×
×
Red Internacional
lid bot

Editorial De Editoriales. La culpa progresista por votar a Scioli

Verbitsky y las caras largas. Wainfeld, vocero del deber ser. El país que viene con Scioli, Macri, Susana Giménez y Tinelli. Del Caño y la izquierda como verdadera alternativa.

Eduardo Castilla

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo

Domingo 18 de octubre de 2015

Cuando falta apenas una semana para la votación de las elecciones generales, lo que queda en evidencia es que el gobierno que vendrá no tendrá nada que ver con el progresismo.

Si durante casi 12 años, el Relato pretendió haber superado la herencia menemista de los años 90’, todo parece indicar que, verdaderamente, fue una vuelta larga hacia ese pasado. Horacio Verbitsky es, este domingo, el vocero de esa resignación que, sin embargo, no implica dejar de votar al ex motonauta.

Caras largas

Verbitsky define ya de entrada que “Scioli anuncia su gabinete y su policía dispara a la cabeza. Granados, Casal, Berni, ideología y negocios. A votar con caras largas”.
El periodista, antes de vilipendiar a Scioli, ensaya una defensa del período kirchnerista que, como siempre, “olvida” varias cosas.

“Pocas veces un proceso político ha tenido aquí un protagonista social tan definido como el que se inició con la primera presidencia de CFK. Éste actor privilegiado ha sido la clase trabajadora, a pesar de que padece su menor grado de organización desde hace 70 años y un día, cuando Juan D. Perón irrumpió con estrépito en la realidad nacional. Todas las políticas ejecutadas desde el Estado en estos ocho años han tenido esa referencia en su centro, lo cual no significa que haya sido un recorrido lineal. Tan definida ha sido esa preferencia que quienes desde ese sector han privilegiado conveniencias personales y negociaciones espurias han sido expulsados a los márgenes, reducidos a mera escenografía para la simulación teatral de los peores antagonistas de los intereses que dicen representar”.

Se olvidó de señalar que son parte del armado político opositor figuras como Ricardo Pignanelli, Antonio Caló o Gerardo “servilleta” Martínez. Todos responsables de la precarización laboral, despidos, persecución sindical, cierres de empresas.
Luego de esto, el periodista de Página afirma que “la esperanza (de Macri) reside en la insatisfactoria candidatura de Daniel Scioli”.

Agrega que “no sólo el 54 por ciento de Cristina en 2011, el 51,9 por ciento de Menem en 1995, el 51,5 por ciento de Alfonsín en 1983, el 47 por ciento de Menem en 1989 y el 46 por ciento de CFK en 2007 parecen extraordinarios. Hasta el 42,8 por ciento con que Duhalde fue derrotado en 1999 es hoy un objeto de deseo”.

En post de alcanzar ese umbral del 40%, y a pesar de todo, Verbitsky lo votará.

Mirando al norte

En sus críticas a Scioli, continua el periodista afirmando que “por más que haya posado en campaña junto con otros presidentes del populismo regional, la opción de Scioli está más al norte, según deja entender sin ambigüedad Urtubey, con independencia de que sea el próximo canciller de Scioli o decida permanecer en Salta (…) un realineamiento con Estados Unidos iría en contra de tendencias profundas de la sociedad argentina”.

Eso, en el marco del profundo antinorteamericanismo que tiene la población argentina, abre una brecha. El periodista parece “advertir” a Scioli. Algo que no logrará sus frutos. Por las dudas, lava las culpas por medio de este “aviso”.

Represión sciolista

Donde más ruido hace Scioli es en el terreno en los derechos humanos y la represión.
Dice el periodista que “algunos anuncios y trascendidos sobre el gabinete de Scioli (Alejandro Granados en Defensa, el alcaide mayor penitenciario Ricardo Casal en Justicia y Sergio Berni en Seguridad) también señalan otros puntos de colisión con el kirchnerismo (…) desde la Secretaría de Seguridad, Berni abjuró de la decisión de Kirchner de no enfrentar las protestas sociales con represión y de los protocolos de actuación que regulan el uso de la fuerza en esos casos. Este mes, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, sobreseyó a los trece militantes de izquierda procesados por los cortes de la ruta Panamericana. Las tropas de la Gendarmería los acribillaron con cartuchos de goma y los sofocaron con agresivos químicos. Berni también infiltró entre ellos a un coronel de Inteligencia del Ejército. Arroyo sostuvo que los manifestantes realizaban un “legítimo ejercicio del derecho de reunión, en el caso particular de peticionar y hacer oír sus reclamos”, conducta “amparada constitucionalmente, por lo que de modo alguno pueden ser alcanzada por el derecho penal”. Ahora tal vez Berni y el coronel Roberto Galeano deban rendir cuentas”.
La realidad es que el kirchnerismo bancó a Berni hasta último momento. Pero además lo bancó en el momento mismo en que se estaba dando la represión que Verbitsky describe. En ese momento, en el gobierno de los “derechos humanos” solo hubo silencio.

Por último, Verbitsky fustiga a Ricardo Casal por la represión de la Bonaerense en Mar del Plata. Pero se “olvida” de que Scioli, ese mismo día, reivindicó a la policía de esa ciudad.

