La declarada afinidad política entre ambos mandatarios permite establecer algunos rasgos comunes. En dos países cuya situación política y económica están marcadas por las consecuencias de la implementación de la agenda del FMI recientemente.
Miércoles 31 de mayo de 2023 16:24
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El contenido de dicha afinidad política puede verse claramente en el anuncio de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Costa Rica y Ecuador, donde ambos expresaron que la iniciativa de firmar un acuerdo comercial surgió de intercambios que tuvieron en el marco de la Cumbre de las Américas en 2022, es decir, al calor de los debates geopolíticos en la región donde ambos comparten visiones. No es accidental que las posiciones que sostienen ambos se alinean por completo a los intereses del capital financiero imperialista.
A eso se refiere Rodrigo Chaves cuando mencionó que ambos gobiernos “buscan la máxima integración en América Latina”, o en palabras de Lasso que aseguró: "compartimos valores y principios basados en un estado de derecho, una democracia liberal con independencia de poderes, (...) compartimos visiones y diría que hasta sueños para nuestros pueblos”.
La consecuencias de los sueños neoliberales y pro imperialistas de Lasso han significado un desastre económico y social, que se profundizó con la pandemia. Durante junio de 2022 las masas ecuatorianas respondieron a las políticas de Lasso y protagonizaron una oleada de movilizaciones y enfrentamientos contra las fuerzas represivas que recordó a la revuelta de 2019, cuando el entonces presidente Lenin Moreno se vió obligado a retroceder en su política de ajuste comandada por el FMI.
Lasso llega a dos años de mandato luego de desplegar una brutal represión en 2022, de una dura derrota electoral donde perdió un referéndum para aplicar reformas constitucionales, pasando por un juicio político donde lo acusan de malversación de fondos y, finalmente su respuesta antidemocrática con el decreto de “muerte cruzada” con el que disolvió al parlamento y convocó a elecciones. Así. las distintas fuerzas políticas se preparan para sencillamente cambiar de gobierno, dejando sin respuesta los reclamos de las masas.
El recuento es importante, pues Lasso es referente político de una época de neoliberalismo en crisis, donde un elemento es que mecanismos institucionales de la democracia burguesa como los juicios políticos se utilizan para dirimir rupturas sociales profundas que no se terminan de “resolver” con el desvío de procesos de revuelta y movilización desde abajo. Lo que se expresa también en regímenes bonapartistas débiles, con poca legitimidad frente a las masas y asiduos a la represión y la “mano dura”.
Todos esos rasgos los podemos encontrar de alguna u otra forma en Costa Rica y en el socio y aliado político de Lasso, Rodrigo Chaves, quién pretende aplicar el mismo tipo de políticas neoliberales, sin capacidad para implementarlas por completo. Sino que tantea y retrocede si es necesario, o más bien, si tiene que hacerlo. Un ejemplo es el intento de recortar a las universidades públicas que no se realizó como lo planeó el ejecutivo por las primeras grandes movilizaciones que enfrentó el gobierno.
El gobierno tiene como objetivo llevar adelante una agenda de precarización y ataque a las condiciones de la clase trabajadora y las mayorías, como el proyecto de ley que pretende eliminar la histórica conquista de la jornada laboral de 8 horas, y permitiría a los patrones el no pago de horas extra. Para eso tiene que apoyarse en un acuerdo en la Asamblea Legislativa con Rodrigo Arias del PLN, lo que refleja su debilidad, como el hecho de no poder “comandar” a la Fuerza Pública en su primer intento y que actualmente una importante figura del gobierno de la ex presidenta Chinchilla del PLN, Mario Zamora es Ministro de Seguridad.
La debilidad del gobierno de Chaves es además muy inestable, por lo que difícilmente pueda resistir algo similar a las movilizaciones que enfrentó su amigo Lasso hace menos de un año. Para eso es necesario organizar la rabia que se ha acumulado en Costa Rica desde las grandes movilizaciones de 2018, y que se profundiza con las consecuencias de la pandemia. Las demandas y reclamos por el alto costo de la vida y los bajos salarios, deben unificarse con la defensa de la jornada laboral, con los reclamos de los pequeños productores, el reclamo contra la ley de empleo público; además de los del movimiento de mujeres y el ecologismo.