Las diversas denuncias de violencia sexual contra Martín Pradenas desataron la furia del movimiento de mujeres, al que le bastaron dos días para doblarle la mano a la justicia patriarcal que cierra los ojos frente a esa violencia que no ves, la que sucede en el ámbito privado. Pero no basta con reconocer la justicia netamente desde un ámbito punitivista, ni con un enfoque feminista, pues son los problemas estructurales del Poder Judicial los que hay que solucionar, y aquellos, no se resuelven con reformas que embellecen la justicia de la clase dominante.
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer
En el contexto de la revuelta chilena el Colectivo artístico feminista Las Tesis daba vida a la canción “un violador en tu camino”, la cual fue replicada mundialmente porque denunciaba la violencia político sexual ejercida por Carabineros de Chile y los militares (el aparato represivo del Estado) Esta rapidez en la proliferación de la performance, surge entre otras cosas debido a que son las mismas instituciones represivas en todos los Estados capitalistas. Parte denunciando la canción: “el patriarcado es un juez que nos juzga por nacer, y nuestro castigo es la violencia que no ves”, lo que guarda relación con esa experiencia común: la opresión patriarcal a la que deben enfrentarse las mujeres, en conjunto con enfrentarse a la justicia de clase, que dejo ver su verdadero rostro y que exacerbó la furia, con el caso de violencia sexual ejercida hacia Antonia Barra.
La semana pasada como ya adelantábamos, el movimiento feminista vio pasar frente a sus ojos varios casos de violencia sexual que impactaron profundamente, donde además, dos de los cinco casos de abuso sexual presentadas contra Martín Pradenas quedaron en la impunidad prescribiendo. Esto desencadenó en muchas compañeras la apertura de una herida con la que cargamos, esa violencia subterránea presente en la vida de todas nosotras. Y esa pena y rabia contenida se politiza, y se expresó en las calles, salimos a protestar y gritar con toda nuestra fuerza que queríamos justicia para Antonia, pues esa violencia que no ves se ejerce en el plano privado, y así por ejemplo, una violación pasa fácilmente a ser negada por el agresor, pues no existe más relato que el de la víctima y en la mayoría de los casos, son desestimados como pruebas.
Como se puede vislumbrar entonces, la rabia no es solo con el juez en particular - que en este caso se trataba de Federico Figueroa- sino que iba en contra de esos tribunales que reparten prisión preventiva a cualquier luchador o luchadora social, a las machis y peñis en resistencia, esos tribunales que obligaron a mujeres como Lorenza Cayuhan a parir engrilladas, esos tribunales que hicieron pasar al profesor Roberto Campos tres meses en la cárcel por patear un torniquete, Figueroa hizo lo mismo con la Machi Francisca Linconao. A esos tribunales las mujeres impugnamos clamando contra su desidia. Finalmente por temor a nuestra fuerza, les doblamos la mano. No podemos saber qué habría pasado si no salíamos; pero lo hicimos.
Esta es una justicia que claramente no responde a nuestros intereses, con jueces que son escogidos a dedo entre cuatro paredes y por el presidente, que si bien justifican lo anti-democrático de su sistema de elección bajo un criterio técnico y jurídico, lo cierto es que están designados de acuerdo a los intereses de la clase dominante; la burguesía: los ricos y poderosos de este país, el empresariado y sus políticos. Así las cosas, cada vez somos más quienes nos convencemos de que hay que echarlo abajo y levantar una nueva forma de vincularnos como sociedad. Y las mujeres, al mismo que tiempo que utilizamos métodos históricos de lucha, revelamos que desconfiamos abiertamente de las instituciones que se encargan de “ejercer” la justicia.
Son los pacos, los jueces, el Estado, el Presidente: la justicia es burguesa, racista y patriarcal
Solo bastaba que el juez Federico Figueroa decretara el arresto domiciliario de Pradenas para tener que enfrentarse a la fuerza que ha adquirido el movimiento de mujeres en los últimos años. En este escenario, bastaron dos días para lograr arrebatar un trozo de justicia para Antonia, obligando al poder judicial mediante la Corte de Apelaciones a revocar la medida y decretar prisión preventiva para Martín Pradenas mientras dure la investigación (un plazo correspondiente a 120 días), no fue precisamente, el compadecimiento de jueces ni correcciones técnicas jurídicas lo que produjo un cambio de los hechos.