Doble comando

Mario Wainfeld se encarga de describir “objetivamente”.

“La presidenta Cristina Fernández de Kirchner termina su segundo mandato con un capital político muy superior al que tenían Alfonsín y Menem. El legado social y económico también es bien diferente y mejor (…) Cristina apoya al gobernador Scioli sin ambages, hace campaña con él, quiere que gane (…) por último, se da por hecho que Scioli llegará primero el domingo 25 y hasta es posible que triunfe definitivamente en primera vuelta. La Presidenta lo avala, hace lo que entiende está a su alcance para posibilitar el mejor resultado”.

Eso no implica que no estén planteadas las crisis a futuro. Eso es lo que afirma toda la oposición, incluidos sus analistas de cabecera.

Eduardo Van der Kooy señala que “la Presidenta sigue conservando el poder y la centralidad política. A ella la desvela Santa Cruz porque desde ese confín patagónico piensa proteger su liderazgo y fiscalizar a su sucesor. Sea del kirchnerismo o de la oposición (…) La tarea se vería dificultada con una derrota electoral de la familia. Ese feudo constituye el gran teatro de los Kirchner”. El mismo periodista señala que, para Scioli, esa provincia no tiene importancia.

Por el contrario éste “decidió cerrar trato precario con Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete lo ayuda muy poco al candidato para crecer en la Provincia. Pero con lo que tendría hasta ahora le alcanzaría para convertirse en sucesor. Salvo que María Eugenia Vidal, la candidata del PRO, provoque una oleada electoral. Y Macri consiga repuntar fuerte en el Conurbano (…) el gobernador le prometió un ministerio a Fernando Espinoza, el cacique de La Matanza. El candidato K requiere los votos de esa región para arrimarse a la frontera del 40%. La cosecha sería más complicada en el interior bonaerense donde, como sucedió en las PASO, continúa prevaleciendo el voto opositor (…) Scioli habría registrado un pequeño descenso en el NOA-NEA donde en agosto realizó una masiva votación. Las secuelas de la escandalosa elección, más allá del triunfo de Juan Manzur, no quedaron al parecer encerradas en Tucumán. Hubo una onda expansiva”.

Por su parte, en La Nación, Jorge Fernández Díaz, afirma que estamos a las puertas del “peronismo Pimpinela”: “Hoy esa fuerza hegemónica se dispone a consagrar un formato novedoso: el peronismo Pimpinela. Una conducción bicéfala e inestable, que amenaza convertirse en una comedia a los gritos entre dos personas que fingen amor y que en realidad no se soportan. Daniel Scioli es el hecho maldito del país kirchnerista. Que Cristina se haya visto forzada a entregarle su sagrado proyecto a alguien que representa sus antípodas constituye de por sí una enorme derrota cultural”.

El país menemista

Mario Wainfeld escribe, hablando sobre Macri y su techo en votos, que “quizás el problema sea el candidato antes que sus tácticas. Puede pasar y hasta es verosímil que el perfil “puro” elegido (porteño, clase alta, muy Palermo Chico, fórmula con dos dirigentes PRO) tenga un techo muy lindante con el treinta por ciento nacional. Que, por cierto, es un caudal importante jamás alcanzado por un candidato de centroderecha que encabeza una coalición cuyo eje es un partido también porteño y bastante nuevo”.

Es cierto. Morales Solá, en La Nación, confirma que “en un barrio más elegante está la casa de Mauricio Macri, un departamento frente a plaza Alemania. Es un lugar cómodo y grande, pero no más lujoso ni más amplio que el departamento de un ejecutivo de una empresa importante (…) una frase puso alegría donde había un cansancio infinito: Susana Giménez anunció delante de él que lo votará. Esos mensajes del jet set local tienen para Macri un enorme significado electoral”. Pero el mismo periodista afirma que “la inversión tampoco le es ajena a Scioli. Los dos nacieron y crecieron en familias de empresarios”.

No hay diferencias sustanciales entre Macri y Scioli. Ambos devienen del menemismo. Su cuna y crianza los ubica en el empresariado. Sus amigos están en la farándula y el deporte de elite. Lo verdaderamente popular le es tan ajeno como las ideas progresistas.
El país que viene, sea con Macri o Scioli, es un país culturalmente menemista. Susana Giménez, Mirta Legrand o Marcelo Tinelli, amigo íntimo de Scioli desde hace décadas. La derrota de la “batalla cultural” en todo su esplendor.

A la izquierda está la alternativa

En estas últimas semanas, y sobre todo después del debate presidencial, la figura de Nicolás del Caño no ha dejado de crecer. La simpatía que despierta entre trabajadoresy estudiantes expresa claramente, la diferencia con lo que han sido definidos como los candidatos del ajuste.

Precisamente esto es lo que permite avizorar que el Frente de Izquierda se encuentra las puertas de una elección histórica, posiblemente la mayor desde el retorno del régimen democrático en 1983.

Para el progresismo que, como Verbitsky sufre por la opción de Scioli, existe la posibilidad de no acatar lo que manda el aparato peronista. La alternativa está claramente a la izquierda.


Eduardo Castilla

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

X