Este martes, cumpliendo con los protocolos monarquicos de Reino Unido, Boris Johnson renunció a su cargo ante la reina Isabel II, que en una breve ceremonia pidió a la nueva primera ministra Liz Truss que forme Gobierno.
Martes 6 de septiembre de 2022 10:35
La conservadora Liz Truss se convirtió este martes en la nueva primera ministra del Reino Unido, la tercera mujer en ocupar ese cargo, tras recibir el encargo formal por parte de la reina Isabel II en el castillo de Balmoral, en Escocia. El acto se realizó en la residencia escocesa de la Casa Real debido a los problemas de movilidad que sufre Isabel II, según el Palacio.
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Durante el protocolo conocido como "besamanos" -aunque en la práctica hoy ya no se besa la mano de la monarca sino que se limita a una reverencia o un saludo-, Isabel II pidió a Truss que forme un nuevo Gobierno, cuya composición se anunciará en las próximas horas.
Minutos después de las 12.00 hora local (11.00 GMT), la hasta ahora ministra de Exteriores llegó al castillo de Balmoral, donde por primera vez en su reinado, por problemas de salud, Isabel II ha designado a un nuevo jefe de Gobierno.
En el encuentro a solas entre la reina y Truss, pautado según el protocolo monarquico de Reino Unido, Isabel II le pidió a la aspirante que forme una nueva administración, a lo que el aspirante suele responder normalmente con un simple "sí".
Minutos antes, el hasta hoy primer ministro, Boris Johnson, había presentado su renuncia formal a la monarca, después de haber anunciado el pasado 7 de julio su intención de dimitir.
Truss se impuso en las elecciones primarias realizadas durante agosto dentro del Partido Conservador para elegir a su nuevo líder, quien automáticamente asume la jefatura del Ejecutivo gracias a su mayoría parlamentaria.
Tras la reunión, Truss se dirigirá hacia Londres, donde hará su primera intervención como jefa del Gobierno a las puertas de su residencia en Downing Street.
Posteriormente se prevé que se conozca la composición de su Ejecutivo, con el actual ministro de Empresa, Kwasi Kwarteng, como gran favorito para ocupar la cartera de Economía y por tanto el título oficioso de "número dos" del gabinete.
Admiradora de Margaret Thatcher, Truss tiene un perfil neoliberal con promesas de apertura, libre mercado, Estado chico, reducción de impuestos, línea dura en las negociaciones pos Brexit y conservadora en temas sociales. Sin embargo, hereda una situación candente. El Reino Unido atraviesa un clima de agitación en medio de una inflación que puede llegar al 18% anual, aumento descontrolado de tarifas energéticas, lo que ha provocado una oleada de huelgas como no se ven en 40 años.
Esto se suma a la crisis política que el país arrastra desde hace años y a la falta de legitimidad con la que ella misma asume.
La mayoría de los 67 millones de habitantes de Reino Unido no tuvieron voz en la ascensión de Truss. Solo fue elegida entre los 180.000 miembros del partido conservador, que son 97% blancos, mayores, ricos y varones, y se inclinan hacia la derecha del arco político británico. Truss no parece ser muy popular en las encuestas del público en general y no fue la primera elección de los legisladores de su partido, pero fue la favorita de sus miembros.
A pesar de esta falta de legitimidad de origen, Truss anunció que piensa cumplir el tiempo de mandato que le quedaba a Boris Johnson, es decir hasta las próximas elecciones generales que podrían ser recién a principios de 2025. A esto se suma que las encuestas actuales ya le dan al opositor Partido Laborista una gran ventaja sobre los conservadores luego de la caída de Johnson.
La principal prioridad de Truss será la crisis del costo de vida del país: los altos precios de los alimentos y energía (las facturas de electricidad y gas de los hogares se triplicarán); temores de apagones este invierno; y la inflación provoca la caída de los salarios en términos reales. Millones de personas pueden enfrentar la elección entre calentar sus hogares o alimentar a sus familias, mientras que muchas pequeñas empresas dicen que cerrarán a menos que el gobierno tome medidas.
Pero una de sus primeras tareas será intentar desactivar la ola de huelgas que se han desatado en el país por aumentos de salarios y que afectan a sectores estratégicos como el transporte, el petróleo, la logística, los puertos, el correo y la salud.
Johnson ya trató de hacerlo pero sin éxito. Aún estando de salida, intentó prohibir las huelgas y legalizar la contratación de personal externo para boicotear las paralizaciones.
En la actualidad al menos un millón de trabajadores y trabajadoras ya han votado o estan en proceso de votación para ir a la huelga. Lo único que alienta al Gobierno a seguir buscando atacar a los trabajadores y desgastar las huelgas es que las direcciones sindicales se han venido negando a unificar las paralizaciones, evitando coordinar a los distintos sectores y solo llamando a huelgas escalonadas o parciales, separadas en el tiempo unas de otras.
Sin embargo, la presión por abajo es grande y podría incidir en que algunas direcciones sindicales se vean obligadas a coordinar las huelgas este otoño. Parte de esta presión se ve en la moción presentada por los dos sindicatos más grandes del Reino Unido, Unite y Unison, que pidiaron hacia el Congreso de Sindicatos (TUC) de este mes que se sincronicen las huelgas futuras.
Esta oleada de huelgas, como no se ven hace décadas, será sin dudas el principal problema que deberá afrontar Truss. Desactivarlas no será facil, y por las condiciones en las que asume el cargo, ella tampoco gozará de una luna de miel, sino que enfrentará la acumulación de crisis social, políitca y económica desde el minuto cero.