Un repaso por algunos de los medios de comunicación que ejercieron una verdadera acción de propaganda a favor de la visión triunfalista del gobierno militar sobre la guerra de Malvinas.
Celeste Vazquez @celvazquez1
Miércoles 14 de junio de 2017 09:07
El 14 de junio se produjo en Puerto Argentino la rendición de las tropas argentinas en Malvinas. Durante los 74 días que duró la guerra, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, la mayoría de los grandes medios de comunicación ejercieron una verdadera acción de propaganda a favor de la aventura militar emprendida por el gobierno de facto.
Con diferencias de estilo entre sí, la rendición argentina ocupó un lugar central en las ediciones gráficas de los días posteriores y por supuesto en sus tapas. Mientras algunos utilizaron eufemismos y fueron más cautos, otros prefirieron mantener su estilo sensacionalista y altamente explícito. "Se ha producido un alto al fuego" dijo La Nación. "Anunció Galtieri que finalizó el combate en Puerto Deseado" expresó La Prensa. "Cesó la lucha y se retiran las tropas" afirmó La Razón. Crónica habló de "Alto el fuego" y "tregua". "Perdimos la batalla. No perdamos el país” sostuvo la revista Somos.
A lo largo de esos 74 días, casi la totalidad de los grandes medios de comunicación (con algunas excepciones como las del Buenos Aires Herald) propagaron la visión triunfalista de la Junta Militar. Montándose sobre un sentimiento y una reivindicación justa, incluso de las acciones de solidaridad del pueblo argentino con los soldados, terminaron convirtiéndose en una verdadera correa de transmisión del gobierno de facto. Esto incluyó a los medios estatales como Argentina Televisora Estatal (ATC) y Télam, y también a los medios privados, incluso aquellos que no se especializaban en política, como las revistas Gente y Somos y por supuesto diarios más tradicionales como Clarín. Seguramente haya quedado en la memoria visual de muchos de nosotros imperdibles “joyitas” como la tapa de la revista Gente que decía “Vamos ganando”, cuando no era así.
Capa diario Clarín, 3 de abril de 1982
Como sucedió a lo largo de toda la dictadura cívico-militar, desde el Estado hubo censura y un fuerte control sobre los medios de comunicación, sus elaboraciones informativas, y por supuesto sus trabajadores. Los medios jugaron un rol fundamental y estratégico en los planes militares. La dictadura venía muy golpeada con fuertes cuestionamientos por parte de los trabajadores y la población en general. En ese contexto, la aventura militar de Malvinas fue concebida por las Fuerzas Armadas como un último intento de salvaguardarse y alargar su poder. Así como los medios fueron de gran ayuda en la campaña de propaganda para instalar la necesidad del golpe y legitimar la posterior dictadura, también en su agonía fueron de gran ayuda, avalando el emprendimiento guerrerista.
Como no podía ser de otra manera, las fuentes de información sobre la guerra eran pocas y estaban controladas por el aparato castrense. Todo lo que se publicaba y emitía desde la zona de guerra pasaba por la vigilancia estricta de las Fuerzas Armadas.
Cabe aclarar que en este artículo nos referiremos a las operaciones mediáticas decididas por las líneas editoriales de los medios de comunicación social y de ninguna manera sobre los trabajadores de prensa que, en muchos casos, fueron víctimas de la censura y le represión por parte del Estado. Cabe recordar que según una investigación presentada en la Universidad de La Plata la cantidad de trabajadores de prensa y reporteros gráficos desaparecidos es de al menos 172.
Los medios estatales: ATC y Télam
El gobierno de facto estableció que los únicos medios y periodistas autorizados para estar en Malvinas y transmitir desde ahí eran los medios estatales Télam y ATC.
