El cuestionamiento contra del TPP ha abierto un debate que en Chile se ha mantenido invisibilizado por décadas: la brutal dependencia y entrega de nuestro país. Dependencia política con EE.UU, dependencia económica respecto las multinacionales y dependencia comercial con China.
Fabián Puelma @fabianpuelma
Viernes 26 de abril de 2019
Durante décadas parecía no haber fisuras. La Concertación se valía de sus credenciales democráticas ante el fantasma siempre presente de la dictadura y los generales, mientras hacía el trabajo que la dictadura, por razones políticas, no podía hacer hasta el final: integrar a Chile en un mundo globalizado, entregándole todos nuestros recursos y vidas a las grandes empresas, a cambio de un crecimiento económico que se acumulaba y concentraba en un par de familias.
Detrás del dogma neoliberal, el actor aparentemente invisible, pero onmipresente en la economía y la vida cotidiana, es el imperialismo y las multinacionales. La apertura total de la economía ha sido una de las herramientas fundamentales. La cifra no deja de sorprender: Chile ha firmado más de 26 tratados de libre comercio con 64 países, que representan el 85% del PIB mundial. Respecto a los países firmantes del TPP11, Chile es el único que ya tiene acuerdos comerciales con todos los demás países.
Pero la crisis capitalista del 2008 rompió el consenso basado en una cierta “globalización armónica” que habilitaba que las grandes potencias hablaran un idioma común dentro de reglas multilaterales sobre el comercio internacional. Uno de los símbolos justamente fue la medida adoptada por Trump de retirar a EE.UU de las negociaciones del TPP.
El sentido de oportunidad de la burguesía chilena es notable: cómo aprovechar las disputas entre potencias para subordinarse aún más. Ese es el “jugador inteligente” del que habla Ricardo Lagos refiriéndose al conflicto China y EE.UU. Recordemos que Mike Pompeo en su viaje express a Chile, además de felicitar a Piñera por seguir los dictados de EE.UU hacia Venezuela, advirtió que China “inyecta capital corrosivo en el torrente sanguíneo económico” y adelantó que si Chile llega a acuerdos con empresas tecnológicas chinas como Huawei “forzará a los Estados Unidos a tomar decisiones sobre dónde ponemos nuestra información también". El Mercurio, por su parte, defendía el derecho del país a venderse al mejor postor y destacaba cómo las grandes potencias se fijaban en Chile. Esa es la defensa nacional del gran empresariado.
Así, mientras Chile refuerza su dependencia política respecto de EE.UU con Sebastián Piñera como uno de los voceros privilegiados de las políticas de Trump en la región (Venezuela, creación del Prosur en reemplazo de Unasur); al mismo tiempo se reúne con los empresarios chinos invitándolos a invertir en el país y hace guiños a China (“cada uno tiene el sistema político que quiera darse” dijo Piñera) y avanza en un tratado como el TPP que permitirá reforzar la apertura a multinacionales de países como Canadá, Japón y Australia. ¡Todos los flancos cubiertos!
Mientras se desarrolla este debate, miles de jóvenes y estudiantes se han movilizado contra la firma del TPP11. Se han realizado asambleas y paros en distintas facultades universitarias por este tema. Los estudiantes se movilizan contra los efectos que tiene el tratado contra el medioambiente, los efectos en la compra venta de medicamentos, el reforzamiento de los derechos de autor y sus efecto en la cultura y el libre acceso a la información por internet. El cuestionamiento al TPP en la juventud debe ser un motor para debatir la dependencia estructural del país y su subordinación al imperialismo y las multinacionales.
¿Hay TLC buenos y otros no tan buenos?
El TPP11 viene a consolidar y ampliar muchas de las prerrogativas que ya tienen las transnacionales para saquear nuestros recursos y explotar la fuerza de trabajo. Busca restringir lo más posible la soberanía nacional a favor de las multinacionales.
Se trata de un tratado complejo y multifacético que incluye prohibiciones para fijar impuestos a la exportación e impuestos pro diversificación; prohíbe requisitos de desempeño hacia las empresas; obstaculiza subsidios a las empresas del Estado; prohíbe medidas encaminadas a transferir tecnología de las IED al tejido productivo nacional; establece un concepto amplio de expropiación que permite a las empresas demandar al Estado en tribunales arbitrales especiales por regulaciones que afecten sus intereses, incluso si afectan sus “expectativas razonables de retorno”.
Muchas de estas medidas ya están consideradas en los tratados de libre comercio que tiene Chile con los Estados firmantes. El TPP11 las amplía y refuerza, además que tiene como novedad la restricción a las actividades de las empresas públicas, y también limita aún más el rol del sector público en la vida económica, como por ejemplo, en materia de compra de remedios para los sistemas nacionales de salud.
Rechazar el TPP11 es una medida elemental de defensa nacional frente a las multinacionales. Pero como se ve, es un tratado que viene a reforzar regulaciones que ya están vigentes hace años en los diversos tratados de libre comercio que ha firmado Chile (sobre todo desde el año 2000 en adelante), y que han puesto a nuestro país como uno de los más abiertos del mundo para el saqueo, expoliación y explotación del imperialismo y las multinacionales. Esta política neoliberal y de subordinación forma parte del ADN de la obra de la ex Concertación, construida sobre los pilares de la herencia de la dictadura.
Entre los parlamentarios que se opusieron a la ratificación del TPP11 hay políticos de la ex Concertación que demogógicamente hoy se pronuncian en contra, mientras que sostuvieron durante décadas la entrega a las multinacionales. Pero también partidos como Revolución Democrática del Frente Amplio, con Giorgio Jackson a la cabeza, se oponen hasta que “tengamos antecedentes de que realmente le hará bien a Chile”, porque hoy “no sabemos cuánto ganaremos al abrir algunos productos en 5 de esos países”.
Su punto de partida es que Chile ya tiene tratados de libre comercio vigente con los países firmantes, ¿entonces para qué firmar uno nuevo? Para él hay tratados de libre comercio buenos y otros que (ante la duda), no son tan buenos. Desde ese punto de vista, no es extraño que Revolución Democrática haya votado a favor de la actualización del Tratado de Libre Comercio con Canadá, que otorga prerrogativas similares del TPP11 a las multinacionales canadienses (con importante presencia en la explotación del cobre).
Rechazar consecuentemente el TPP11 implica necesariamente cuestionar los pilares de la dependencia de Chile con el imperialismo y las multinacionales, poniendo en cuestión los tratados de libre comercio firmados por Chile, partiendo por el TLC con EE.UU, con un programa anti-imperialista que parta por luchar por la nacionalización sin indemnización de los recursos estratégicos bajo control de los trabajadores. Sin romper con los capitalistas y el imperialismo, no hay soberanía nacional posible.
Fabián Puelma
Abogado. Director de La Izquierda Diario Chile. Dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios.