La Fiesta Nacional de los Estudiantes (FNE) es una festividad realizada en Jujuy en el mes de septiembre, que se desarrolla centralmente en la capital, donde participan decenas de miles de jóvenes estudiantes.
Viernes 26 de septiembre de 2014
Este festejo combina la alegría y el ánimo juvenil con aspectos contradictorios que hacen a la “cultura jujeña”, mil veces reivindicada en el discurso gubernamental de la provincia y los municipios junto con los medios masivos de comunicación, donde se apela a la unidad del pueblo jujeño pero que terminan en grandes aspectos respondiendo a otros intereses bien particulares.
Hay dos grandes ejes de donde parte la fiesta, el primero son las elecciones de las “reinas” estudiantiles y el segundo y más importante; es la construcción y desfile de las carrozas estudiantiles hechas a pulmón en los colegios secundarios.
Las reinas
La elección de las reinas actualmente es bastante cuestionada. Enmarcándose en un concurso de “belleza” (y todo lo que esto implica), establece tres niveles de opresión que en última instancia son un reflejo de la desigualdad palpable de Jujuy.
El primer nivel y el más visible, es el propio concurso de belleza que establece una competencia entre adolescentes por quien es la “más bella” ante un jurado mayoritariamente compuesto por hombres de “poder” (según la instancia, los directivos de la escuela, los intendentes y funcionarios de los municipios y el propio gobernador y diputados con sus allegados), un concurso bajo la egida del patriarcado jujeño en lo más sinceros de los planos.
Si esto no fuera suficiente también se establece una opresión étnica que nos hace acordar a la época colonial, o más bien es un reflejo de como aún somos cuando menos una semi colonia. En una provincia donde la mayoría de la población es de ascendencia aymara, omaguaca, guaraní, etc., con sus rasgos físicos característicos, sistemáticamente se eligen adolecentes que cumplen con los llamados cánones “occidentales” de belleza: altas, blancas, rubias, de ojos claros, con un apellido reconocido de las familias más poderosas de la provincia (Roca, Insausti, Montiel, etc.).
Es decir que la “cara” que “representa” a la provincia, choca con la realidad de sus habitantes por el vértice; poniendo así su granito de arena en la estigmatización del pueblo Kolla y la negación de su propia identidad en pos de dar una imagen que se encuentra en el modelo de la Argentina reaccionaria de modelo europeo que muy claramente había preconizado Domingo Sarmiento en su célebre “Civilización y barbarie” cuando hablaba de los salvajes “indios” y los laboriosos ingleses.
Esta opresión étnica es funcional dentro del cuadro del sometimiento de una clase por otra, la base de la contradicción entre los empresarios y terratenientes que concentran directamente el poder político del estado y económico de la provincia a través del clientelismo, la precarización, la expoliación y represión a las grandes masas de trabajadores y desocupados de la provincia.
En este sentido es que las “representantes” suelen ser las reinas de los colegios privados y católicos más encumbrados de la provincia o los estatales nacionales tradicionales, que aún conservan cierto prestigio, donde la clase dominante envía a sus hijos ((José Hernández, El Huerto, El Salvador, Colegio Nacional, etc.). Mientras del otro lado se alimenta la ilusión y las expectativas de las familias trabajadoras que con gran esfuerzo compran o alquilan vestidos, maquillajes y peinados para que la joven de la familia se vista como “princesa” para orgullo de sus padres y busque ser elegida en los primeros puestos. Que aunque sea por un momento se “eleve” por encima de la pobreza que es la realidad diaria de la población.
Esta expectativa siempre choca con el muro de los grandes colegios privados y las “gringas” (expresión contradictoria en boca de los trabajadores identificando en la imagen de una persona con la clase que día a día le oprime vía inflación, vía súper-explotación, vía represión, discriminación y/o engaño) que son elegidas mientras las “morochas” son dejadas de lado por “portación de rostro”, ser de familia trabajadora o no ser poseedora de “apellido”, provocando impotencia, resignación o indiferencia de esta situación.
Las carrozas
El otro eje y el principal donde se asienta la fiesta son las carrozas construidas en la mayoría de los casos de manera autónoma por los estudiantes.
Aquí la figura del carrocero toma la mayor relevancia, y son en gran medida “el alma de la fiesta”, grupos de jóvenes que toman en sus manos la construcción de la carroza, que según la categoría (carruaje, carroza no técnica y carroza técnica) empiezan su trabajo uno o dos meses antes de los desfiles.
Ser carrocero da el derecho a faltar a las clases, ausentarse de la casa de los padres, a la oblea que en la “semana del estudiante” es un pase libre a los boliches bailables, a una relación de paridad con los profesores y tener un cierto grado de libertad que solo se tiene en el “canchón”.
