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Red Internacional
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Tenis. La epopeya argentina en la Davis 2016

Siempre jugó de visitante, y bailó con las más dificiles situaciones. El karma siempre presente de una Copa Davis esquiva fue superado por un equipo que fue mucho más que Del Potro y sus misiles. Mucho crédito a Orsanic, su capitán.

Lunes 28 de noviembre de 2016

En el 2008 la regalamos en Mar del Plata. Fue la vez que más fácil se podía obtener, porque éramos locales y España venía sin el gigante Nadal. Pero no pudo ser, como tampoco había sido en 1981 contra EEUU, en 2006 contra Rusia y luego otra vez contra España en 2011. Hubo que esperar hasta 2016 y 4 finales perdidas para romper el maleficio y llevarse la Ensaladera. Con un equipo nacional de "bajo presupuesto", sin grandes rankeados, un capitán como Orsanic, dispuesto a lidiar con el material existente de la mejor manera posible y un Del Potro que ya se recibió totalmente como ídolo del deporte nacional; este equipo sorprendió a todos, en cada fase de la competencia.

Primero fue contra Polonia, allá en la ciudad puerto de Gdansk. Había que mantener la categoría, y si bien Polonia no tenía buen equipo, con su Janowicz lesionado; el seleccionado nacional dependía de los "poco entusiasmantes" Guido Pella, Leo Mayer, Berlocq y el debutante Olivo. Pella hacía poco estaba por retirarse del tenis, en una carrera profesional que no podía salir de los Challengers. Así y todo, Orsanic eligió lo mejor disponible, le dio su chance y no defraudó. El correntino Mayer se vistió de primer singlista y así se pasó a la otra ronda, donde nos esperaría Italia, en su polvo de ladrillo de Pesaro.

El tiempo, ese divino tesoro, iba a regalarnos la vuelta de Del Potro. O media vuelta si se puede decir. Para Italia, el tandilense jugó solamente en dobles, junto al zurdo Pella. Y no defraudaron: era el partido que había que ganar, dada la mala performance de Pico contra Fognini en el segundo encuentro. Y fue así como el único dobles ganado en estas series, le brindaría un mejor panorama al tercer día de competencia. Allí fue Delbonis quien se lució e Italia dijo una vez más "siamo fuori". Se pasaba a semifinales por 16ta vez para la historia nacional de este torneo. Y tocaría la Gran Bretaña de Murray, que venía de vencer a la Serbia de Djokovic, y era la última campeona.

Hasta aquí, el culto del bajo perfil de Orsanic y la elección de lo que creía eran los mejores de cada momento y en las distintas superficies, habían sido claves. Pero con Gran Bretaña las dificultades crecerían, y con ello el riesgo de las decisiones a tomar. Comenzamos bárbaro: Del Potro se tomaba revancha de la derrota olímpica y le ganaba en pleno Glasgow al actual número uno Murray. Pella haría lo mismo con Edmund. Pero el dobles no pudo ser, entre Delpo-Mayer versus los hermanos Murray. El cuarto punto sería británico y con la cosa 2 a 2, la cancha se ponía empinada contra el seleccionado al no poder jugar Del Potro en el quinto punto, debido a su cansancio. Orsanic decidió "colgar" al héroe en Pesaro, a Delbonis; y optó por el Yacaré Mayer, quien ni siquiera había sido convocado contra Italia. El correntino extendió su invicto en singles de Copa Davis ganando un quinto partido definitorio y con ello el pase a la final contra Croacia. La tribuna argentina aprendía a reconocer quién era quién en un equipo nacional sin camarillas ni polémicas. El Yacaré se ganaba la simpatía de todos, como símbolo de la unidad del grupo.

El resto ya es conocido. Croacia se la jugó el todo por el todo para ganar la copa en el 4to partido. Y Cilic hizo todo bien, pero no bastó. La máquina infernal de Aces que eran los singlistas croatas encontraron en Del Potro y Delbonis a dos espíritus totalmente dispuestos a ganar, sea como sea. Delpo lo hizo como le gusta a él, remándola en un mar espeso, rozando el martirio de sacrificios, pero en el fondo, muy en el fondo, dominando psicológicamente. Porque tiene con qué, y los platos picantes le agradan, se agranda. Delbonis lo hizo de otro modo: con una concentración absoluta. Ni una sola fisura contra un Karlovic que sin poder hacer nada, tuvo una tarde para el olvido.

Y así fue. Sin "top ten" (Delpo lo es pero no lo es), sin líderes pero con personalidad. Apostando en cada serie a quien Orsanic y todo el equipo creyera (y creyeron) sea el mejor de ese momento. Y de visitante: siempre. Argentina tiene la copa Davis. En tenis, somos los campeones del mundo. Nunca se es tarde si se persiste.