Minutas ocultas y perturbaciones en la paz de los mercados. Lo que piensan unos que otros deberían pensar. Moderar las apuestas en la bolsa de valores. La economía de las palabras. El video y el barro, un complejo equilibrio.
Domingo 22 de mayo de 2016 11:57
Durante los últimos días y a partir de la publicación de las minutas completas de la reunión del Comité de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal norteamericana del pasado mes de abril, la paz reinante en “los mercados” mundiales comenzó a perturbarse. En realidad sólo se produjo un cambio en la “comunicación”, sin que nadie diga nada que no hubiera dicho antes y sin que ningún hecho de la realidad se modifique cualitativamente, al menos hasta el momento.
El FOMC (Comité de Mercado Abierto) es el órgano de la Reserva Federal que se encarga de decidir sobre los asuntos de política monetaria de Estados Unidos. El Comité Federal de Mercado abierto está compuesto por doce miembros con derecho a voto entre quiénes se encuentran siete integrantes de la junta de gobernadores y cinco de los doce presidentes de la Reserva Federal.
El miércoles pasado la Fed reveló que, en el último mes de abril, y tras desestimar un aumento de tasas, parte importante de los miembros del FOMC manifestaron su opinión de que los “mercados financieros” estaban subestimando el riesgo de un endurecimiento de la política monetaria previo a diciembre. O sea las minutas revelaron lo que algunos miembros del FOMC piensan que piensan los mercados sobre lo que ellos piensan…Lo cual parece un juego de palabras, una comedia de enredos o un “rollo”, como se dice por estas tierras. El objetivo de dar a conocer las minutas completas es aclararles a los “mercados” que una parte importante del FOMC piensa que los mercados “pensar deberían” –diría Antonio Machado- de otra manera. O, lo que es lo mismo, que están interpretando de modo exagerado el propio pensamiento de una parte de los miembros del organismo motivo por el cual, corren el riesgo de errar. Traducido, es un mensaje a los “mercados” para que moderen sus apuestas en la Bolsa de valores.
El poder de una palabra
Los “mercados” están acostumbrados a este tipo de mensajes que tienen por fin crear lo que estilizadamente los economistas llaman “expectativas”. Y que las crea, las crea: después de la revelación de las minutas completas, las expectativas de los mercados sobre la posibilidad de un aumento de tasas durante la próxima reunión de junio saltó del 5% al 30% -lo que de todos modos no deja de indicar que mucho no se la creyeron…Pero en consecuencia y de acuerdo a lo buscado por la Fed, Wall Street y las bolsas de casi todo el mundo –incluyendo el Merval argentino- se contrajeron al día siguiente de la revelación.
Haciendo un poco de historia se puede recordar que algo parecido ocurrió durante la larga sucesión de meses transcurridos entre mediados de 2014 y principios de 2016. Janet Yellen les había indicado (a los “mercados”) que reparan en la palabra “paciencia”. Cuando el vocablo desapareciera de las minutas de la Fed, entonces faltaba poco para un aumento de las tasas de interés, cuestión que se estiró bastante y terminó ocurriendo por primera vez –con el incremento más bajo de la historia- recién en diciembre de 2015.
Sin embargo –y aunque parezca un juego infantil- la intención repetida hasta el cansancio contribuyó significativamente –mucho antes de que se efectivizara la suba e independientemente de ella- a una reversión de la tendencia en la economía global. Sin ningún acontecimiento a la vista –en lo referente a política de tasas- los mercados empezaron a actuar como si a Yellen la “paciencia”efectivamente se le hubiera acabado. Cuestión que combinada –no hay que olvidarlo- con el “efecto China”, dio por resultado la revaluación del dólar, la reversión del flujo de capitales, la caída del precio de las materias primas, entre otros fenómenos de los que hablamos en distintas oportunidades.
Videoeconomía de la cornisa
Hablamos ya desde esta columna de lo que bautizamos “videoeconomía” que, como la videopolítica, se juega en parte fuera del “territorio” por el que discurre la “economía real”. Se trata de la intención de gobernar el destino de grandes capitales mediante gestos, actitudes, palabras o incluso promesas –no necesariamente cumplidas- ajenas a los movimientos de la economía “contante y sonante”. Veamos algo de cómo funciona esta historia.
