Artistas de distintos lenguajes reflexionan sobre las mismas preguntas. Desde el colectivo Contraimagen abrimos un espacio de debate e intercambio diverso relacionado a los problemas que enfrenta la producción cultural ante la crisis social y económica que atraviesa el país. En este primer artículo sumamos las voces de Anibal “Corcho” Garisto y Mayra Bottero desde el cine; Susana Torres Molina desde el teatro; Mario Fernandez desde el circo y la murga; y Verónica Jeria, museóloga, trabajadora de la cultura. Durante los próximos días seguiremos publicando nuevas opiniones. Diversidad de expresiones, formas de producción, perspectivas y experiencias atacando los mismos problemas.
Javier Gabino @JavierGabino
Miércoles 24 de agosto de 2022
Los problemas que enfrenta la producción cultural en Argentina se ubican en un punto límite no metafórico. Al ajuste continuado sobre el sector, que viene desde hace varios años, se sumó el golpe de la pandemia sin red de contención y hoy persiste la amenaza del “apagón cultural”. El fin de las asignaciones específicas que fomentan las actividades del Cine, la Música, el Teatro, los Medios comunitarios y las Bibliotecas populares será este 31 de diciembre del 2022 si el senado nacional no da tratamiento y sanciona favorablemente la ley que lo impide. Pero estas particularidades, cuyo listado real cubriría todo el espacio de este artículo, se encuentran inmersas en la crisis general, social, económica y política en la que vivimos.
En una serie de artículos similares que publicamos hace un año, escribíamos que es imposible que una fuerte crisis de las llamadas “producciones simbólicas” no acompañe el crecimiento exponencial de la desigualdad en nuestro continente, la concentración de la riqueza y el descenso a la pobreza de millones de personas (que en Argentina es de 17 millones de pobres). Si hacer películas, libros, teatro, música, arte, siempre fue un problema para los habitantes del... ¿sur global? ¿los países subdesarrollados? ¿las semicolonias?. Ahora estamos en un momento límite en el que todas las ambigüedades deberían descartarse.
Pasado un año en el que las preguntas se concentraban en el ajuste al cine, la gestión del INCAA y la invasión de las plataformas de streaming como Netflix, Amazon, HBO y su impacto en nuestras producciones, nos decidimos a ir a preguntas más directamente políticas, que hacen también a otros debates más profundos, como el significado de la “Soberanía cultural”. Tomando en cuenta también que el sector de la cultura es uno de los que (con sus altas y bajas) se encuentran movilizados este año y considerando que es importante la diversidad de voces. Abrir el debate, reflejar diversidad de formas de producción, de perspectivas, de experiencias atacando los mismos problemas. Durante los próximos días seguiremos publicando nuevas opiniones. Porque la cultura no se salva sola.
Las preguntas que abordamos fueron tres:
- 1) ¿Cuáles son para vos las implicancias culturales de la injerencia del FMI sobre el país y cómo te afecta en tu profesión?
- 2) En el último tiempo el sector de la cultura viene peleando contra el desfinanciamiento, el apagón cultural, que aún no se logró frenar. ¿Además de esta pelea, cuáles luchas deberían darse desde la cultura?
- 3) Ante la agudización de la crisis social y el ajuste, ¿Cuál creés que debería ser el compromiso de les artistas con las luchas populares? ¿Cuál puede ser el rol de les artistas para colaborar en cambiar esta situación?
Anibal “Corcho” Garisto
1) Cumplir con los pagos al FMI tiene un montón de consecuencias, son recortes a un montón de sectores sociales y también culturales. Lo que se está peleando, que ahora va a estar en el Senado próximamente, fue un intento de recorte a la cultura, a las asignaciones específicas que generan más de 700 mil puestos de trabajo. Fue algo que comenzó con el macrismo y que por suerte, y gracias a las movilizaciones y a la unión de todo el sector de la cultura, ahora se va a tratar en la Cámara de Senadores y esperemos que eso pueda salir y se pueda lograr una prórroga de 50 años más a esas asignaciones específicas que generan tanto trabajo, y que generan también una soberanía cultural, y lo que es en mi caso, una soberanía audiovisual sobre qué temas queremos contar y cómo lo queremos contar.
2) La cultura ya viene desde hace 8 años recibiendo golpes, y peleando contra un desfinanciamiento, desde el macrismo y todos estos años.
Es un apagón cultural que no se logró frenar, tenemos en el caso del cine un INCAA cada vez más desfinanciado, cada vez es más difícil poder hacer cine. En el caso de ficción, principalmente ahí, una película que genera muchos puestos de trabajo, no solo en lo que es cine, sino también en lo que es catering, movilidad… pero la ficción en Argentina está siendo golpeada hace muchos años y los subsidios que daba el Instituto de Cine cada vez son menores y cada vez cuesta más hacer cine en Argentina.
