El paro del 31 M movió el escenario político. Las demandas obreras en el centro de la discusión nacional le ponen paños fríos a la polarización entre el gobierno y el macrismo. La encrucijada del cristinismo que intenta “trascender” post octubre como una alternativa “frente a la derecha”. El Frente de Izquierda como alternativa real para la juventud.

Juan Manuel Astiazarán @juanmastiazaran
Miércoles 8 de abril de 2015
La respuesta rabiosa del gobierno contra el paro deja al desnudo una realidad innegable: la tarea de realinear a su tropa con la carta de la polarización contra el macrismo sufre un golpe, al menos momentáneo. Si a comienzos de año el gobierno agitaba la división entre un ala de la “derecha republicana” encabezada por el PRO-UCR y otra supuestamente del “campo nacional” como única alternativa, las consecuencias que dejó el paro nacional corrieron el eje del debate considerablemente.
Al descontento obrero que existe frente al gobierno nacional por las precarias condiciones de vida de la mayoría de la clase obrera, se suma la dura respuesta por parte de CFK y sus funcionarios. Así las cosas, se torna más difícil la tarea de recrear un relato épico de enfrentar a la derecha para saldar las enormes contradicciones internas de un gobierno cada vez más desgastado.
La “trascendencia” y la juventud
Lejos en el tiempo quedó aquella frase de Torcuato Di Tella, quién solía afirmar que en la Argentina la única “izquierda real” era el peronismo, para referirse a la hegemonía peronista entre los trabajadores y los sectores más humildes. En su versión cristinista, la “izquierda peronista” decidió no sólo dejar de apoyarse en el movimiento obrero como columna vertebral de su movimiento, sino que incluso lo enfrenta decididamente cuando éste osa desafiarla.
Así las cosas, el cristinismo como corriente política parece afrontar su último año en el poder con un objetivo que va más allá de las elecciones: avanzar en consolidar su fuerza militante sobre todo en la juventud, como base para lograr “trascender”, independientemente de lo que ocurra con la sucesión electoral. Pero para lograrlo, no sólo necesita enfrentar los límites de su propio relato, sino que necesita conquistar lugares estratégicos desde donde construir su política.
En esta perspectiva, las movilizaciones oficialistas del 1M y el 24M en la Ciudad dejaron 2 datos importantes: por un lado una nada despreciable capacidad de movilización, pero por el otro lado dejaron en evidencia que su militancia se compone por una parte esencialmente barrial y otra parte mayormente universitaria, donde cuentan con casi nulo peso en sus centros de estudiantes.
Con una UBA que tiene sus centros de estudiantes divididos entre un sector dirigido por UCR-PS y otro por las agrupaciones referenciadas en el Frente de Izquierda, el kirchnerismo carga con el problema de que nunca logró hacer pie en las organizaciones del movimiento estudiantil, ni mucho menos disputar realmente con “la derecha” que representa la Franja Morada, a quienes dice enfrentar.
Límites para volver a enamorar
El kirchnerismo apunta, en la juventud, a construir una fuerte corriente militante que le asegure seguir teniendo un peso político propio después de octubre. Para eso intenta “atrincherarse” en las universidades y en algunas facultades cuenta con la ayuda de gestiones oficialistas, como Filosofía o Sociales. Sin embargo, el principal problema que tiene por delante en estas estructuras es la existencia del Frente de Izquierda, que ha conquistado la adhesión de amplias franjas de estudiantes frente a los límites de los partidos tradicionales para resolver los problemas estructurales de nuestro país.
Es la “extrema” izquierda del FIT la que en todos estos años mostró ser la única que defiende los puestos de trabajo frente a los despidos y suspensiones como en Lear, la que mantiene bien en alto las banderas por los derechos de las mujeres, la que defiende los recursos naturales frente a la entrega pro imperialista a multinacionales como Chevrón y la que pelea por el acceso a la vivienda, contra el negocio multimillonario de la especulación inmobiliaria que defienden partidos como el PRO y los K.
Cuando la discusión principal es cómo enfrentar el consenso de derecha y sus planes de ajuste, los militantes del gobierno sostienen que “el candidato es el proyecto”, aunque éste termine siendo Scioli. Una contradicción en sí misma: según ellos enfrentar a la derecha se puede hacer con otro candidato de derecha. Hasta el mismo Randazzo, en el medio de la interna feroz, lo señala como un “candidato de las corporaciones”. Nada para ofrecer a la juventud, que en la Ciudad tendrá para elegir entre el banquero Heller, el empresario Recalde y el responsable de la mayor catástrofe no natural de la historia argentina, Aníbal Ibarra, quien lleva indeleble la marca de haberle arrebatado la vida a 194 jóvenes que sólo querían divertirse y escuchar un poco de música para pasarla bien.
Distinto es el caso de los jóvenes que, preocupados por la situación que atraviesa el país con recesión económica, ajuste y con la decadencia de los gobiernos posneoliberales como en Brasil, Venezuela y Bolivia, se replantean sinceramente qué es lo mejor que pueden hacer para enfrentar a la derecha.
El Frente de Izquierda: una alternativa real
En este escenario la izquierda no sólo aparece como el principal obstáculo para que el “cristinismo” se desarrolle con fortaleza entre la juventud, impidiendo que franjas significativas que antes se reclamaban kirchneristas y hoy se identifican con el FIT vuelvan la página hacia atrás. También es una alternativa que viene creciendo en influencia política y que logró a finales del 2014 reunir a más de 12 mil jóvenes, mujeres y trabajadores en los actos del PTS y del PO, un hecho más que significativo.
Es indudable que toda fuerza política que pretenda trascender necesita de una juventud militante. Por este motivo la disputa entre el kirchnerismo y la izquierda cobra actualmente tanta importancia.
A partir de la campaña del PTS y el Frente de Izquierda son cientos los nuevos jóvenes que se suman a colaborar llenando de afiches la ciudad, consiguiendo sumar miles de fiscales y peleando voto a voto. Para acabar con la precarización laboral. Para dejar de alquilar pagando hasta un 40% de nuestro sueldo. Para estatizar el transporte bajo control de sus trabajadores y conseguir el boleto educativo gratuito. Para que el aborto sea legal, seguro y gratuito. Para poder disfrutar de nuestro tiempo libre, el ocio y la cultura.
Para que la izquierda de los trabajadores, las mujeres y la juventud siga avanzando, en la ciudad y en todo el país.
*Fuentes: “Las izquierdas emergentes”, Martín Rodríguez, Le Monde diplomatique. Abril 2015, año XVI, N° 190.