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Actualidad. La deuda es con las pibas y los pibes, no con los buitres

Mientras en el Congreso se discute cómo complacer al FMI y los bonistas, la muerte de 6 chicos por desnutrición en Salta conmueve. El hambre también golpea a pocos kilómetros de la Casa Rosada.

Lucho Aguilar

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2

Miércoles 29 de enero de 2020 12:23

Este miércoles la agenda política estará concentrada en una cuestión central: la negociación del gobierno argentino con el FMI y los “bonistas”, como llaman a los fondos de inversión que lucran con la deuda de países como el nuestro.

El gobierno nacional le pide potestades al Congreso para negociar cómo pagará. Reestructuración la llaman. La prioridad de la nueva gestión es la "sustentabilidad de la deuda". No estará en discusión si es fraudulenta, ilegal u odiosa. Si fue contraída en beneficio de unos pocos perjudicando a las grandes mayorías.

Los buitres siguen la sesión con una calculadora en la mano.

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Pero otro tema se metió, sin anestesia, en la agenda periodística. En Salta ya murieron 6 chicos y chicas por desnutrición en las últimas semanas. Por el mismo cuadro, 26 fueron internados el fin de semana en Tartagal. La ciudad que se hizo famosa por las primeras luchas piqueteras contra la privatización de YPF que impuso el PJ en 1992, hoy vuelve a los titulares con las peores noticias.

La desnutrición es un drama difícil de comparar. No se muere de desnutrición de un día para el otro. Es una marca que se lleva, muchas veces, desde el nacimiento. Cada día de sus vidas. “Las niñas y los niños desnutridos no crecen, están tristes, no juegan, no comen, lloran muy fácilmente se enferman con mucha frecuencia” explica una de las fundaciones latinoamericanas que trata el tema.

La desnutrición es, además, solo la punta del iceberg. El reflejo más brutal de las condiciones de pobreza y abandono en que viven millones de chicas y chicos. Con sus familias, es cierto, pero es a quienes más golpea la falta de comida y derechos básicos.

Y eso nos traslada desde Salta, o Misiones, hasta llegar a pocas cuadras de la Casa Rosada, el Ministerio de Economía o el Congreso.

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Al final del gobierno de Macri se conoció un estudio del Observatorio para la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Allí se refleja con preocupación el aumento de la “inseguridad alimentaria” de les pibes menores de 17 años. La Inseguridad Alimentaria Total (IAT) es cuando alguien debe reducir su dieta de alimentos por problemas económicos. La Inseguridad Alimentaria Severa (IAS) incluye a los que "experimentaron hambre" por falta de alimentos.

Según el último estudio, la Inseguridad Alimentaria Total subió del 21,7% en 2017 al 29,3% el año pasado si tomamos todo el país. La Severa pasó de 9,6% a 13%. Pero también creció en el Conurbano bonaerense. De 26,7% a 35,8% la total y de 11,6% a 17,4% la severa.

Esas estadísticas, categorías y números que analizan sociólogos y periodistas, les pibes las sienten en sus estómagos. En sus brazos, sus piernas, sus risas.

La serie termina a mediados de 2018. En momentos en que Cambiemos le pedía plata al FMI para gastarla en su campaña, en financiar la fuga de capitales, en pagar otras deudas.

La conclusión es clara. Histórica. Inapelable. Ningún préstamo sirvió jamás para atender las necesidades más elementales del pueblo, mucho menos de las y los más jóvenes. Pero además, “honrar esos compromisos” siempre fue a costa de esas necesidades.

¿Alguien puede afirmar lo contrario? Imposible.

El estudio de la UCA da otro dato clave: la inseguridad alimentaria aumentó a pesar de que durante el mismo período aumentó la cobertura alimentaria gratuita (comedores, viandas y otras "ayudas"). El drama es tan profundo que ninguno de los planes asistenciales ha podido calmar el hambre y la falta de derecho de chicos y chicas. Porque son eso: parches, migajas arrojadas en platos casi vacíos. Tampoco podrán hacerlo las “tarjetas alimentarias” que comenzó a repartir el Ministerio de Desarrollo Social. Es como la miserable discusión si gobierna mejor quien dejó 29% de pobres o quien dejó 35%.

El estudio revela muchas otras necesidades básicas insatisfechas. El 33% de los niños, niñas y adolescentes no tiene acceso a agua de red en la Provincia de Buenos Aires. La mayoría de la población en villas y asentamientos son menores. En Dock Sud (Avellaneda), una muestra tomada sobre 962 niños menores de 6 años reveló que el 25% tiene plomo en la sangre. ¿El resto “zafará” o también crecerán envenenados?

Toda esta situación no comenzó con el gobierno de Cambiemos. ¿Hace falta aclararlo? Tampoco es un problema argentino. Según Médicos Sin Fronteras, cada año mueren entre 3 a 5 millones de niños menores de seis años por desnutrición. Es el capitalismo. Son los que gobiernan.

Por eso hay que rechazar el pacto del gobierno y la oposición tradicional para reestructurar la deuda y arreglar con los buitres de calculadora.

Para el Frente de Izquierda la única deuda es con les pibes y todo el pueblo trabajador. La "sustentabilidad" que nos importa es la de las futuras generaciones.


Lucho Aguilar

Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.

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