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Red Internacional
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Bolivia: Elecciones 2020. La derecha va a las urnas dividida en 5 alianzas, el MAS se disciplina con el binomio determinado por Evo Morales

Este viernes a medianoche se cumplió el plazo para la inscripción de alianzas políticas de cara a los comicios del 3 de mayo. Se presentaron 5 alianzas y hasta el lunes deben confirmarse los nombres de los binomios presidenciales. La derecha fragmentada y el MAS que apuesta a ganar en “primera vuelta”.

Sábado 25 de enero de 2020 11:03

Foto: REUTERS (David Mercado)

Hasta la medianoche de ayer el Tribunal Supremo Electoral recibió las alianzas que competirán en las próximas elecciones generales 3 de mayo. El abanico opositor al MAS se va configurando así:

El ex vicepresidente del fallecido dictador Hugo Banzer Suárez y que fuera hace poco delegado de Áñez para explicar al mundo que en Bolivia no hubo golpe de Estado, Jorge “Tuto” Quiroga, se presentó bajo la alianza “Libres 21” con los partidos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y del Movimiento por la Soberanía (MPS).

Los ex líderes cívicos Luis Fernando Camacho y Marco Antonio Pumari van a las urnas con la alianza “Creemos”, que está conformada por los derechistas partidos de Unión Cívica Solidaridad (UCS), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el partido del ex dictador Hugo Banzer Suárez, la Alianza Democrática Nacionalista (ADN).

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El ex vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa, también registró su participación como “Comunidad Ciudadana” conformada por el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) y dos organizaciones ciudadanas de Sucre y Cochabamba.

Aunque el PDC es parte de la alianza encabezada por Camacho, una fracción de esta sigla, representada por la diputada Norma Piérola, se presentó bajo el nombre de “Pueblo Unido” en acuerdo con la agrupación ciudadana “Felipe de Austria” de la ciudad de Oruro.

La quinta alianza del espectro derechista es la que encabeza, para sorpresa de muchos, Jeanine Áñez y se denomina “Juntos Avancemos”. El anuncio generó aún más polémica porque Áñez iría junto con el alcalde de La Paz y representante de la sigla Sol.Bo (Soberanía y Libertad), Luis Revilla, que venía siendo aliado y parte de Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa. Este frente a su vez también está conformado por el Movimiento Demócrata Social (MDS), de Rubén Costas; “Todos” del gobernador Adrián Oliva de Tarija (también “ex” aliado de Mesa); y “Unir”, de Víctor Hugo Zamora. Sin embargo, cabes señalar que luego de este anuncio el propio Revilla dijo que será Áñez quien definirá a su vicepresidente. Seguramente esto se oficializará el lunes donde las siglas deben ya establecer los candidatos finales que competirán en los comicios organizados y controlados por el nuevo régimen.

Con la candidatura de Áñez muchos “pititas” [1]. y miembros del reaccionario movimiento cívico que inició la asonada derechista que culminó con el pedido de renuncia por parte de las FF.AA al ex presidente Evo Morales, quedaron decepcionados. Se rasgan las vestiduras frente a lo que consideran mayores despliegues de angurria de poder en desmedro de la tan mentada “recuperación de la democracia” y que ésta “sorpresiva” postulación dificultaría aún más la labor de desmentir que en Bolivia “no hubo golpe de Estado”. Una declaración en esta línea fue la que publicó el Diario "Los tiempos" en la que el ex presidente, ex guerrillero y ex izquierdista, Jaime Paz Zamora, del extinto MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), hoy devenido en un neoliberal identificado con el movimiento pitita señaló:

¡Quién nos va a creer que no fue golpe de Estado! Ha dañado sin retorno la credibilidad y el sentir de gran parte de los bolivianos. Es a usted a quien le tocó la sucesión constitucional, no a su partido, y es usted la que deberá responder a la nación.

Con este mapa de candidatos las perspectivas electorales se hacen más complicadas para prever el futuro. Por un lado la presentación de Áñez aumenta la fragmentación de la derecha al competir y disputar el electorado oriental con Camacho que goza de importantes preferencias regionales, lo mismo que Pumari, en la ciudad de Potosí. Ambos por lo tanto, intentarán arrebatar la mayoría de senadores en estos departamentos. Pero por otro lado, la presentación de Áñez divide el voto en el occidente disputándole el electorado de las clases medias urbanas a Carlos Mesa. A esto hay que agregar que la candidatura de Tuto Quiroga intentará disputar el voto derechista y neoliberal con todo el arco opositor.

Todo este malestar obedece también a que Áñez reproduce lo que se le criticó a Evo Morales, es decir, provechar en la campaña electoral las ventajas que de controlar el aparato del Estado. A modo de ejemplo, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, fue nominado precisamente por Áñez además de haber nombrado a diversos vocales del nuevo TSE lo que despierta desconfianza sobre la idoneidad del órgano electoral.

Este escenario lejos de lo que afirman algunos analistas que ven en Áñez la posibilidad de “aglutinar el voto opositor” contra el MAS, desde nuestro punto de vista lo que hace es aumentar la fragmentación y las posibilidades de Arce y Choquehuanca de ganar como lo viene anunciando Evo Morales, en la primera vuelta. Las profundas divisiones que recorren al MAS tanto regionales, sociales y hasta étnicas, sin embargo han sido momentáneamente “cerradas” con la aceptación por parte de las organizaciones sociales de este binomio aunque exigiendo que se terminen los “dedazos” para la nominación del resto de las candidaturas (diputados, senadores, etc.).

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Con todas estas fórmulas Bolivia transita una situación sumamente fluida, donde la “democracia” aparece crecientemente militarizada y con un despliegue de persecución política generalizada. Intentan resolver de esta manera una crisis estratégica del movimiento derechista que quedó postergada producto de la colaboración del MAS en el Parlamento, barnizando el golpe con formas democráticas. La encrucijada es de hierro: ¿cómo ganarle al MAS con el voto fragmentado de la derecha?. Esta encrucijada alimenta estas tendencias represivas y los rumores de una eventual proscripción del MAS, única forma de que las fórmulas que formaron parte del movimiento cívico, clerical, empresarial, policial y militar puedan competir entre sí de cara a garantizar la continuidad del nuevo régimen.

La situación continúa abierta y dará lugar a más “sorpresas”. La carrera electoral rumbo al 3 de mayo sigue desnudando que detrás de lo que se reclamó como defensa del voto solo se disputa el control del Estado. Salvando las enormes diferencias entre un gobierno golpista y uno elegido en las urnas, lo cierto es que desde la consumación del golpe la permanente colaboración del MAS ha permitido estabilizar el actual régimen y alentar la voracidad de los intereses trasnacionales y agroindustriales que ven la posibilidad de ampliar el margen de sus ganancias sobre la base del control directamente instrumental del poder estatal. Incluso ante la hipotética ilusión de que dejaran que el MAS vuelva a ganar las elecciones, la situación ha girado tan a la derecha que esta dinámica de descargar los efectos de la crisis sobre los hombros de las y los trabajadores y el pueblo pobre muy difícilmente se verá modificada.

Notas:
[1] El movimiento de las pititas está conformado por las clases medias acomodadas y fue la base social que "legitimó" el golpe de Estado


[1El movimiento de las pititas está conformado por las clases medias acomodadas y fue la base social que "legitimó" el golpe de Estado