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Red Internacional
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Psicología. La irrealidad de pensar el abuso como un acto de amor hacia los niños

Viernes 14 de noviembre de 2014

Pocos días atrás circuló por las redes una nota de Laura Gutman, quien se presenta como psicoterapeuta familiar especializada en la atención de madres, fundadora y directora de “crianzas” y columnista del diario La Nación, en la que llamativamente realiza una defensa de quienes son abusadores de menores, en las que refiere a los mismos como “personas que no son perturbadas (…) sino simplemente adultos que se enamoran de niños desamparados, torpes que lo hacen de una manera burda y estúpida.” Entre frases del estilo, un lenguaje hablado en primera persona entre abusadora y abusada, adulta y niña al mismo tiempo, dice “¿Qué nos pasa cuando nos relacionamos con un niño tierno? Lo queremos devorar. ¿Cómo lo devoramos? Lo tocamos. Lo acariciamos. Lo abrazamos, nos frotamos contra él. Le compramos regalos. La confidencialidad compartida, el secreto guardado entre ambos como un estupendo tesoro y los pequeños momentos de encuentro son vividos –desde nuestra emocionalidad infantil– como un momento sublime”.

Lamentablemente, no es la única nota que habla en esos términos sobre abuso de menores, apoyándose siempre en esa forma ambigua de escribir, y sosteniendo finalmente que el abuso es la búsqueda del amor infantil. Ahora, entre otras cosas, lo que llama la atención es la interpelación a sus lectores, ya que se pregunta “¿Por qué nos asombramos?”, buscando complicidad, o autoreconocimiento.

Estas afirmaciones no hacen más que naturalizar y perpetuar el abuso a niños y niñas, siendo las mismas tan perjudiciales como el hecho mismo. Diferentes profesionales de la salud, psicoanalistas, investigadores/as, han demostrado claramente que el abuso, es el aniquilamiento del aparato psíquico (Volnovich), que tiene un efecto arrasador sobre la subjetividad (Calvi), produce consecuencias devastadoras en personas que lo han sufrido, “sentimientos provocados por el dolor y la impotencia… Han dejado marcas en el cuerpo, en el psiquismo y en la vida cotidiana” (Calvi). Se basa en una relación de poder, de sometimiento por un adulto, que sabe qué está haciendo, sobre un niño o niña, que no tiene posibilidad de defenderse de los ataques. Que sostenido en el “secreto compartido” se perpetúa a lo largo de los años, y que para quienes lo sufren nunca pueden ser vividos como un momento “sublime”, sino como un momento aterrorizante. “[E]l secreto, es una de las precondiciones del abuso, (…) el secreto evasivo que se le sugiere guardar, lo hace conjurar que se trata de hechos malvados y peligrosos, de los cuales además, llegan a sentirse cómplices responsables” (Intebi).

A su vez, hablar del abuso como la búsqueda del amor de niño, ese que fue devastado y aplastado, lleva a sostener que quien fuera abusado o abusada repetirá la historia indefectiblemente, buscando ese “amparo” (¿?) en la adultez.

Lamentablemente y en forma consecuente, en la misma página se encuentran otros artículos de la misma autora, en los que sostiene una justificación al femicidio y la violencia hacia las mujeres. De forma misógina, les arroga allí a las mujeres la culpabilidad y el deseo de ser violentadas: “Para amarnos hacemos eso: nos peleamos a muerte, nos amenazamos, nos decimos cosas horribles para luego amarnos con locura, reconciliarnos y hacernos promesas lujuriosas. Entonces nos sentimos vivas. A mayor desesperación por sentirnos vivas y amadas, más desplazaremos los límites de la agresión. Cuánto más nos golpea o nos amenaza nuestra pareja, más pasión generamos –después durante el arrepentimiento. Ese es el beneficio oculto. (…) Son las promesas desesperadas del varón las que nos hacen sentir reinas por un instante y nos alejan del vacío y las carencias del pasado. Aferradas a esa necesidad de ser más deseadas que cualquier otra mujer; un día, el hombre nos mata” (Laura Gutman, El femicidio).

Hay una lógica que repite incansablemente en todos los artículos, que es la naturalización de todas las relaciones de opresión. Naturaliza el lugar de la mujer como madre, causante y reproductora de una sociedad machista. Y el de una niñez devastada y desprotegida de los adultos.

Una lógica que muestra la peligrosidad de sus palabras, montadas en un discurso de supuesto saber, y afirmando a la vez tener una “escuela” de psicoterapeutas como ella. A raíz de estas declaraciones, el Colegio de Psicólogos de Córdoba (22/10/14) pide que sea evaluada una sanción por negligencia y/o legalidad de prácticas relacionadas con la psicología. Así mismo, han circulado y escrito diferentes artículos contestándole a la autora, realizados por profesionales que trabajan cotidianamente con víctimas de estos abusos, demostrando claramente la peligrosidad de estos escritos y la indignación que los mismos producen. No es un exabrupto, no es una malinterpretación, está escrito, y como en el abuso, no hay defensa.

Artículos Laura Gutman: “La sistematización del abuso sexual sobre los niños”; “La sistematización del maltrato”; “Los abusos sexuales”;”el femicidio”, entre otros (www.lauragutman.com.ar).