El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha aceptado todas las medidas cautelares y sin entrar en el fondo ha ordenado que continúen todos los preparativos de cara al14F.
Miércoles 20 de enero de 2021
Desde que el Vicepresidente Pedro Aragonés decretó que no se hacían las elecciones del 14F se desató la gran tormenta. Si bien es cierto que todos los partidos estaban de acuerdo en posponer la fecha del 14F teniendo en cuenta que los contagios de Covid estaban en fase ascendente, el problema fue en qué fecha se harían estas elecciones.
El primer problema es legal. Aragonés preside un gobierno en funciones y no está claro que tenga la prerrogativa de anular una fecha electoral. Su decreto no fija la fecha de las nuevas elecciones, sólo anula las del 14F. Y la fecha del 30 de mayo sólo se menciona como un objetivo, pero no se determinan si se deben hacer y bajo qué condiciones. Cuestión que deja las elecciones en el aire.
El PSC quería hacer las elecciones en medio del mes de marzo. El partido de la rosa hacía cálculos gracias al cambio de su cabeza de lista: la entrada a la escena electoral del ministro Salvador Illa cambió la dinámica del PSC en las encuestas. Por eso, al principio no querían suspender el 14F y después pidieron que las elecciones se hagan en marzo esperando que no se pierda el efecto "Illa". La enfermedad no está entre sus pensamientos, sólo las encuestas.
ERC, por su parte, consensuó con el resto de partidos una suspensión larga. Por un lado, esperando la pérdida del efecto Illa en el escenario electoral y, por otro, en caso de indulto presidencial, podría disponer de Junqueras como candidato y posicionarse mejor en la carrera para ocupar el Palacio de la Generalitat.
Ahora ha entrado un nuevo actor en este escenario: el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Ha aceptado las cautelarísimas y ha pedido a la Generalitat que continúe con los preparativos del 14F, pero sin entrar en el fondo. El Tribunal deberá entrar lo antes posible en el fondo y deberá tomar una decisión respecto a la fecha.
El gran ausente en esta decisión es el pueblo catalán y la lucha contra la Covid-19. El Gobierno insiste en que falta dinero para combatir la Covid. Y lo cierto es que tanto los diferentes gobiernos autonómicos como el central, no ponen mucho dinero. Quieren que la gente arriesgue la vida como "voluntarios" o haciendo horas extras sin pagar. Pero siempre hay dinero de las administraciones para las grandes empresas.
El gobierno catalán tardó meses en contratar a los rastreadores, pero firmó inmediatamente un contrato de 18 millones a Ferrovial. La Generalitat pagó 48 millones a las empresas de la sanidad privada para hospitalizar a personas que padecían la Covid pero en verano cesaron al personal sanitario temporal y dejaron sin suficiente personal para combatir el ascenso del virus en julio. Los jugadores de fútbol profesional se hacen más de 3 PCRs por semana, pero la gente que va a trabajar en transporte público, ninguno. El Estado ha rescatado con ayudas de 475 millones de euros a Air Europa, pero no puede rescatar a los miles y miles de comerciantes y sólo tiene miseria para los trabajadores en paro y los ERTEs.
El argumento de ERC y Junts per Catalunya es que la situación sanitaria es peligrosa. Por tanto, las colas y las concentraciones de personas serán una gran oportunidad para aumentar los contagios. Pero, ellos no hacen nada para evitar las concentraciones en el transporte público, ni las colas que se hacen frente a las tiendas. Nos obligan a sufrir la Covid, a trabajar en condiciones inseguras, pero no podemos hacer protestas en la calle y tampoco votar.
Si el Gobierno hubiera querido celebrar las elecciones en condiciones de seguridad, debería haber previsto que hay alrededor de 200 mil personas afectadas por Covid y cómo deberían votar, que la gente de las mesas deberían estar muchas horas dentro de una habitación, que cuando toca votar hay mucha gente junta al mismo tiempo. Y tomar todas las medidas necesarias: voto por correo, ampliar las sedes, horarios y días de votaciones para evitar concentraciones, etc.
Delante de la gestión que se está haciendo de la Covid y de la crisis económica, ya sea en Cataluña o en todo el Estado, queda claro que se debe poder decidir qué gobierno queremos y qué tipo de gestión queremos. El problema es que los trabajadores y el pueblo no tenemos una alternativa de clase. Porque la gestión de la Covid que hacen en Cataluña y el resto del Estado hace que millones vayamos a las colas del paro, cobramos unos miserables ERTE o quedamos en la miseria.
Si los gobiernos autonómicos y central quisieran combatir la Covid, primero deberían concentrar todos los recursos sanitarios bajo la administración pública nacionalizando la privada. Después, deberían ahorrar en gasto público como son los de la familia real o los presupuestos de defensa, y, por último aumentar los impuestos a las grandes fortunas (empezando por la del rey emérito ) y los beneficios de las grandes empresas .
Con todo este dinero, habría suficiente para dar ayudas mayores a los trabajadores, los autónomos y los pequeños comercios y hacer un cierre fuerte de 30 días y reducir drásticamente los enfermos en las UCIs y hospitalizados, y claro, también los muertos. Pero ningún gobierno hace esto, porque sólo piensan en los ricos y los grandes empresarios, que por otra parte, durante la Covid se han hecho más ricos mientras los trabajadores cada vez más pobres.
En este sistema como máximo nos permiten votar una vez cada cuatro años el responsable de los ataques a los derechos de los trabajadores y el pueblo. Y eso, es una cuestión que tienen común el PSC, ERC, JxCat y la derecha "casposa" del PP-Cs-Vox. Ya sean el 14F o el 30M sólo podremos elegir entre la horca y la silla eléctrica.
Es necesario que los sindicatos mayoritarios rompan la paz social con el gobierno central y autonómico, y conjuntamente con los sindicatos alternativos organicen y movilicen a los trabajadores y el pueblo. La izquierda independentista puede jugar un rol importante en este camino a condición de iniciar un camino independiente de la burguesía catalana.