Ya son seis meses desde que el Frente Amplio se acomodó en la Cámara de Diputados, ocupando nada menos que veinte escaños, un senador y un 20,27% de los votos en las elecciones presidenciales, irrumpiendo en escena como tercera fuerza. Hoy, en los medios de prensa tradicionales y no tradicionales, en redes sociales y en las universidades se habla de crisis en el Frente Amplio. Ante esto, distintas figuras han salido a desmentir la crisis y acusar de manipulación mediática.

Ιωαχειν Santiago de Chile
Martes 25 de septiembre de 2018
Sorpresa causaron las declaraciones del dirigente de Revolución Democrática, Daniel Andrade, este domingo, en el medio El Desconcierto. En esta instancia el frenteamplista expresó que “al más mínimo error, desde la derecha y los medios de comunicación duopólicos se deja entrever ataques políticos planificados”.
Y es que estas declaraciones solo nos dejan entrever la desesperación de responder de la manera que sea a la crisis innegable que presenta el Frente Amplio para todos, a excepción de diirigentes y figuras públicas de la coalición.
¿Es que tendrán que realizar un congreso ideológico sólo porque la derecha y los medios intentan destruir su coalición? y, entonces ¿Por qué Revolución Democrática abre el debate de expulsar al ala más izquierda del Frente Amplio?
Como vemos, no se trata del aprovechamiento por parte de la derecha del “más mínimo error” que cometa el Frente Amplio, como asegura Andrade. Esto a menos que consideren como mínimos errores a un Giorgio Jackson (RD) que avala la persecución y, con ello, la represión a estudiantes en lugar de buscar atacar de raíz la crisis de la educación pública en Chile o un Jorge Sharp (MA) que implementó de la mano de la Derecha un “plan de seguridad ciudadana” que consiste en aumentar el presupuesto a fuerzas represivas del Estado como Carabineros o Fuerzas Especiales.
En la política, las crisis de una organización no caen del cielo como circunstancias totalmente externas, sino que dependen de la política de éstas y principalmente de la de sus dirigencias. Existen al menos dos problemas, de allí, derivados para el Frente Amplio:
1) Quienes votaron por el Frente Amplio no lo hicieron tan sólo porque fuese una coalición por fuera de la ex Nueva Mayoría y Chile Vamos, o sólo porque no estuviesen implicados en casos de corrupción bullados, sino que creyeron en ellos porque su programa político representaba una alternativa más a la izquierda.
Y a más de medio año de las elecciones lo único que ha predominado -del FA- es su sector más moderado, abandonando su programa para que se realice “en la medida de lo posible”. Así se representó en el debate sobre el derecho de las mujeres de acceder a un aborto seguro.
Si bien el Frente Amplio no puede echarse en la misma bolsa que la ex Nueva Mayoría y Chile Vamos, ¿qué es eso de dejar la legalización del aborto para cuando el Frente Amplio sea gobierno? Su respuesta a este debate, en conjunto con la presentación del proyecto de despenalización, es una expresión de la moderación política de sus dirigentes o, al menos, del sector que hace hegemonía, que es justamente el moderado.
Pero ¿podemos ser moderados cuando cientos de mujeres pobres mueren cada año por abortos clandestinos únicamente por no ser un derecho legal y asegurado por el Estado? ¿Pequeño error, no? Este se presentó como uno de los principales problemas para el Frente Amplio: moderar el programa a la medida de lo posible.
2) La coexistencia de tanta amplitud, desde sectores más a la izquierda con otros más moderados o incluso con el Partido Liberal (PL), inevitablemente traería disparos de un lado a otro, como la sanción a Pamela Jiles (PH), apoyada por Vlado Mirosevic (PL) o los disparos de “ácido bórico” a larga distancia de Mayol (MDP) hacia Gabriel Boric (MA).
Segundo problema para y del Frente Amplio: negar que existen diferencias en la coalición por intentar calmar las aguas o, en otras palabras, defender la política de los consensos en una situación como esta en la que las luchas políticas son necesarias. Lo anterior, al menos, si se quiere defender un proyecto político y no tan solo marchar de la mano hacia las elecciones portando la “marca” Frente Amplio.
El ex estudiante de la facultad de ingeniería de la Universidad de Chile cierra su columna diciendo “De los movimientos sociales nacimos e instalamos el ritmo, pero pretendemos ser esa fuerza que concrete institucionalmente lo que las mayorías postergadas exigen, esa es la tarea central”. Con ésto le habla justamente a la base del Frente Amplio, a quienes se encuentran en realidad más enraizados en los movimientos sociales y que han creído o creyeron que ésta coalición cumpliría su programa y abogaría por las demandas de mujeres, estudiantes y trabajadores.
Andrade se excusa en “2 estrategias” de la derecha y los “medios duopólicos” para negar una crisis que tiene principalmente una raíz: la estrategia del Frente Amplio, el movilizar a los movimientos sociales y a su propia militancia por hitos para negociar en el parlamento, o en sus palabras, concretar “institucionalmente lo que las mayorías postergadas exigen”. Lo que no dice es que esa estrategia por hitos es la misma postergación de los movimientos sociales como sujetos políticos activos, la negación de la lucha contra el régimen que heredamos de la dictadura.