Por ATC se emitía en ese momento el noticiero 60 Minutos, conducido por José Gómez Fuentes, Silvia Fernández Barrios y María Larreta, que tenía como corresponsal a Nicolás Kazansew. Dicho canal y noticiero fueron los voceros oficiales de las Fuerzas Armadas. Instalaron sus equipos y transmitieron en vivo desde la zona. El mismo 2 abril, además de transmitir en vivo el desembarco de las tropas argentinas, emitieron una entrevista a Nicanor Costa Méndez, ministro de Relaciones Exteriores, en la que hablaba de “la recuperación” de las Malvinas de manera “pacífica”. El gobierno militar acababa de iniciar una guerra contra un ejército de un país imperialista, pero prefería llamar a esa tarea una “recuperación pacífica”. Y lo explicaba de la siguiente manera: “no ha habido derramamiento de sangre, hemos entrado a las Islas de la forma que se correspondía”. Y explicaba que a partir de ese momento el Estado nacional se presentaría a las Naciones Unidas para explicar las razones de la "recuperación pacífica" y reclamar el traspaso del gobierno. Sin duda una explicación no sólo triunfalista, sino facilista y totalmente irreal.
Fueron numerosas las mentiras que desde allí se emitieron, como decir que se había averiado un portaaviones británico. Finalizada la guerra, Gómez Fuentes no tuvo problemas en explicar las razones de su actuación: "mi país estaba en guerra, y si me pedían que dijera que Gardel estaba vivo y eso contribuía al triunfo, yo no tenía ningún inconveniente en decirlo".
Fueron varios los periodistas que conformaron el equipo a cargo de la cobertura de los medios estatales y todos coinciden que el control por parte de las Fuerzas Armadas fue total. Muchos años después develaron detalles que sirvieron para desentrañar como funcionó el mecanismo que manipuló y tergiversó la información. “No podíamos entrevistar a los soldados, solo podíamos reportear a los oficiales, además un oficial de prensa nos acompañaba permanentemente” (…) “ignorábamos qué se publicaba y qué no, no sabíamos que existían tres censuras: una en las islas, otra en Comodoro Rivadavia y la ultima en el Estado Mayor Conjunto. Recién cuando volví me entere que solo se había emitido el 5% del material”, declaró Nicolás Kasenzew. A pesar de estas declaraciones, fue tan evidente la manipulación que el desprestigió lo alcanzó y decidió irse del país.
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Diego Pérez Andrade era periodista de Télam. Años después de la guerra también se refirió a la actividad de la prensa. Explicó que “el gobierno militar tomaba los cables que mandábamos, se los transmitía al Estado Mayor Conjunto y no se publicaban, sólo daban algunos comunicados muy escuetos y por eso se armaba todo esa gran sanata”. Estaba prohibido referirse a las bajas argentinas, debían ocultarse, y se les exigía no dar cifras, ni datos exactos sobre ninguna de las operaciones. Durante los días que duró la guerra, el receptor de Télam estuvo custodiado durante las 24 hs. por efectivos del Batallón 601 de Inteligencia de Ejército, quienes grababan todo y remetían la información al Estado Mayor Conjunto.
Los medios privados: los casos Gente, Somos y Clarín
La legitimidad de la guerra no podía quedar en manos sólo de los medios estatales. Así es que fue clave, para fortalecer el poder de la campaña mediática, el rol de los medios de comunicación privados -incluso aquellos que no se dedicaban a la política-, cuyos propietarios y sectores gerenciales con peso editorial, mantuvieron una estrecha vinculación política y económica con los militares durante toda la dictadura.
La editorial Atlántida, con sus revistas Gente y Somos, formaron parte de la partida de los que decidieron ocultar, mentir, engañar. Con un estilo sensacionalista, que se caracterizaba por combinar muchas imágenes, poco texto y títulos que apelaban a la emoción del lector, fue de los primeros en afirmar el triunfo.
Tapa revista Somos, martes 15 de junio de 1982
A pesar de no ser un medio estatal, Gente estuvo presente en varios de los operativos en Malvinas, invitada por las Fuerzas Armadas. Ese honor fue retribuido con una posición escandalosamente a favor del gobierno militar.
