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La izquierda ibérica ante la guerra: entre la subordinación al imperialismo guerrerista y la ilusión diplomática

Santiago Lupe

La izquierda ibérica ante la guerra: entre la subordinación al imperialismo guerrerista y la ilusión diplomática

Santiago Lupe

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La guerra en Ucrania parte aguas entre una izquierda subordinada a la escalada belicista del imperialismo europeo y la que alberga ilusiones en un retorno a la diplomacia. Se hace cada vez más urgente una izquierda que retome las banderas de los socialistas revolucionarios que se plantaron ante la barbarie imperialista en 1914.

El espíritu belicista instalado en Europa estos días impacta también en la izquierda española. Algunos grupos estalinistas se mantienen en posiciones justificadoras de la invasión rusa como un acto defensivo contra el avance de la OTAN en Europa del Este en las últimas décadas. Pero estas posiciones son más bien marginales. La ola ante la que sucumbe la mayor parte del “progresismo” ibérico es la que, apoyándose en el rechazo masivo a la ofensiva reaccionaria de Putin, justifica y se suma a una nueva “unión sagrada” en torno a la remergencia de la Europa imperialista en clave guerrerista.

Otras voces se oponen a esta escalada defendiendo la vuelta a las vías diplomáticas y el mayor protagonismo que, en este sentido, debería tener la UE. Un plante progresivo ante el actual clima, pero que no sale de los marcos generales en los que la única solución posible queda en manos de los mismos gobiernos imperialistas y el nacionalismo de Putin que nos han llevado a la actual situación.

Una vía de resolución de esta crisis histórica que pase por la lucha independiente de la clase trabajadora y los sectores populares contra sus verdugos, es decir sus propios gobiernos y los Estados imperialistas, y con eje en la autoorganización y movilización, está completamente ausente en este pacifismo de la diplomacia. La consigna de «guerra a la guerra», aprobada en la Conferencia de Mujeres contra la Guerra de 1915 y retomada por el ala revolucionaria de Zimmerwald contra la Primera Guerra Mundial, podría servir de bandera inspiradora para levantar otra izquierda que pelee por una vía independiente a la barbarie imperialista a la que nos abocan nuestros gobiernos.

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Podemos y el PCE como ministros de la OTAN

En estas semanas hemos visto a los ministros y ministras de Unidas Podemos acatar el envío de fragatas, cazas, artillería y cerca de mil soldados a Europa del Este bajo bandera de la OTAN, las sanciones hambreadoras contra el pueblo ruso o las medidas de censura de medios de comunicación. La izquierda nacida del 15M y el PCE no hace más que constatar una integración sin límites al régimen de la que es la quinta potencia imperialista de la UE.

La cuestión del envío directo de armas hizo que saltaran algunas discrepancias. Y decimos directo, porque mientras este se iba a realizar bajo el paraguas de la UE no se levantó si una sola voz en contra en el seno del Ejecutivo. Aun así, estas disensiones tampoco han sido unánimes en el ala morada del gobierno. Mientras la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, se oponían al envío de armas, la vicepresidenta y próxima candidata a las generales, Yolanda Díaz, y el portavoz de los Comunes, Jaume Asens, salieron a respaldar la decisión de Sánchez.

La suma del gobierno Sánchez a las políticas de rearme encabezadas por Alemania, con el anuncio esta semana de elevar al 2% del PIB el gasto de Defensa, tampoco cuenta con el apoyo de Unidas Podemos. Una oposición sin ninguna consecuencia por el momento. Ni su presencia en el Consejo de ministros y ministras, ni su respaldo a las próximas cuentas en las que este aumento de gasto debería contemplarse, quedan comprometidas.

Además, el rechazo se hace en clave meramente de prioridades de gasto. Pero el problema no es solamente que lo que se gaste en tanques y cazas no se gastará en escuelas y hospitales, sino que esos millones servirán para reforzar el imperialismo español y su rol expoliador y opresor contra otros pueblos de África, América Latina y Asia.

