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La irracionalidad capitalista al desnudo

Juan Valenzuela

La irracionalidad capitalista al desnudo

Juan Valenzuela

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Hace mucho tiempo que no se ponía tan en evidencia como ahora, la irracionalidad de la sociedad capitalista. En plena época de la inteligencia artificial, la comunicación instantánea y la robótica; el desmantelamiento de los sistemas de salud pública que las burguesías llevaron adelante en todo el mundo durante décadas de neoliberalismo, están transformando al covid-19 en una crisis económica, social y política de proporciones globales.

Un “desafío planetario”... pero las confrontaciones geopolíticas importan más

Las contradicciones internas de la sociedad capitalista, se evidencian con especial intensidad durante las crisis. La crisis del covid-19, no es la excepción. La canciller alemana Angela Merkel, dijo que es el principal desafío planetario después de la segunda guerra mundial. No es una afirmación sin sustento: el virus ya ha terminado con más de 31.000 vidas a nivel global. Los efectos en la propia economía alemana, serán los de una recesión seria. Esto último, habría conducido al suicidio al ministro de finanzas del Estado de Hesse, que militaba en el mismo partido que Merkel, la CDU. Que se arruinen los negocios producto de la recesión -más que la vida de decenas de miles de personas- es lo que le quita el sueño a Merkel y las burguesías de todo el mundo.

La falta de test masivos y la política negligente de los gobiernos, impide aún realizar predicciones certeras sobre los niveles de mortandad del covid-19. Pero los efectos de la pandemia en la economía ya son escabrosos. Frente a esto, las clases dominantes y los gobiernos revelan su incapacidad para salir del pantano, mientras graves penurias azotan la vida de millones de trabajadoras y trabajadores.

No son capaces, siquiera, de coordinar los esfuerzos científicos. Apenas 60 días después de descubierto el virus –y después de que el Estado chino acallara al primer médico que dio la alarma de aquél-, científicos de ese país aislaron al microorganismo y lo caracterizaron. Compartieron con la comunidad científica, ineditamente, toda la información necesaria para iniciar la búsqueda de una vacuna. Pero eso contribuyó a una carrera entre Estados Unidos y China por quién logra descubrirla primero. En China, un millar de científicos están entregados a esa tarea manejados por un equipo de la Academia Militar de Ciencias Médicas junto a la empresa CanSino Biologics. En Estados Unidos la empresa biotecnológica Moderna Therapeutics y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (del gobierno federal) se dedican a buscar la vacuna. Pero los recursos y conocimientos al servicio de combatir una pandemia que impacta a la humanidad completa, los maneja cada Estado por separado. Estados Unidos intenta responsabilizar a China, con un Trump hablando del “virus chino” y la burocracia china responsabiliza a Estados Unidos de importar el virus. De esta manera, las contradicciones que ya venían expresándose entre ambas potencias con la “guerra comercial”; recobran nueva vida en contexto de pandemia. El “desafío planetario” del covid-19, se responde en la lógica de las disputas geopolíticas.

La economía del hambre

Mientras tanto, los impactos de la pandemia en la actividad económica, como decíamos, son muy importantes. Para Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), no vamos a poder volver a montar el sistema económico tal cual funcionaba porque “se han roto las cadenas de valor”. En sus palabras “uno de los canales de transmisión” para Latinoamérica, “es la disminución de la actividad económica de China, que era un importante destino de nuestras exportaciones, pero también uno de los de los países manufactureros más importantes del mundo (…) Además casi todo el mundo estaba importando partes y bienes intermedios de China. O sea, ha habido una ruptura o una interrupción de las cadenas de valor globales y volver a rearmar estas cadenas va a ser muy difícil”. Consideremos también que en Estados Unidos, han dejado de funcionar miles de restaurantes, teatros, hoteles, gimnasios y líneas aéreas. Las ventas de autos se redujeron estrepitosamente. El desempleo podría alcanzar un 13% o más para mayo.

De este modo, la clase social que construyó el mundo a su imagen y semejanza, la burguesía de todo el mundo, conduce a las masas, no sólo a la enfermedad sino a la cesantía y a la pobreza. También al hambre. Y peor aún, quieren hacernos creer que la enfermedad, la muerte y el hambre, son fatalidades frente a la cuales tenemos que resignarnos. Como si la escasez de recursos para enfrentar la pandemia fuese algo “natural” y no el producto de la guerra contra la salud pública. Como si los capitalismos no hubiesen demostrado en otros contextos, que cuando realmente están interesados en producir algo, lo pueden hacer, por ejemplo cuando en 1940 Roosevelt, preparando el ingreso de Estados Unidos a la guerra, ordenó producir 185 mil aviones en dos años, en un contexto en que se producían 3 mil por año.

Pero frente a la pandemia, incluso en la principal potencia imperialista del planeta, se hace evidente la escasez inminente de suministros, personal y camas para enfermos y la ineptitud del gobierno para hacerle frente. “Cualquier escenario realista abrumará la capacidad del sistema de salud. La cantidad de ventiladores que necesitamos es tan astronómica y no es que los tengamos en una bodega”. Las palabras son de Andrew Cuomo, gobernador de New York. Como si quisiera prepararnos para lo peor: no todos quienes necesiten un ventilador cuando estén enfermos, contarán con uno. Simplemente, no están en bodega, no hay recursos suficientes.