Gente el 8 de abril tituló: “Vimos rendirse a los ingleses” y Somos el 9 de abril: “Victoria, ahora qué?”. O sea, a una semana de iniciada la guerra, la editorial Atlántida anunciaba el triunfo y la rendición inglesa. Pero a pesar de esas supuestas noticias, la guerra continúo. Y se las tuvieron que ingeniar para seguir adelante con su campaña. Y así lo hicieron. En los primeros días de mayo Gente tituló: “Estamos ganando”. El 27 de mayo siguió en esa línea y tituló: “Seguimos ganando”, en la edición de ese día detalla las operaciones: "6 buques hundidos, 16 averiados, 21 aviones y 16 helicópteros derribados. Estamos destruyendo la flota británica". Sin embargo, 18 después la misma editorial, esta vez en boca de la revista Somos tuvo que admitir la derrota: "Perdimos la guerra, no perdemos el país". Persistía en su línea de apoyo al gobierno militar. Unos días después, Somos presentó la “Crónica de un fracaso”, una edición dedicada a la derrota militar.
Tapa revista Gente, 8 de abril de 1982
Con un estilo diferente, más cauto, menos explícito, también Clarín formó parte de la operación mediática. Era difícil esperar otra cosa. Junto con La Nación se había comportado de la misma manera durante toda la dictadura, apoyando el golpe desde el principio. En ese momento, ambos mantenían (y mantienen aún hoy) una relación económica con el Estado, por ser socios de la única empresa que produce pasta de celulosa para hacer papel de diario, Papel Prensa. En abril de 1977, los familiares del empresario David Graiver (muerto sospechosamente el año anterior), quienes eran los accionistas de Papel Prensa, fueron detenidos y la Junta Militar decidió “la prohibición de administrar y disponer de sus bienes”. Ese mismo día, Clarín, La Razón y La Nación, se quedaron con Papel Prensa.
Para los diarios, la noticia de la guerra fue tapa. Y todos se hicieron eco de la visión y la alegría militar. Clarín dedicó la mayor parte de su edición a informar acerca de los hechos en Malvinas. Su titular fue: “Euforia popular por la recuperación de Malvinas”. La Nación título: “Alborozo ciudadano por la reconquista de las Malvinas”. “Hoy es un día glorioso”, dijo La Razón. “Argentinazo: las Malvinas recuperadas”, dijo Crónica.
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Clarín retribuyó con creces “el favor” de Papel Prensa. El 3 de abril, tituló en su tapa: “Inminente recuperación de las Malvinas”. Pocas páginas más adelante, el editorial “La reconquista de las Malvinas” afirmaba lo siguiente: “Durante 149 años y 3 meses territorio irredento, las Malvinas fueron reintegradas ayer a la soberanía de La Nación (…) Las tropas argentinas (…) fueron a reparar la agresión antigua”. Al día siguiente publicó un aviso del Banco de la provincia de Buenos Aires que decía que “Las Malvinas, liberadas. Hoy como ayer, presentes para servir a la causa de la Patria.” Uno días después, el 12 de abril, emitía una nueva solicitada del gobierno bonaerense en la que se explicaba sobre la creación de un fondo patriótico, bajo la consigna “Las Malvinas necesitan nuestra ayuda”, con el supuesto objetivo de “contribuir al mantenimiento de la reconquista de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y para consolidar el desarrollo socio-económico de esas regiones”. El lunes 10 de mayo, otro aviso sostenía que “En esta lucha los argentinos vamos a escribir la última palabra: victoria, porque somos 28 millones de soldados y porque nunca perdimos una guerra”. El 12 de mayo afirmaban que “El enemigo está peleando por su pasado y nosotros por nuestro futuro”.
La cobertura mediática de la guerra de Malvinas devela que, por decisiones patronales y editoriales, la mayoría de los grandes medios de comunicación fueron transmisores de una visión que no tenía ningún asidero con la realidad de lo que ocurría en el campo de batalla. Ocultaron datos y mintieron deliberadamente. Como sucedió a lo largo de toda la dictadura cívico-militar –y como sigue sucediendo en la actualidad - convicciones ideológicas y negocios con el Estado se entremezclan todo el tiempo.