Por último, la reciente aceptación de la ocupación marroquí del Sáhara Occidental por parte de Sánchez ha vuelto a ser objeto de disenso. Unidas Podemos la rechaza y pide que la posición gubernamental siga siendo la defensa formal de las resoluciones de la ONU. Sobre esto último Pablo Iglesias escribía este mismo sábado en CTXT que a pesar de esta venta total del pueblo saharaui el lugar de su partido tenía que seguir siendo el Consejo de ministros y ministras.

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La denuncia al guerrerismo imperialista, o a las decisiones como la del Sáhara, por parte del partido morado en el gobierno no ha pasado por lo tanto de un reparo parcial y algo de escenificación pública. Para que no quede como otra impostura más de las que los dos años de legislatura están llenos, sería necesario que consecuentemente abandonasen el Ejecutivo, retiraran su apoyo parlamentario al gobierno del “partido de la guerra”, exigieran la retirada de todas las tropas españolas en Europa del Este y el resto de misiones imperialistas en el extranjero, la ruptura de todo compromiso con la OTAN, comenzando por el cierre de sus bases en territorio español y el fin de las sanciones.

Un golpe a la gobernabilidad del Estado español – aunque el PSOE tal vez podría ser sostenido por el PP de Feijoó en estas circunstancias – sería un palo en las ruedas a la dinámica belicista y el refuerzo del imperialismo español y europeo. Lo mismo podemos decir como apoyo para la causa saharaui. Pero difícilmente veamos algo así, salvo que la guerra y la participación española pegue nuevos saltos. Aquellos que vienen trabajando por la restauración del régimen político español, pueden discrepar parcialmente sobre las vías, pero persiguen, como el resto de partidos del régimen, la mayor prosperidad para el imperialismo patrio.

El pacifismo de la diplomacia: la impotente ilusión de un imperialismo democrático

Entre los socios de izquierda del gobierno las posiciones han quedado divididas entre el apoyo cerrado de Compromís, el algo más tibio de Más País -que ha cuestionado el envío de armas, pero apoya todas las demás medidas de la UE - y las críticas de EH-Bildu y la CUP, que se ubican en una posición correcta de rechazo a la invasión rusa y a la escalada europea y norteamericana. ERC mantiene en su seno las dos almas: un Rufián alineado con las tesis de Bildu y la CUP, y un president Aragonés que se suma al entusiasmo bélico de Sánchez y Yolanda Díaz. Comparten todas estas voces la necesidad de retomar las vías diplomáticas en manos de los mismos gobiernos que nos están conduciendo a la barbarie.

Algo parecido a lo que sostienen otros grupos de la extrema izquierda. Es el caso de Anticapitalistas. Su eurodiputado, Miguel Urbán, fue el único voto principista en contra de la resolución sobre Ucrania aprobada en la Eurocámara, alegando que encubría la militarización de Europa y el avance de la OTAN y reivindicando volver a la senda del diálogo y la diplomacia.

Sobre las sanciones contra Rusia, no queda claro si Anticapitalistas defiende hasta el final la línea de sus organizaciones hermanas del SU -que en un vergonzante comunicado se pronunciaron a favor de estas medidas-, o mantienen una posición propia contraria a ellas. Su eurodiputado Urbán consideró que son “mucho más útiles las sanciones y presiones para acabar con la guerra que mandar lanzacohetes”. Lo que está claro, incluso para medios de prensa occidentales que vienen cubriendo el conflicto, es que las sanciones impulsadas por el imperialismo solo atentan contra las masas rusas, pero no van a impedir la ofensiva guerrerista de Putin.

Por otro lado, Pablo Iglesias se suma a estas voces críticas apelando a construir una nueva izquierda europea que presione a sus gobernantes para lograr un retorno a la diplomacia, fortalecer el rol de la UE y abrir paso a una Conferencia de Paz. Lo hace además saludando y en sintonía con la posición de Melénchon, dirigente de la Francia Insumisa, que considera que esta opción pacifista es la mejor para la defensa de los intereses imperialistas franceses y europeos y marcar distancias con EEUU.

