El 26 de marzo de 1994, ante un infortunio, los hinchas proveyeron camisetas a los jugadores para que pudieran jugar un partido.
Viernes 26 de marzo de 2021 23:25
De mitos y leyendas está hecho el fútbol.
Y nuestro fútbol vernáculo está plagado de ellas. El Negro Fontanarrosa supo imaginar una mitología infinita y armar una literatura con ella.
Pero hay ocasiones en las que la realidad supera a la ficción, veces en las que hasta el mismo Eduardo Galeano parecería incapaz de retratar la épica en juego.
De la que hablamos hoy tuvo lugar un 26 de Marzo de 1994, y ocurrió en San Martín, un sábado en el que el local, Chacarita Jrs, enfrentaba a Almagro. Como a ambos equipos los vestía la misma marca de indumentaria (Penalty), se instituyó para ese día la copa que se le daría al ganador del encuentro con el nombre de dicha empresa. Estaba todo dado para la fiesta de la marca.
Pero de lo fortuito nacen las leyendas: ambos equipos vestían sus indumentarias suplentes que no se podían diferenciar a simple vista, por lo que el referí indicó que el local usara otro conjunto. Al llegar al vestuario se encontraron con que la empresa sólo había proveído de camisetas suplentes; y así, corría riesgo de suspensión el partido.
La solución no se hizo esperar: de los mismos hinchas surgió la idea de que fueran ellos quienes iban a proveer a sus jugadores de las camisetas necesarias. Sólo necesitaban de once números diferentes. Por supuesto, todas las camisetas eran distintas, algunas con las franjas mas gruesas y otras mas finas, algunas mas desgastadas, algunas con cuello de chomba y otras con escote en V. Y con esas casacas fue que los jugadores ganaron el partido por 3 a 2.
Del relato de las leyendas nacen los mitos; y el de esa tarde dirá que los hinchas, esos que todo lo entregan desinteresadamente, esa tarde entregaron su tesoro mas preciado para que lo usaran ni mas ni menos que los jugadores en el campo de juego. Dirá que los jugadores habrán jugado el partido con un plus de sudor en su piel; y que, por supuesto, este factor habrá sido clave para el resultado final.
La leyenda también nos cuenta que, los directivos de Penalty se llevaron una desagradable sorpresa al entregar el trofeo de esa tarde: el capitán del equipo, al recibir la copa, vestía una camiseta del anterior patrocinador. La fiesta de la marca había sido arruinada, ahora era la fiesta de los hinchas.
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