Italia, es sin duda el país más golpeado por la crisis sanitaria aportando casi un tercio de la cifra de fallecimientos producto del covid-19 a nivel global. La cifra de muertos diarios, se acerca peligrosamente a los 1.000. El sábado, el Papa advirtió que “se comienza a ver gente que tiene hambre porque no puede trabajar y no tenía un trabajo fijo. Estamos viendo lo que vendrá después, pero comienza ahora”. En las redes sociales, circulan videos de desesperación. En uno, un padre –dirigiéndose al primer ministro Conte y al alcalde de Palermo-, advierte “si mi hija no come, iremos a saquear los supermercados”. En el sur del país ya ha habido saqueos.

El control obrero de la producción y un programa para enfrentar la catástrofe

Hechos como los que aquí describimos dejan la irracionalidad capitalista al desnudo. Por eso algunos gobiernos y empresarios, se ponen nerviosos y comienzan a discutir medidas para paliar en algo esa irracionalidad. Es como que reconocieran que el funcionamiento automático del mercado, no sirve para hacer frente a la actual crisis, y que es necesario “planificar” o “intervenir” desde el Estado. Toman medidas que en otro contexto serían completamente impensables: por ejemplo, la reconversión productiva. En Europa, algunas fábricas como la gallega Inditex, dos fábricas búlgaras que producen ropa para firmas de lujo como Moncler o Burberry, empezaron a producir trajes de protección y mascarillas. En Francia, LVMH, donde se elaboran perfumes y cosméticos para marcas como Dior, Givenchy o Guerlain, producirán gel desinfectante gratuito para los hospitales franceses y las autoridades de salud. Los propietarios de estas fábricas, están nerviosos. Les preocupa aparecer preocupados sólo de sus bolsillos mientras millones pierden sus trabajos o enferman sin atención adecuada. Los gobiernos también deben dar señales: en España se prohíben despidos por coronavirus, pero ya hay cientos de miles que perdieron sus trabajos y continúan permitiéndose los despidos por otras razones. Trump que había criticado a Obama por los rescates estatales, realiza uno de mayor magnitud. En Chile, donde la línea del gobierno es estrujar a los trabajadores hasta que enfermen, Bernardo Larraín Matte, presidente de la Sofofa, declara que no hay que ser purista y se abre a discutir la “nacionalización” como medida transitoria para salvar empresas, yendo en contra de los dogmas neoliberales más aceptados. Ahora bien, esto de ninguna manera lo plantean postergando sus propios intereses. No es verdad que los neoliberales no recurren al Estado: lo hacen porque en periodos de crisis buscan socializar lo más posible las pérdidas mientras que en periodos de prosperidad se enriquecen a costa del trabajo ajeno y usando el Estado para las tareas de seguridad o represión.

Pero no podemos esperar que los capitalistas den respuestas a la altura de la crisis. Sus respuestas, son bastante pragmáticas: van respondiendo a los hechos “sobre la hora”, pero ni ellos saben la real magnitud de la crisis y sus consecuencias.

Aun así, los hechos descritos abren una pregunta: ¿por qué empresarios y gobierno tienen que recurrir a mecanismos de planificación económica en función de necesidades urgentes? ¿No era que decían que el “libre mercado” bastaba para el funcionamiento de la sociedad?

Ese relato neoliberal, demostró su falsedad porque hoy más que nunca se hace urgente una respuesta que disponga planificadamente de todos los recursos para enfrentar la pandemia. Para empezar a transitar ese camino, es necesario el control obrero de la producción. En Chile, por ejemplo, el gobierno decretó el “estado de catástrofe” usando como argumento -entre otros- la necesidad de proteger las “cadenas de abastecimiento”. Pero la disputa entre la industria alimentaria y los supermercados sobre los precios de los alimentos, o la escasez y especulación con mascarillas, revela que las “cadenas de abastecimiento” las controlan empresarios que quieren lucrar con las penurias del pueblo.

Formar comités de trabajadores y consumidores para vigilar los precios y combatir la especulación de los empresarios, y para estudiar e implementar la reconversión de industrias para producir camas, respiradores mecánicos, mascarillas, alcohol gel y todo lo que haga falta para enfrentar la pandemia y abastecer los hospitales, consultorios y centros de atención, es una necesidad vital. En cada empresa en que se continúe trabajando, es necesario formar comités de trabajadores para realizar estas funciones de control. En Argentina, en la fábrica gestionada por sus trabajadores, Madygraf, tenemos un pequeño ejemplo de cómo los obreros en colaboración con científicos y universitarios, pueden reorientar la producción: han empezado a producir alcohol sanitizante y mascarillas.

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Enfrentar la pandemia con los métodos irracionales y pragmáticos de los capitalistas o con un programa revolucionario de la clase trabajadora: esa es la encrucijada que nos pone la crisis actual. Que en el país más golpeado por la crisis, Italia, se haya realizado la primera jornada de huelga el 25 de marzo, es una señal de que la clase trabajadora puede intervenir con fuerza contra los peligros que nos amenazan. Por esa razón, la construcción de un partido revolucionario, internacionalista, es una tarea central a la cual buscamos aportar desde el PTR y la FT-CI, para que la fuerza social de los trabajadores que emergerá pueda derrotar la irracionalidad del capital. Defender un programa que tenga la perspectiva de un gobierno de trabajadores basado en la autoorganización, para reorganizar la producción de acuerdo a las necesidades sociales, como parte de la lucha internacional por una sociedad socialista; es una cuestión más vital que nunca, en los tiempos turbulentos que abre la crisis mundial.


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Juan Valenzuela

Profesor de filosofía. PTR.
Santiago de Chile