A continuación compartimos, para descarga gratuita de nuestros lectores, el trabajo titulado “La Triple A y la política represiva del gobierno peronista” de Andrea Robles.
Daniel Lencina @dani.lenci
Lunes 19 de junio de 2023 00:12
Hoy compartimos con nuestros lectores el texto “La Triple A y la política represiva del gobierno peronista” de Andrea Robles. Este trabajo de investigación, pertenece al libro Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976 de Facundo Aguirre y Ruth Werner de Ediciones IPS.
En primer lugar diremos que el golpe del 16 de septiembre de 1955 tuvo como objetivo “desperonizar” a la sociedad, aunque si leemos entre líneas, eso significaba destruir las conquistas obreras y sociales arrancadas a la burguesía por una de las clases trabajadoras más combativas del mundo, como lo es la de Argentina. En junio de 1973, el líder justicialista tuvo que volver a la Argentina para “calmar a las fieras”. Entre las “fieras” encontramos en primer lugar a la clase obrera que ya bajo la dictadura militar de Onganía, protagonizó el Cordobazo en mayo de 1969, asestando un golpe mortal al régimen dictatorial. En segundo lugar, entre “las fieras” se encontraba la juventud trabajadora y estudiantil. Los jóvenes en el mundo despertaron a la vida política en un clima atravesado por la Revolución cubana de 1959, el Mayo Francés de 1968, la Guerra de Vietnam y una serie de levantamientos revolucionarios que recorrió gran parte del planeta, de los países centrales y de la periferia. Esa juventud, fue parte de las “formaciones especiales” (guerra de guerrillas) que Perón alentó desde el exilio, de la que Montoneros fue su mayor expresión, para meter presión al gobierno de Lanusse –quien asumió tras la caída primero de Onganía y luego de Levingston– y forzarlo a llamar a elecciones donde el peronismo deje de estar proscripto. La dictadura de Lanusse cedió a ese reclamo pero se “despidió” del gobierno protagonizando la cobarde y vergonzosa Masacre de Trelew, el 22 de agosto de 1972.
El 25 de mayo de 1973, tras 18 años de estar proscripto, el peronismo volvía al poder encabezado por Héctor Cámpora, quien tenía buenas relaciones con la Juventud Peronista, nucleadas en la “Tendencia Revolucionaria” del peronismo (Montoneros). Esa misma noche se produjo el Devotazo, la liberación masiva de todos los presos políticos que la dictadura había encarcelado. Este periodo se conoció como la “primavera camporista”. Al florecer las aspiraciones de las masas, en particular de Montoneros que apostó –como parte de su estrategia de colaboración de clases– a que Perón se ponga al frente de la “revolución nacional” para lograr la “patria socialista”.
Lejos pero muy lejos “del socialismo”, Perón después de apelar a esa juventud para presionar a la dictadura dio luz verde y mayor poder de fuego a la burocracia sindical y sus matones. Pero, ¿con qué objetivo? Combatir a las expresiones surgidas hacia la izquierda de la burocracia sindical a raíz del enfrentamiento a la política del Pacto Social. Por tal motivo la vanguardia obrera clasista representaba una amenaza muy seria a la burguesía, a la burocracia sindical de la CGT y al peronismo. En ese sentido, la investigación de Andrea Robles, explica la dinámica general de la situación política y cómo la idea de crear una banda paraestatal fascista nació de la cabeza del propio Juan Domingo Perón.
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En el texto leemos: “González Janzen sostiene que ‘entre julio y septiembre de 1974 se produjeron 220 atentados de la Triple A –casi tres por día–, 60 asesinatos –uno cada 19 horas–, 44 víctimas resultaron con heridas graves. También 20 secuestros; uno cada dos días’. Según Andersen: ‘En agosto el ritmo de las actividades parapoliciales se aceleró, reflejando el hecho de que la Triple A estaba ‘oficialmente’ organizada bajo el mando del jefe de la Policía Federal, Villar. Los asesinos utilizaban un método monótono: ejecuciones con ametralladora y los cuerpos dejados en rutas solitarias fuera de las zonas urbanas”. Y por si esto fuera poco, quienes hayan leído el libro “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh, recordarán que Julio Troxler era “el fusilado que vive”, sobreviviente de la masacre de José León Suarez en 1956. Ese fusilado tampoco logró escapar de las garras de la Triple A, no lo asesinaron bajo la dictadura sino bajo la democracia peronista.
El trotskismo en la Argentina fue uno de los blancos del accionar de la Triple A. Solo el PST (Partido Socialista de los Trabajadores) cuenta con 16 asesinados. Entre ellos se encuentran militantes de la masacre de Pacheco y de la masacre de La Plata. Entre los cuadros, dirigentes obreros y juveniles se destaca la figura de César Robles –padre de la autora del texto que hoy compartimos con ustedes. César Robles fue fundador de la regional norte en el Gran Buenos Aires y de la regional Córdoba. Hace poco, fue homenajeado en la vía pública, continuando la pelea por “memoria, verdad y justicia”. Sus compañeros de aquellos años lo recordaron como un organizador, con una moral muy aguerrida por hacer llegar las ideas del trotskismo a la clase obrera y la juventud.
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Por eso la Triple A lo tuvo en su lista negra que, si lo vemos como un caso testigo, se comprenderá que el blanco represivo apuntaba directamente contra dirigentes, activistas, intelectuales, defensores de los presos políticos y hasta diputados de la nación. Luego de la masacre de Pacheco, el texto señala que el primer denunciante sobre el accionar de la Triple A fue el diputado Rodolfo Ortega Peña, perteneciente al “Peronismo de Base”. Allí leemos que la masacre de Pacheco fue “dirigida a escarmentar, a intimidar y a producir muertes ejemplificadoras para evitar el desarrollo de este trabajo en la clase”.
Luego de la masacre de Pacheco, se produjeron una serie de actos masivos de repudio en distintos lugares. En la Facultad de Derecho de la UBA se reunió un acto de 3 mil personas, integrado por delegaciones obreras y estudiantiles que fue cerrado por uno de los dirigentes del Cordobazo, Agustín Tosco (del gremio Luz y Fuerza). En la desconcentración, los asistentes coreaban a viva voz: “A la lata, al latero, al fascismo solo lo detiene el movimiento obrero”. En esa misma tónica, el trabajo de Andrea Roles, rescata la política planteada ante situaciones similares por el dirigente de la Revolución rusa de 1917 y fundador de la Cuarta Internacional, León Trotsky. Tanto en el Programa de Transición como en sus escritos sobre la lucha contra el fascismo en Alemania, planteaba la política de la autodefensa para derrotar a las bandas fascistas.
Esperamos que este texto cumpla el objetivo de dar a conocer y profundizar sobre el accionar de una de las bandas paraestatales que tuvo la Argentina bajo el gobierno de Perón e Isabel Martinez, previo a la última dictadura militar.
Insurgencia Obrera - La Triple a y La Política Represiva Del Gobierno Peronista (1973-1976) by Ediciones IPS on Scribd
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Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.