El apoyo a las sanciones es abierto por parte de otros grupos como Lucha Internacionalista o Corriente Roja. En una declaración común de sus organizaciones internacionales, además de mostrarse a favor del soporte militar de los países de la OTAN a la resistencia ucraniana, presentan como un ejemplo a seguir la acción de los trabajadores de la refinería Ellesmere, en Inglaterra, “que se rehusaron a descargar petróleo proveniente de Rusia” o la de los trabajadores de la terminal de gas de Kent y en puertos de Países Bajos que hicieron lo mismo con cargueros de gas. Que la clase trabajadora aplique las medidas de la guerra económica declarada entre los EEUU, la UE y la Rusia de Putin, es convertirla en el peón de un enfrentamiento reaccionario que pagarán la clase trabajadora de ambos lados.

Ante el belicismo imperialista y las utopías del pacifismo de la diplomacia: hace falta una izquierda que retome las banderas del ala revolucionaria de Zimmerwald

En septiembre de 1915, poco más de una treintena de delegados de la izquierda socialista de once países se reunieron en la localidad suiza de Zimmerwald. El ala revolucionaria de aquella conferencia, que contaba entres sus miembros con Lenin, Trotsky o los espartaquistas de Luxemburg, defendieron que para paralizar la guerra imperialista era necesario impulsar una movilización independiente y revolucionaria de las masas contra sus respectivos gobiernos.

Algunos de los pacifistas de ahora, como el mismo Iglesias, hablan de volver a un cierto “momentum Zimmerwald”. Pero su propuesta de refundación de la izquierda europea nada tiene que ver con el espíritu de aquella conferencia, menos aún de su ala revolucionaria. A ninguno de ellos se le pasaba por la cabeza que la solución pasara por la presión sobre sus gobiernos imperialistas para que detuvieran los combates y abrieran unas negociaciones que, como terminó pasando, serían la base de nuevas anexiones y agravios entre potencias que asentaron las causas de una nueva conflagración mundial dos décadas más tarde.

Como entonces, la única perspectiva realista para detener la barbarie a la que nos conducen nuestros gobiernos imperialistas, es apostar por una salida independiente de los distintos bandos reaccionarios, que ni en el campo de batalla, ni en una mesa de negociación, darán una salida progresiva ni duradera a los problemas de fondo detrás de esta crisis geopolítica y militar.

Para parar esta guerra no se puede apelar o albergar ilusiones en la diplomacia imperialista. Se trata de poner en pie un gran movimiento que luche por el fin de la invasión rusa, el derecho de asilo de todos los refugiados, por la retirada de las tropas de la OTAN y su intervención militar indirecta mediante el envío de armas, el rearme del imperialismo europeo y el levantamiento de todas las sanciones hambreadoras contra el pueblo ruso. Que a su vez, en Ucrania apueste por una resistencia a la ocupación no subordinada a la OTAN y la UE, como predica Zelenski y en Rusia a que la lucha contra la guerra sea el punto de partida para terminar en forma revolucionaria con el reaccionario gobierno de Putin.

En el Estado español esto significa luchar contra la política imperialista del gobierno “progresista”, apoyada por la derecha y la ultraderecha de Vox que ven como se les sigue poniendo la alfombra roja. A la vez, pelear también por un programa para que las consecuencias de su guerra no sean descargadas sobre los hombros de la clase trabajadora y los sectores populares, con medidas urgentes como la nacionalización de todo el sector energético para hacer frente a la escalada de precios de la luz y el gas, o la indexación automática y mensual de las subidas del IPC en todos los salarios.

Empezar a poner en pie una izquierda independiente del reformismo en el poder, que luche contra nuestro propio imperialismo y retome una perspectiva socialista, de lucha por imponer gobiernos de trabajadores, es una tarea cada vez más urgente para evitar que la barbarie a la que conduce el capitalismo y que pone en cuestión la supervivencia de la humanidad en las próximas décadas, siga avanzando.


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Santiago Lupe

@SantiagoLupeBCN
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.