un verdadero carácter revolucionario, éste no puede reducirse a la actividad de las organizaciones guerrilleras, sino que hay que poner en un primer plano las acciones realizadas por la clase obrera, que protagonizó en esos años gestas memorables y tendía, en los momentos previos al golpe, a superar su experiencia con el peronismo.
Con esto, el ascenso obrero se expresaba y pegaba un salto en el corazón proletario del país: el Gran Buenos Aires. Lo profundo de la amenaza que representaba la intervención obrera para los intereses capitalistas explica los niveles alcanzados por una represión que tuvo como objetivo central no sólo terminar con la guerrilla (ya debilitada antes del golpe) sino doblegar a una clase trabajadora que se mostraba indomable: la gran mayoría de los desaparecidos eran trabajadores asalariados y, más de un 30 %, obreros fabriles. Un golpe que estuvo promovido por la gran patronal y el imperialismo, y contó con el apoyo de la Iglesia y del conjunto de los partidos burgueses (e incluso del Partido Comunista), que brindaron centenares de funcionarios al gobierno militar. Pero pese a la derrota que sufrió la vanguardia obrera con la dictadura, los trabajadores siguieron resistiendo en la clandestinidad. Una resistencia que fue el principal factor de erosión del poder militar, ya en crisis aguda antes de la derrota militar en la Guerra de Malvinas.
Hoy, cuando la clase obrera recupera protagonismo sobre todo luego de las jornadas de diciembre pasado. El desarrollo de este “cuarto relato” encuentra nuevo sustento y, a la vez, se vuelve más necesario: se trata nada menos que de poner en su lugar lo que los ideólogos de la clase dominante siempre buscan ocultar el papel fundamental jugado por la acción de los trabajadores (o, dicho de otra forma, por la lucha de clases) en el desarrollo de la historia, y la necesaria construcción de un partido revolucionario que la dirija hacia el triunfo final.
1. Benítez y Mónaco (2007) “La Argentina del Proceso. Un texto introductorio a la etapa 1975-1983” en kessler, Gabriel y Luzzi, Mariana (comps), PSEC 1, Materiales seleccionados, Bs As, UNGS. Página 2
2. Benítez y Mónaco (2007) Ibíd, Página 1.
3. Benítez y Mónaco (2007) Ibíd, Página 1.
4. Benítez y Mónaco (2007) Ibíd, Página 3.
5. Benítez y Mónaco (2007) Ibíd, Página 5.
6. Benítez y Mónaco (2007) Ibíd, Página 8.
7. Ver en Día del militante: el retorno de Perón