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Red Internacional
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RETORNO DE LA LUCHA DE CLASES. La huelga general en Francia y las movilizaciones en el mundo

La movilización en Francia se inscribe en un contexto internacional marcado por protestas populares que cuestionan la desigualdad y la explotación. Más razones para que se preocupen los capitalistas franceses.

Viernes 6 de diciembre de 2019 14:10

Desde hace algunos días la prensa francesa venía dando cuenta de la preocupación del Gobierno francés frente al movimiento de huelga que se desató este 5 de diciembre. Las diversas tentativas de Macron y de sus ministros para intentar desactivarla se mostraron como un fracaso. Se puede decir lo mismo sobre los intentos de dividir a la opinión pública presentando el movimiento de huelga como una lucha corporativa o sectorial. En efecto, el descontento de los trabajadores, de la juventud precarizada, de las clases populares ante sus condiciones de vida y la desigualdad, como así también la degradación de los derechos democráticos elementales, son tan fuertes que el odio destilado por el Gobierno y los editorialistas de los grande medios no hace más que alimentar esta radicalidad.

Así, el Gobierno y la patronal se venían preparando para un conflicto social de amplitud, fuerte y masivo, pero que esperan no se extienda más lejos que este fin de semana. Sin embargo, el nerviosismo es palpable. Francia conoció el año pasado la expresión de una crisis social de amplitud con los Gilets Jaunes (chalecos amarillos), quienes pusieron en cuestión el carácter del régimen de explotación del capitalismo francés.

Este movimiento dejó rastros en la vida política y social del país y se empiezan a detectar síntomas de “giletjaunisation” en las organizaciones obreras. Se trata de un elemento muy alarmante para el Gobierno y sobre todo para la patronal. Esto es lo que expresa muy claramente el diario Les Echos en su editorial: “finalmente es inadmisible, y quizás es lo más grave para el futuro, ver a las organizaciones sindicales desacreditadas correr el riesgo de comprometerse en un conflicto social del que nadie sabe verdaderamente hasta dónde conducirá a sus actores. No es un misterio para nadie (…) que las organizaciones cuestionadas perdieron el control de su base por algunas ultrarradicalizadas”.

Sin embargo, sería parcial pensar que este nerviosismo que tienen las clases dominantes francesas y su Gobierno solo responde a factores nacionales. En efecto, desde hace varios meses, en diferentes países de varias regiones del mundo, las movilizaciones populares tiraron abajo o están por tirar gobiernos y regímenes. Estas movilizaciones a veces se desarrollaron como consecuencia de medidas parciales como el aumento del precio de la nafta o del boleto del metro como en Ecuador y Chile; o luego de la imposición de un impuesto injusto como en Líbano; o después de aplicar medidas de austeridad (Colombia). Otras veces la protesta fue provocada por decisiones políticas antipopulares como en Argelia y el rechazo al quinto mandato de Bouteflika, las penas de prisión contra líderes políticos como en el proceso independentista catalán, la ley sobre la extradición de prisioneros políticos en Hong Kong, la resistencia contra el golpe de Estado en Bolivia o incluso las declaraciones homofóbicas de un político odiado como en Puerto Rico. También podemos mencionar a los movimientos de la juventud precarizada contra el desempleo y la pobreza como en Irak y, en cierta medida, en Irán.

Todos estos procesos de luchas populares tienen al menos un punto en común: el elemento desencadenante es “olvidado” muy rápidamente y los manifestantes comienzan a cuestionar al conjunto del régimen, “del sistema”. Es esta dinámica la que da miedo a Macron pero también a los diferentes gobiernos confrontados al riesgo de sublevación popular. Para dar un ejemplo más, la semana pasada el Financial Times daba cuenta de cómo el Gobierno de Bolsonaro en Brasil decidió aplazar un conjunto de medidas antisociales por temor a ver que un movimiento como los que sacuden la región llegue a Brasil.

En este contexto, está claro que el movimiento de huelga en Francia que comenzó este 5 de diciembre no está solo y podría convertirse en un nuevo frente de la lucha de clases a nivel internacional. Este contexto internacional seguramente es responsable de la determinación de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los militantes ecologistas que hicieron huelga y se manifestaron el 5 y lo harán los días siguientes. Las luchas en regiones tan diversas (con contradicciones importantes) crean un contexto de legitimación de la movilización obrera y popular. Al mismo tiempo, la movilización en Francia viene a fortalecer las luchas en curso; no solo porque es uno de los países imperialistas más importantes del mundo sino también porque siempre ha protagonizado importantes luchas y movilizaciones que inspiraron a otros pueblos a través del mundo.

Sin embargo, existe una diferencia muy importante entre la movilización en Francia y las que tienen lugar actualmente, incluso en los procesos más avanzados y profundos como el de Chile: mientras que en todos estos países los movimientos tienen un carácter esencialmente “ciudadano”, en donde los trabajadores intervienen diluidos en la masa y no organizados como fuerza social, en Francia el movimiento pone en el centro la acción de la clase obrera, en especial, la de algunos de sus bastiones centrales (SNCF, RATP), con sus propios métodos tradicionales, la huelga.

Estos métodos y la centralidad de la acción obrera, en un contexto de lucha de clases internacional y una tendencia a la “giletjaunisation”, son un combo muy preocupante para la burguesía en efecto pero muy alentador para los trabajadores, la juventud y las clases populares en Francia y en el mundo.

En este sentido, si el movimiento de huelga logra prolongarse y ganar otros sectores estatales y privados, tomando un carácter de huelga general política contra la política de Macron, esto podría constituir un elemento central en la situación mundial e inspirar a otros trabajadores en el mundo, empezando por quienes ya están movilizados actualmente, pero diluidos en movimientos ciudadanos. Este elemento es central porque la clase obrera sigue siendo el sujeto social no solo capaz de unificar a los diferentes sectores explotados y oprimidos de la sociedad sino también de afectar a los capitalistas en donde les duele, la billetera, y es capaz de plantar las bases para cuestionar todo. Esta es una de las fuentes de intranquilidad de las clases dominantes en Francia frente al movimiento iniciado el 5 de diciembre. Está en nosotros hacer que sus pesadillas se vuelvan realidad.

Traducción: Rossana Cortez