Por su parte la prisión preventiva -especialmente en Temuco- es una medida que ha servido y sirve para castigar y disciplinar al pueblo pobre y a los sectores más oprimidos, pero que además expresa su profundo carácter racista al ser usada constantemente contra luchadores mapuche. Esta misma justicia, es la que ha encarcelado a 2500 luchadores en la revuelta popular -entre ellos alrededor de 100 niños, niñas y adolescentes- y ha permitido completa impunidad frente a casos realmente espeluznantes en materia de violencia de género. En el caso de Antonia y de las demás mujeres que se atrevieron a denunciar, vemos como la supuesta presunción de inocencia sólo opera cuando se trata de hombres blancos, de “clase alta”, con cara “de actor de cine” como habría señalado el misógino abogado de Martín Pradenas.
Si pensamos detenidamente, las mujeres tenemos que enfrentar largos procesos con la justicia para demostrar la culpabilidad del acusado en casos de violencia de género. Y no siempre se logra arrebatar justicia con los tribunales encargados de aquello, por eso las mujeres desisten en denunciar, además, la situación vivida la semana pasada tocó muchas sensibilidades porque es similar al resto de mujeres que denuncian violaciones o abusos, pero que el resto de casos no cuentan con la mediatización ni el apoyo que ha logrado esta causa, y pasan a ser, un caso más de violencia de género que goza de impunidad, como ocurre con los lesbicidios y crímenes de odio, violaciones correctivas y la violencia machista presente en todos los aspectos de nuestras vidas. Así, el primer paso por el que debe pasar una mujer víctima de agresión sexual, es dar una declaración de los hechos frente a la institución de carabineros, los mismos que gozan y han gozado de impunidad frente a los muertos y heridos de la revuelta popular. Los mismos que fueron capaces de tomar detenida a una mujer mientras se dirigía a constatar una agresión sexual de la cual fue víctima en Pichilemu, y que decidieron detenerla por infringir el toque de queda. Posteriormente, como ya se ha señalado, los relatos de las víctimas son en su mayoría desestimados, pues no bastarían como pruebas suficientes frente a la violencia sexual, siendo el agresor por su parte, capaz de declarar su inocencia y defenderla mientras no exista otra prueba “suficiente” que delate sus hechos.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía: Los argumentos machistas del abogado defensor Gaspar Calderón
Un análisis de discurso al abogado defensor de Martín Pradenas (en adelante MP) da cuenta de este carácter que hemos venido discutiendo acerca de la justicia. Como se puede inferir, el imputado habría negado la existencia de una relación sexual, y por lo tanto de la violación, pese a las conversaciones reveladas de whatsapp, las llamadas telefónicas, y otro tipo de pruebas. Para mantener la “aparente” inocencia de MP frente a la justicia, el abogado defensor ha generado una serie de argumentaciones odiosas, subestimando el relato de las mujeres involucradas, buscando esquivar la ley como si fuera un simple trámite por el cual debe pasar, exponiendo una vez más ante todos -especialmente en la Araucanía- que no se puede tocar ni sancionar a los poderosos y sus redes, porque son ellos los asentados en el Estado y sus instituciones.
Algunos de los argumentos utilizados para defender la inocencia de MP el martes 21 de julio en el Tribunal de Garantía de Temuco frente al juez Figueroa fueron:
En relación al caso de una menor de edad, el abogado se refiere en estos términos con respecto a la violencia de género “CC, de trece años, parece que tuvo problemas, que no podría dormir, que quedó conmocionada” Con respecto a otro caso señaló: “La chica FM, según las declaraciones, ella la verdad es que no se acuerda de nada (...) llegó con unas amigas porque cayó de rebote, la amiga la invitó porque habían pedido que fueran más chicas... (...) efectivamente hubo un delito, (pero) MP niega una relación sexual, por lo tanto, no habiendo relación sexual entonces violación no hay (...) en este caso yo creo que hay cero participación".
Sobre el caso de Antonia Barra señala: “De ahí viene el episodio del trastabillo donde van al rincón, y en el rincón su señoría, claro yo puedo ver un no, una resistencia, pero no una resistencia definitiva (...) Conciencia la niña en ese tiempo tiene (…) La incapacidad de oponer resistencia hasta ahí creo que está clara, no existe incapacidad ninguna su señoría”.