Cuando el concurso entre tasas de interés históricamente bajas y potencia de la economía China -junto a los llamados países “emergentes”- comenzó a flaquear a mediados de 2014, las masas de capitales monetarios generados por los Bancos de los países centrales, empezaron a retornar a “base”, recalentando en demasía las bolsas de valores y, en particular, la de Wall Street. A partir de allí la promesa de Yellen, junto al retiro progresivo de los programas de facilidades cuantitativas, trabajó sobre el cerebro de los “mercados” el mensaje de que las tasas subirían, incrementándose en consecuencia el rendimiento de los bonos. El recado funcionó sin que las tasas se movieran y en un mundo de los países centrales en el que la inversión es extremadamente baja y fluye a borbotones el capital líquido, operó como llamado a que los inversores salgan de la bolsa y tomen posiciones en Bonos del Tesoro.
Pero por mejor que funcione esta maniobra alejada de los movimientos del “territorio”, sus resultados tienen contraparte real y no suele ser la deseada. La revaluación del dólar, la caída del precio de las materias primas –¡el petróleo!- y la caída de las exportaciones norteamericanas en una economía cuyo crecimiento resulta de mediocre para abajo, fueron algunas de sus expresiones. El resultado echó más leña al fuego de una economía global debilitada que a principios de 2016 sufrió las convulsiones provenientes de la bolsa china, de un precio del petróleo en caída libre, de los “emergentes” acusando el impacto del retiro de fondos y de una banca híper apalancada.
Es entonces cuando –desde hace unos meses- el mensaje de la Fed volvió a cambiar comenzando a imponerse la idea de la “moderación”, esto es que la suba de tasas –aunque no salía de agenda- iba a postergarse lo más posible. Resultado, los precios del petróleo y otras materias primas comenzaban a retomar una senda de recuperación –modesta, es claro- y se imponía una cierta calma en los “mercados” internacionales. Pero a la par, los “mercados” –convencidos de las escasas probabilidades de incremento de las tasas durante el año- impulsaron con fuerza a la bolsa que inició un nuevo proceso de recalentamiento mientras se revertía la mejora del rendimiento en el mercado de bonos, como señalamos en Consecuencias de un riesgo global inminente.
Sacando los halcones del closet
De hecho, el pasado miércoles, Janet Yellen y la Fed les tiraron a los mercados financieros con los “halcones” y comenzaron un nuevo giro discursivo. Sin duda el objetivo primordial es frenar la afluencia de capitales a la bolsa en una situación en la cual en el caso de Wall Street el valor promedio de las acciones representa 2,8 veces su valor de libro. Es decir, una relación parecida a la que prevaleció antes del crack de 2007/9 o, dicho de otro modo, otra faceta –mucho más antigua si se quiere- de la distancia entre el mundo del dinero y el “territorio”, en la que el precio de las acciones cobra vida en circuitos que se independizan de los valores reales de las empresas que les dan origen. Pero el problema es que si las “grandes historias” no se repiten tampoco pueden esperarse repeticiones en estos pequeños –y bastante miserables- actos. El daño en gran parte ya está hecho y es independiente –en una cuota muy importante- de lo que sucede en la pantalla. La combinación de una China con crecimiento menguante y una Fed necesitada de subir las tasas ya cambió la tendencia, la situación de la economía real mundial está desmejorada y el temor a un nuevo episodio recesivo como el de 2008 o peor, está instalado.
Si la Fed impone un discurso “ortodoxo”, con predominancia de los halcones, naturalmente todo será peor que durante los meses que transcurrieron entre mediados de 2014 y fines de 2015. Por eso es probable que continúe apelando al doble mensaje como mensaje, agudizando su estratagema de los últimos meses.
Hace unos días mientras el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley, decía que Estados Unidos podría estar en condiciones de garantizar un alza de tasas, el vicepresidente del organismo federal, Stanley Fisher, apuntaba que una suba tal exigía un potencial de crecimiento más rápido que el actual… El doble mensaje busca alcanzar un equilibrio relativo –quizá una especie de “fifty-fifty”- en las expectativas de los “mercados” que permita enfriar lo suficiente la bolsa y a la vez sostener el precio del petróleo tan necesario para apuntalar la débil inversión norteamericana. Pero el objetivo de equilibrar la economía de video con el terreno cuando el suelo se vuelve más fangoso, parece –como mínimo- cada vez más incierto.

Paula Bach
Nació en Buenos Aires. Es Lic. en Economía (UBA) y se especializó en el análisis de la economía internacional. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Autora de múltiples artículos que abordan aspectos tanto teóricos como politicos y geopolíticos en relación con la economía.