Otro gran problema y no menor, es la exhibición de cine. Hay una cuota de pantalla que no se cumple, que hace años que venimos desde las asociaciones pidiéndolo. Antes una película de ficción podía estar en 20-30 salas, y ahora automáticamente va a una sala sola, hay un problema grande con lo que es la exhibición cinematográfica que no se logró frenar.
3) Hay una crisis social y un ajuste que cada vez es mayor sobre los sectores más vulnerables, que son los que siempre pagan los platos rotos de las crisis. En mi forma de ver el arte y la cultura, hay que apoyar y hay que tener un compromiso cada vez mayor con estos sectores, y nuestro cine o lo que nosotros hacemos, tiene que darle visibilidad a ciertos sectores que no la tienen, o que no llegan a los grandes medios, porque están monopolizados.
Susana Torres Molina
1) La cultura no escapa a las arduas, desesperantes e injustas implicancias que nos está afectando a casi todos. Habitar la incertidumbre, cuando ésta se instala por largos periodos de tiempo, deja de ser un estímulo creativo, y se torna un ancla.
2) Las luchas se vuelven significativas y potentes cuando surgen desde lo colectivo y escapan de las esferas institucionales. Cuando en sus manifestaciones evidencia otros modos de producir y participar. Cuando no ocupa solamente los espacios asignados por el sistema sino que arma su propia cartografía y elige cómo y con quienes compartir su arte.
3) Como artistas el compromiso, desde mi punto de vista, es seguir creando expresiones artísticas que promuevan el pensamiento, la complejidad, sin por eso volverse solemnes ni complicados.
Mario Fernández
1) No podemos pensar la deuda como aislada del resto de los ámbitos de nuestras vidas. Desde lo económico, lo laboral, más gente se queda sin laburo. Como artistas, nos vemos obligados a seguir re-buscándola. Las entradas que solemos cobrarlas a x monto, la gente ya no las paga, ya no sale tanto. En cuanto a las políticas culturales, hay un montón de programas que seguramente se van a ir dando de baja. De hecho sigue estando el “apagón cultural” ahí, como que nos tiene en vilo.
La cultura o el consumo de cultura, pasa quizá a un tercer, cuarto plano. Las familias tienen que pensar primero en la comida, después en el alquiler, después en la escuela de los niños y niñas, y si queda tiempo, ir a ver una obra. Hasta en espectáculos gratuitos también se complica muchísimo producir, lo vivimos en la escuela, los profes cada vez necesitan más laburo, entonces más horas de laburo implican menos horas de producción.
2) En Jujuy vienen sucediendo varias situaciones en que no dejan laburar desde el arte. Con artistas callejeros, con los pibes que están en los semáforos, con las murgas que ensayan en algún lugar. Concientizar sobre eso, que “el arte callejero no es delito” sería una de las luchas. También me parece fundamental la educación artística en general, no solamente en las escuelas formales, sino en cualquier espacio, y eso incluye políticas que fomenten y que sostengan la labor de les artistas en educación.
En cada lucha de nuestra sociedad, de nuestro pueblo, está presente de alguna manera el arte. Quienes hacemos un arte contrahegemónico, desde la forma, desde el contenido, desde el contexto, una de las luchas es seguir disputando sentidos, seguir disputando espacios. Creo que las nuevas luchas culturales o artísticas, necesariamente deben ir ligadas a cada una de las luchas que el pueblo lleve. Es como decía Victor Jara, primero que nada soy trabajador de la cultura, después veré si soy artista.
3) El compromiso es ese, no solamente acompañar, hay que apropiarse de las luchas y sentirlas propias. No ser tibios, tener en claro dónde estamos parados como pueblo, saber a favor de quien estamos y en contra de quien o qué, y acompañar todas y cada una de las luchas.
Las obras que comunican, que protestan, que gritan los sentires del pueblo, ahí es donde podemos hacer nuestros aportes. En distintas disciplinas, música, teatro, pintura, en todas tenemos la posibilidad de trascender un poquito más lo temporal. En un mundo que nos obliga a desligarnos de lo que sentimos, de lo que nos pasa, cualquier cosa, entre ellas el arte, que nos vuelva a poner en contacto con las emociones, es un aporte enorme.
Mayra Bottero
1) Creo que el principal problema cultural es la distorsión que se genera en nuestra auto-percepción como sociedad. Ayer vi “Pipa", una película producida por Netflix y ofrecida al público como “contenido Argentino”. Me dio mucha vergüenza, el intento por equiparar el paisaje jujeño a los desiertos estadounidenses me dieron mucha vergüenza. Creer que algo es bueno o bello, en arte o entretenimiento, porque se parece a lo que él dominador produce es una gran distorsión que, como consecuencia, nos roba la capacidad de expresión. Vernos a nosotros mismos en un espejo que nos devuelve una imagen imposible hace que nuestro autoestima se vuelva deplorable, hace que nuestro lenguaje se empobrezca hasta desaparecer. Perdemos salud, capacidad perceptiva y efusividad creativa. Endeudar la cultura es un proceso de destrucción que va a la par de entregar nuestros recursos naturales. Lo que yo espero es que este contexto provoque una gran resistencia artística y surjan colectivos creativos que den pelea ideológica.
