Fiel a su historia, la jerarquía eclesiástica siempre presta para ayudar a los poderosos en sus planes. Los obispos Ojea, Colombo, Azpiroz Costa y Bochatey acudieron a una amistosa reunión con el Gobierno en la Casa Rosada. Dicen que hablaron de la pobreza y ofrecieron “colaboración” para que La Libertad Avanza logre gestionar con “paz social”. ¿Qué acordaron los subalternos de Bergoglio a cambio de apoyo a las políticas de ajuste?
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 13 de marzo 12:12
Foto Oficina del Presidente
La historia de alianzas, negociados y complicidades de cardenales y obispos con quienes han manejado el Estado argentino es larguísima. De hecho la incidencia de la jerarquía católica en la vida nacional es preexistente a la misma creación del Estado.
Esa capacidad de influir sobre la población (incluída la no católica) va desde el “adoctrinamiento” vía la educación pública hasta la bendición de los centros clandestinos de detención de la última dictadura (a la que no por nada se la conoce como cívico-militar-eclesiástica). Lo que contempla, a su vez, múltiples prebendas como los sueldos clericales pagados por el Estado y el nefasto “Concordato” entre el Vaticano y Argentina firmado en 1966 (aún vigente). Parte de esa historia se ha contado en diversos artículos de La Izquierda Diario (que invitamos a ver acá, acá, acá, acá o acá)
Un nuevo capítulo de esa trama lo escribió este martes por la tarde la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), cuyos capos visitaron al presidente Javier Milei en la Casa Rosada. Días antes la canciller Diana Mondino había cursado la invitación oficial a la Comisión Ejecutiva de la entidad religiosa, que aceptó gustosa. Allí concurrieron el presidente de la CEA Oscar Ojea, el vicepresidente primero Marcelo Colombo, el vicepresidente segundo Carlos Azpiroz Costa y el secretario general Alberto Bochatey.
Del encuentro entre Milei y los obispos en el salón Eva Perón también participaron Mondino (ministra de Relaciones Exteriores y Culto), el secretario de Culto Francisco Sánchez y la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello. Esta última, como se sabe, se licenció en la carrera de “Ciencias para la Familia” que dicta la ultraconservadora Universidad Austral (antro académico del Opus Dei) y es quien encabeza desde el 10 de diciembre las políticas hambreadoras contra millones de familias, especialmente contra niñas, niños, adolescentes, jubiladas y jubilados.
Como era de esperar, no hubo transmisión por streaming ni otro registro que permita a toda la sociedad saber de qué se habló realmente en esa reunión. Apenas un clip audiovisual del usuario de Instagram @elpelucamilei (contratado por el Gobierno para que haga contenidos desde los despachos oficiales), donde sólo aparece Pettovello hablando en favor de “la gente”.
A nivel oficial, del lado del Gobierno se limitaron a difundir una foto por X acompañada de un escueto texto que sólo detalla quiénes participaron, sin más precisiones. Del lado de la CEA, se emitió un comunicado en el que se habla de “una reunión cordial” donde los obispos “agradecieron al presidente la convocatoria” y “le manifestaron su preocupación por la situación económica, especialmente en aquello que tiene que ver con la contención de aquellos sectores vulnerables que sufren, principalmente la falta de alimento y medicamentos”.
El texto oficial del Episcopado agrega que los obispos “llevaron también las inquietudes de los obispos de las distintas provincias del país por la situación que se vive”, “agradecieron al presidente la escucha atenta a todo lo planteado” y “reafirmaron su disposición a colaborar en el trabajo por el bien común y la paz social”. Además, le regalaron a Milei el libro Statio Orbis, “que narra la oración del papa Francisco en la Plaza de San Pedro al comienzo de la pandemia”.
Malignos
Una vez más, la hipocresía se calzó la sotana. Los obispos agradecen y proponen colaboración, nada menos, a quien no hace mucho tiempo identificó a Jorge “Francisco” Bergoglio con Satanás y cuyo inspirador “teórico”, Alberto Benegas Lynch, propuso en el cierre de la campaña electoral de La Libertad Avanza del año pasado “romper relaciones con el Vaticano”. La autoestima por el piso, diría alguien por ahí.
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Del lado de Milei no se puede decir algo diferente. Su abrazo frenético al papa en el reciente viaje al Vaticano fue interpretado, por propios y extraños, como un gesto de “pax” en un contexto en el que el Gobierno, débil política e institucionalmente, necesita sumar aliados en su plan de guerra, motosierra y licuadora contra las condiciones de existencia de millones de personas. Hace años Milei no dudaba en expresar su odio visceral a la Curia, al punto que comenzó un lento pero sostenido proceso de adhesión al judaísmo. Pero, como se lo confirmó el propio Bergoglio en Roma, un olvido y un perdón no se les niega a nadie. Menos si ese alguien meneja las riendas del Estado.