Con respecto a la llamada telefónica con la ex pareja de Antonia -Rodrigo Canario- señala al respecto: “Ella le da explicaciones... claro le da explicaciones que en alguna medida se acomodan a su propio sentimiento de lo que el juez explica,
Tras esta serie de argumentaciones obviamente sentencia: “No me parece razonable que el número de delitos se mida por todos estos que llegaron juntos (…) vinieron todas juntas y esto obedece a un propósito, el número de delitos es invalido, no representa, junto con el principio de inocencia, que esto haga más grave el delito, aquí todas las denuncias se alistaron todas juntas con un propósito de carácter social, para poder respaldar la postulación de que la situación vivida esa noche en la discoteca y en la cabaña es una violación”
En un último intento de rematar sus argumentos machistas termina por señalar:
Sobre Antonia: “Yo creo que en la mañana cuando sale balbuceando cosas, es la manifestación no de drogas, ni de violación, es la sensación -ya que al colega (refiriendose al fiscal) se le da que hablemos de sentimiento, de empatía, todo eso- … yo creo que en la mañana fue una sensación de haberse equivocado, un enredo con su pololo, con su novio". Continúa después “Peligro para la sociedad, riesgo su señoría, cero, hay episodios que tienen aquí varios años (...) creo que aquí el peligro para la sociedad no existe porque es al revés, las marchas, las redes, los ataques, los grafitis, los reportajes, las recreaciones (…) eso yo lo encuentro extremadamente grave”
Las intervenciones de Gaspar Calderón finalmente dan frutos -en primera instancia- pues como todos sabemos, MP queda provisoriamente en libertad, y la justicia una vez más del lado del agresor. Incluso el abogado señaló “Se ha recurrido a la perspectiva de género, ¿Tiene algo que ver la perspectiva de género cuando se trata de aplicar la ley? ¿Tiene que ver la perspectiva de género para determinar si hay prescripción?” y continúa argumentando para desvalidar la furia del movimiento de mujeres “Esto ha llegado a la categoría 10, se ha involucrado la condena social, se ha involucrado una cantidad de gente que ha ofendido y han puesto en riesgo a la familia de MP... aquí alguien encendió una hoguera... La gente tiene otra idea, porque esta hoguera que se encendió... lleva a la gente a pensar que esto es como la justicia, que la justicia es social” (Audiencia de formalización de Martín Pradenas imputado por delitos de abuso sexual y violación (4), 2020)
El Estado opresor es un macho violador
Como vimos, el machismo de la institución judicial reproduce los prejuicios que culpabilizan a las mujeres y víctimas. Las políticas de las clases dominantes buscan canalizar nuestra rabia contra la injusticia en mayores penas, para no que no cuestionemos su justicia. Pero lo que omiten es que está comprobado que las penas más altas a los delitos sexuales no disminuyen ni su cantidad ni frecuencia, como lo es el emblemático caso de EEUU. Las cárceles no frenan la violencia hacia las mujeres, y de hecho, funcionan también como espacios donde se reproduce el machismo. El sistema penal castiga individualmente un problema que es social, es por eso que no es ni la cárcel ni las leyes, sino la lucha por cambiar la sociedad lo que nos permitirá avanzar hacia un horizonte donde la violencia machista sea sólo un recuerdo triste de la miseria humana. Los jueces son sostenedores de la violencia machista y nosotras ya dijimos en las calles que no queremos ni una menos.
El movimiento de mujeres debe ir más allá de la lucha contra la impunidad y el punitivismo, cuestionando por completo el rol del Poder Judicial dentro del sistema capitalista, admitiendo por lo bajo que es necesario un enfoque diferenciado en los casos de violencia de género, es necesario además modificar el sistema judicial planteando no solamente la necesidad democrática de la elección popular de los jueces, sino además la participación de jurados populares y comisiones con organizaciones de mujeres y especialistas en violencia machista, aunque pese a aquellos posibles avances, los problemas son estructurales dentro del sistema capitalista son tal que debemos ir más allá de la ley, o de pequeñas modificaciones al régimen.
Por lo demás, es fundamental instalar el debate sobre la importancia de una educación sexual integral en todos los niveles educativos, que saque a la Iglesia y su doble moral conservadora de nuestras escuelas, y que otorgue herramientas desde temprana edad para visibilizar la violencia estructural que viven las mujeres en este sistema de opresión patriarcal, pero como ya hemos advertido, no podemos conformamos tampoco con cambiar el sistema judicial o el educativo, embelleciendo su régimen, pues son herramientas de la clase dominante para perpetuar su lugar en el poder, más bien debemos transformar esta sociedad de raíz para acabar con la precariedad de nuestras vidas, echar abajo el capitalismo patriarcal y racista, y conquistar una sociedad libre, sin explotación ni ningún tipo de opresión.
Referencias
Audiencia de formalización de Martín Pradenas imputado por delitos de abuso sexual y violación (4), 4 (2020) (testimony of Poder Judicial). https://www.youtube.com/watch?v=nhoG-1ev1cg
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