2) Creo que en simultáneo deberíamos generar una mayor red de distribución de nuestras obras, eventos en diálogo en todo el país. Mucho más de lo qué hay ahora. En cine es muy evidente, hacemos las películas pero después estamos prohibidos de compartirlas con nuestro público. Eso tiene que cambiar ya, de lo contrario hagamos lo que hagamos ganará el sin sentido.
Y también tenemos que abrir el juego, apostar por la diversidad, garantizar las herramientas de creación para aquellas comunidades y colectivos que la tengan negada históricamente. Y no me refiero a que los mismos representemos las realidades silenciadas, me refiero a que quienes no tienen por destino social ocupar lugares de privilegio, como lo es el cine en la Argentina, puedan hacerlo.
3) Los cineastas deberíamos organizarnos en producir una gran campaña de alfabetización audiovisual. Es urgente que las organizaciones sociales puedan auto retratarse, comunicar su labor utilizando la cámara, el sonido y la palabra. Necesitamos que surjan manifestaciones genuinas, discursos históricos del tiempo presente.
Creo que ahora hay dos grandes tareas: registrar, escribir, percibir con los ojos bien grandes y abiertos. Qué nada se nos escape, nuestro trabajo es el de sensibilizar la existencia, construir empatía, ofrecer salud emocional. Tenemos que generar documento porque documentar es creer en el futuro. Hará mucha falta, nos están pegando fuerte, nos están saqueando hasta la respiración. Insisto, debemos compartir la herramienta, sin mezquindad. Compartir lo que sabemos hacer para que otre haga. Quizás nos toque revolver la olla en el puente, así la compañera que suele hacer el guiso para paliar el hambre y el frío tome la cámara y nos sorprenda. La cultura es el vínculo entre las cosas, el orden desprolijo en que una sociedad organiza su espacialidad y la experiencia que recoge de esa particular coreografía de producción. Cuidar los vínculos, saber leerlos, es el compromiso que tenemos que asumir.
Verónica Jeria
1) Las implicancias son de múltiples tipologías a mi entender. Más ajuste, más precarización laboral, más explotación. Y en el sentido cultural considero que se profundiza la dominación cultural, el pensamiento colonial, esa forma de pensar el trabajo en la que lxs trabajadorxs debemos cada vez dedicar más horas y más horas a trabajar para llegar a fin de mes y para “producir”, alejándonos cada vez más del buen vivir. Al ámbito de mi profesión en los museos, la afectación profundiza algo que venimos padeciendo hace muchos años, que es tener más de un trabajo a la vez, o tener que hacer muchas horas extras para llegar a cubrir la canasta básica. En ese mismo sentido también las políticas de ajuste y desfinanciamiento van provocando un deterioro de las instituciones y sus infraestructuras, y el trabajo muchas veces se transforma en la gestión de un parchado sin fin de los agujeros del fondo de un bote que va remando en el medio de una tormenta en el océano. Se afectan las proyecciones en grande, a largo plazo, con imaginación al poder que suelen surgir de manera volcánica en la cultura cuando hay procesos de comunión y participación colectiva.
2) Creo que hace muchos años que desde el sector cultural debemos luchar contra el desfinanciamiento. Han habido momentos de mucho activismo al respecto, y otros más desérticos, áridos. Es muy importante creo, que se sostengan los más diversos espacios de organización y de compartir entre trabajadorxs de la cultura, porque son muy necesarios. Desde la cultura debemos seguir luchando para concientizarnos en nuestros derechos laborales y su defensa, pero también en construir conciencias colectivas respecto de otras temáticas, uniendo/nos a los reclamos de otros sectores, y de otras problemáticas. El cambio climático y el extractivismo capitalista como mancha voraz que pretende extenderse en todos los territorios me parece que debería ser un eje profundo de debate y acción.
3) Creo que el compromiso debe ser siempre desde las ideas y desde los cuerpos, de manera colectiva. Creo que debe tenerse en cuenta que venimos de muchos años de sufrimiento social, y en eso incluyo también los efectos físicos y psicosociales que nos ha dejado la pandemia, que no podamos ignorar. Creo en la necesidad de las tareas de cuidado, en generar espacios que contengan con medidas de cuidado hacia otrxs, hacia nosotrxs. Si no hay cuidados y cuerpos sanos o en proceso de sanación, es muy difícil poder sostener los compromisos. Creo que el arte y la cultura pueden ayudar a ello, a mejorar las condiciones de nuestros cuerpos con sus sentires y pensares, para poder seguir luchando por nuestros derechos.
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Javier Gabino
Nació en Santa Rosa, La Pampa, en 1972. Grupo de Cine Contraimagen. Codirector, guionista y montajista de La internacional del fin del mundo (2019), la serie Marx ha vuelto (2014), Memoria para reincidentes (2012) y diversos materiales audiovisuales sobre revoluciones y luchas obreras.