La “preocupación” por los pobres e indigentes del país es una planificada pantalla que siempre utilizó la jerarquía católica para ser convocada a la “mesa” en la que el poder económico y político discute cómo garantizar las ganancias y posiciones del gran empresariado (nacional y multinacional) a costa de las penurias de quienes día a día trabajan por salarios que no alcanzan a cubrir una canasta básica.
Para esa empresa burguesa, la conducción de la Iglesia católica, al igual que sus hermanas evangélicas, cuenta con una aceitada red de instituciones de “asistencia social” (en las que “milita” mucha gente humanitariamente irreprochable) basada en el precepto de no cuestionar las causas de la desigualdad (en definitiva, todo sería obra de Dios) pero sí atender a quienes más sufren sus consecuencias. De cambiar de raíz las razones del hambre y la miseria, ni una palabra.
Santos equilibrios
En ese sentido, la CEA (aún con sus internas entre conservadores y ultraconservadores) sabe que no puede desviarse de la línea “peronista” que Bergoglio le imprimió desde hace once años a su gestión vaticana. De allí su diplomático equilibrio entre manifestar su “preocupación” por las consecuencias de la crisis y proponer su “colaboración” al mismo gobierno que la profundiza. Algo que, como escribió en estos días Matías Maiello en Ideas de Izquierda , le cabe prácticamente a todas las alas del peronismo actuante, desde el funcionario mileísta Daniel Scioli (casi candidato de UxP hace unos meses y excandaidato de CFK en 2015) hasta el papista Juan Grabois, pasando por Axel Kicillof y las cúpulas de la CGT y las CTA.
La histórica colaboración eclesiástica con el Estado, preponderantemente en políticas de contención y “pacificación” social, hoy cobra un valor central para el gobierno de Milei. Sin una fuerza política que le permita sacar leyes en el Congreso, sin fuertes organizaciones de la sociedad civil que acompañen sus planes de ajuste y saqueo y buscando todo el tiempo enemigos a quienes acusar de todos los males con los que se enfrentan “las fuerzas del cielo”; Milei ve en los súbditos de Bergoglio a aliados que, pese al desprestigio acumulado durante décadas, aún detentan cierto peso en la capilaridad social.
Por si fuera poco, además de recibir financiamiento estatal para comedores, hogares y demás instituciones confesionales caritativas, la cúpula eclesiástica tiene otros acuerdos con La Libertada Avanza. Para ambos, la interrupción voluntaria del embarazo es un asesinato perpetrado por mujeres que odian la vida. Para ambos, la Educación Sexual Integral (ESI) no es clave para evitar, por ejemplo, los abusos intrafamiliares, sino una batería de agresiones a la moral ejecutadas por la “ideología de género”. Para ambos, está muy bien que el Estado financie a la educación privada católica.
Y también, claro, muchos obispos coinciden con Milei en que en Argentina no hubo un genocidio (con apropiación de bebés incluído), sino a lo sumo “excesos” en una “guerra” de la que el Episcopado participó activamente del bando de dictadores “occidentales y cristianos”.
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Con su DNU 70/2023 y su proyecto de Ley Ómnibus, Milei se propuso transformar, reemplazar o directamente eliminar infinidad de leyes que, en muchos casos, llevaron años de lucha por parte de la población para conquistar derechos. Sin embargo, nunca habló de eliminar el nefasto artículo 2 de la Constitución Nacional, que dice que el “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”.
La libertad, parece, es un concepto tan maleable que, para algunos, no es contradictoria con bancar (“¡con la tuya!”) a una religión cuyos líderes gozan impunemente de cuanto lujo se les pone delante. Seguramente de esa “asociación estratégica” se habló mucho en la reunión de este martes en la Casa Rosada, aunque probablemente nunca trasciendan los detalles.
Un último dato, no menos importante, renueva la hipocresía que este martes por la tarde se pavoneó en el Salón Eva Perón de la Casa de Gobierno. Los cuatro obispos que visitaron a Milei, Pettovello y compañía llevan años encubriendo a decenas de curas, monjas y laicos influyentes en la Iglesia que fueron acusados de los más diversos crímenes sexuales, mayoritariamente contra niñas y niños en estado de absoluta vulnerabilidad. El caso de Bochatey en el escándalo del Instituto Provolo es de los más notorios, pero es apenas la punta de un iceberg de terror. De eso, obviamente, no se habla cuando “las fuerzas del cielo” tienen otras priridades.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).