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Red Internacional
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OPINIÓN. La huelga de La Jornada y el debate sobre los medios de comunicación

La huelga de la Jornada abrió una importante discusión. El debate es también sobre la crisis de los medios de comunicación y cómo ponerlos al servicio de las necesidades de las grandes mayorías.

Pablo Oprinari

Pablo Oprinari Ciudad de México / @POprinari

Sábado 15 de julio de 2017

La huelga de los trabajadores de La Jornada abrió una importante polémica en la cual se cruzaron los argumentos de la directiva de la empresa -apoyados por muchos intelectuales y colaboradores de La Jornada- de una parte, y los trabajadores en huelga, que contaron con la solidaridad de distintos sindicatos, organizaciones de izquierda y medios de comunicación independientes, como La Izquierda Diario México.

Uno de los dichos repetidos para impugnar el derecho a huelga de los trabajadores, fue la inviabilidad financiera de muchas cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo, bajo el supuesto de que las mismas ya no podían ser cubiertas por la empresa. Apoyándose en las resoluciones previas de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, se justificaba la postura de la directiva de DEMOS en cuanto a reducir hasta en un 70% muchos de los beneficios conquistados por los trabajadores de La Jornada.

Se argumentaba también la situación desfavorable que atraviesa La Jornada, inmersa en un contexto sin duda complejo para los medios de comunicación a nivel internacional, y en particular para los medios impresos, donde la concentración monopólica lleva ademas al dilema de tener que aceptar ser absorbidos por los grandes grupos o ir a la quiebra.

Bajo esas consideraciones se atacó el posicionamiento del sindicato -y de quienes apoyábamos la huelga y sus demandas- por intransigente. Se dijo que, debido a que no es posible sostener los beneficios y el “reparto de las ganancias entre todos” que habría caracterizado a La Jornada en los años pasados, los trabajadores tienen que aceptar la reducción del CCT que pretendía imponer la empresa. Debían hacer esto en pos de un interés mayor: mantener un medio de comunicación que es considerado una voz de oposición al gobierno.

Un sentido común … capitalista

Esas argumentaciones formuladas por varios intelectuales progresistas, aunque partan de una situación de “inviabilidad financiera”, lamentablemente no escapan a una lógica capitalista en la cual el horizonte para preservar el medio es mantener las ganancias de la empresa, mediante la flexibilización de las condiciones laborales de los trabajadores o los despidos.

En este “sentido común” capitalista, coinciden con la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCyA): los trabajadores deben aceptarlo bajo el principio patronal que acepta el derecho de huelga siempre y cuando “no altere el equilibrio entre los factores de la producción”, por lo que la huelga es inválida pues no habría forma de que la patronal otorgue sus exigencias sin contradecir la lógica de preservar sus ganancias.

Tal es así que, en el debate, nunca respondieron a quienes planteaban que existía una “mala” administración de La Jornada; ni lo que muchos trabajadores denunciaron, en cuanto a que los recortes no afectan de igual forma a todos los que trabajan y colaboran en el periódico: son los trabajadores sindicalizados quienes se llevan la peor parte. La única respuesta que encontraron los trabajadores fue la descalificación, como planteamos aquí.

El acceso pleno a toda la contabilidad de la empresa, y el esclarecimiento del manejo financiero por parte de la directiva en los años previos, son medidas elementales por las que luchar, para que todos los trabajadores conozcan el carácter de la crisis que argumenta la dirección.

Otra acción fundamental, junto a la defensa del CCT que plantea el sindicato, es atacar la desigualdad salarial existente: bregar para que todos los que trabajan en La Jornada -y en particular el personal de confianza y los directivos- cobren lo mismo que cualquier trabajador medio de la empresa. A la vez, la defensa de las condiciones laborales de sus trabajadores está vinculada a la defensa de La Jornada de los ataques del Estado y a sus periodistas de la persecución.

¿Qué perspectiva proponemos para los medios de comunicación?

Sin embargo, aunque estas medidas podrían significar una respuesta distinta a la que quiere imponer la empresa y la JLCyA, la cuestión no se detendrá en las modificaciones al Contrato Colectivo de Trabajo.

La misma directiva alega que La Jornada dejó de ser un emprendimiento capitalista viable. Y lo que viene ahora, si la situación se agrava, es una mayor “austeridad”, donde la patronal hará todo lo posible para imponer mayores elementos de explotación (para “no alterar el equilibrio entre los factores de producción”). Por eso es importante que este primer ataque al sindicato no avance.

Esta situación abre una importante discusión respecto a cuál es la salida para una empresa en crisis, donde la patronal sólo ofrece dos alternativas: precarización o amenaza del cierre.

Frente a esta cerrazón, el conjunto de los trabajadores -para defender su empleo en condiciones dignas-, deberían discutir la necesidad de luchar por la expropiación de la empresa bajo el control de sus trabajadores.

Son ellos quienes hacen posible el periódico, por lo que pueden tomar las riendas del mismo y decidir su curso de forma democrática, en consultas y asambleas. Esto implica que resuelvan desde la línea editorial, cómo administrar de la mejor forma el periódico enfrentando cualquier intento gubernamental por subordinar el mismo a la línea oficial, hasta modificar las condiciones de desigualdad salarial que hoy existen.

Para evitar el ahorcamiento por falta de recursos, esta perspectiva debería estar vinculada a pelear por la estatización: que el Estado asuma las deudas existentes y subsidie a los medios de comunicación, para que los mismos estén al servicio de las grandes necesidades sociales, en este caso de la absoluta libertad de prensa, limitada tanto por la dependencia de la publicidad oficial como por el monopolio estatal de papel. Esto sólo podrá ser impuesto a partir de la lucha de los trabajadores, rodeada con la más amplia solidaridad.

Los socialistas consideramos que levantar esta perspectiva está vinculada a la lucha por acabar con este sistema capitalista bajo el cual se enriquecen y actúan los grandes monopolios de la comunicación. Sólo conquistando un gobierno de los trabajadores y el pueblo es que podremos lograr una verdadera libertad de prensa en favor de las grandes mayorías de la población.


Pablo Oprinari

Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.

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