En la mayoría de los colegios los carroceros son los que eligen la temática y el diseño de la carroza, dividen el trabajo entre floristas, electricistas, mecánicos y herreros para poner a punto a la misma. No tan solo ponen el cuerpo en el trabajo manual donde se aprende a soldar, crear juegos de luces, adornos, estatuas, movimientos con hidráulicas o caja de trasmisión, sino que también aprender a recaudar fondos para la misma, organizar fiestas, caravanas de promoción, pasando noches en vela y reafirmando lazos de amistad y solidaridad; desplegando una enorme energía y creatividad.
El producto terminado se pasea por la avenida Córdoba con los carroceros más sacrificados haciendo la guardia a la carroza con sus matafuegos en mano y una sonrisa en sus labios, sintiendo orgullo del producto creado con sus propias manos y su inventiva.
Sin embargo esta faceta de la fiesta sufre los diferentes embates y contradicciones de las elecciones reinas pero en con sus propias características.
Existen también los “excesos”; cuando hay algún carrocero que no cumple con lo que discute el grupo, o no cuida a sus compañeros o realiza cosas que atrasa a la carroza, es sometido a la tristemente célebre “estaqueada”, donde es blanco de varios vejámenes, como ser atado a la carroza o al canchón, rapado o dejado solo en paños menores a la vista de todos, crueldades que muchas veces terminan yéndose de control.
Muchas veces el hecho de que adolescentes hagan su experiencia con el alcohol y el sexo en su estadía en el canchón con mucha mayor libertad que normalmente en el año durante, lleva a directivos “preocupados” por la preservación de la “moral” a regimentar y querer prohibir la construcción de la carroza, llevando muchas veces a la confrontación de los estudiantes con los directivos.
El gobierno regula y regimenta las carrozas y a los carroceros mediante al ENTE, (“Ente Autartico Permanente” dirigido por el “Pila” Sola durante décadas, funcionario del gobierno provincial “especializado” en la FNE). Es quien determina los “puntajes” de las carrozas, y el reparto de las copas y premios según las posiciones de cada colegio. Utiliza a discreción y sin pagar más que sándwiches a los jóvenes de la comisión de estudiantes para que arreglen sillas, vallas y la organización de la fiesta. Al mismo tiempo garantiza grandes ganancias para las empresas que “invierten” en la FNE, desde la Coca Cola hasta las empresas particulares de los diferentes bloques peronistas y radicales de la provincia.
No están exentas las diferencias entre los colegios privados y los colegios públicos, donde en los primeros se llegan a contratar a soldadores profesionales y usar el trabajo gratuito extra y obligatorio de los docentes para las carrozas de estos colegios, situación completamente desigual cuando el resto de los colegios bachilleres, provinciales y ni hablar del interior de la provincia sufren para llegar a construir la carroza, teniendo que reutilizar toda clase de materiales usados el año anterior, sin hablar de los materiales de mala calidad como los hierros cristalizados que “dona” el ENTE a los colegios y que ponen en riesgo la salud de los carroceros.
Como en las elecciones de reinas, en las categorías de carruaje y las carrozas no-técnicas ganan los primeros lugares los colegios privados, pero sin embargo aquí tienen un poco de revancha los colegios públicos, donde la destreza de los carroceros de los colegios de arte realizan verdaderas obras maestras, y en un margen aun mayor los colegios técnicos deslumbran la avenida córdoba con carrozas enormes con todo tipos de movimientos, efectos y juegos de luces, que van desde humo, fuego y estanques, mostrando la inventiva y destreza de los hijos de la familia obrera de Jujuy.
Frente a los discursos derechizantes de la juventud pobre, “perdida” en el paco y el alcohol, o una juventud sin iniciativa o apática, en pequeño, los jóvenes secundarios en la fiesta del estudiante muestran que son capaces de una enorme entrega, creatividad y empeño, fuerzas que buscan ser contenidas y desviadas por los gobiernos empresariales de la provincia de una manera o de la otra para que estos no cuestionen la precariedad que hacen vivir al pueblo trabajador y los privilegios que los sostienen en el poder.
Esta es la misma juventud que supo poner el pecho alas balas de gomas, lacrimógenas y cargas de caballería de la policía provincial, cuando fue desalojado el acampe de vecinos que protestaba contra una planta transformadora contaminante en el barrio Malvinas de S.S. de Jujuy en el 2012, y devolver aunque sea con piedras toda esa represión que viven día a día en el barrio a manos de esta institución represiva.
Para finalizar cabe esta pregunta: ¿Puede esta juventud actual que da muestra de poder ser valiente, esforzada y creativa retomar las banderas de los adolescentes de la tarde de los lápices de Ledesma que buscaban organizarse por su colegio, pero también para cambiar el mundo como nos contaba para izquierda diario Paco Jara, ex detenido de la dictadura del ’76? Éste interrogante abierto será respondido más temprano que tarde a la luz del agotamiento del kirchnerismo y el tránsito a una nueva época de nuestra historia actual.