En un contexto de creciente desempleo y precariedad laboral, con sueldos que no alcanzan y promesas de más ajuste, las y los jóvenes de La Plata organizados en La Red definen un plan de lucha contra los despidos, para defender los derechos conquistados e ir por más. Acá nos cuentan sus experiencias.
Martes 12 de diciembre de 2023 14:21
“Acá cuando pregunté, me dijeron que la hora estaba entre $600 y $650. Yo venía de trabajar en La Cabrera, donde pagaban $480, así que lo agarré. Pero es una situación donde ellos ganan millones constantemente. Para pagarte un plato de los que venden, tendrías que laburar dos días”, dice Gilda, una de las pibas que se organiza con La Red y que pertenece a ese 70% de la juventud que trabaja en condiciones precarias.
En La Plata la mayoría labura en bares y restaurantes donde pagan esos salarios de miseria. Son, por ejemplo, mozos que llevan en sus manos -candidatas de futuras tendinitis- todo el tiempo miles y miles de pesos en platos de comida.
Mientras, el nuevo presidente Javier Milei, dice que no hay plata. Mentira, plata hay, pero se la llevan los dueños de estos lugares mientras les pibes que sostienen sus locales dependen de la propina del día. “Son los mismos empresarios que hacen circular entre ellos listas negras para que los compañeros que alguna vez reclamaron por sus derechos no sean incorporados en nuevos trabajos” nos cuenta Federico Campos, uno de los trabajadores despedidos del León Bar Bistró y delegado electo, votado por sus compañeros.
“Cuando empezamos a ver los frutos de organizarnos, a reconocer los derechos, reconocer que hay un sindicato que debería representarnos y que es una herramienta más para hacer valer los derechos conquistados, surgió la idea de poder articular y compartir nuestras experiencias de organización con La Red” continúa Federico. “La idea de La Red es poder agrupar y acompañar al conjunto de trabajadores que no están registrados y que por ende tampoco tiene representación gremial. Lamentablemente es un gran porcentaje de la economía activa.”
Desde ese espacio, él y sus compañeras también despedidas, Jorgelina y Guillermina, impulsan distintas actividades para visibilizar sus peleas, difundir fondos de lucha con el que se sostienen -desde el día que se quedaron sin trabajo- gracias a la solidaridad de jóvenes, precarizades, laburantes que apoyan su lucha.
Pero no solo eso, se juegan a organizar a otros trabajadores que se encuentran en las mismas circunstancias y así juntar la fuerza para dar vuelta la situación y conquistar cada derecho que vienen pasando por encima todos los empresarios en complicidad con los gobernantes de turno, y que hoy, frente al nuevo gobierno, sabemos que seguirá siendo una deuda y les trabajadores un flanco de ataque. Por eso es fundamental que marquen la cancha frente a las condiciones laborales que los de arriba quieren naturalizar.
¿Cómo sigue esta pelea?
La semana pasada pusieron en pie reuniones abiertas para compartir las distintas experiencias y definir un plan de lucha para pelear por la reincorporación de elles tres pero también para extender la pelea hacia otros lugares de trabajo y a otros sectores de laburantes. Durante la reunión, a una de las pibas que se sumó, Gilda, le llegó un mensaje: un compañero le decía que no hacía falta que fuera al trabajo -al cual debía entrar en pocas horas.
Ella laburaba en Mi Piace, un restaurante y confitería histórico del centro de la ciudad, y este jueves la despidieron sin ningún motivo. “No tuvo huevos el jefe de cocina para echarme él. Yo estaba juntando para el alquiler, porque encima me pagaban por día”, contó. “Siempre tenés que agachar la cabeza porque juegan con tus necesidades. Cobramos muy poco la hora, mucho menos que la canasta mínima y es muy injusto, pero a la vez lo necesitás.”
En estos trabajos no les basta con pagar salarios miserables; hay maltratos constantes y despidos sin causa de un día para el otro. Los dueños de esos lugares saben que nadie se banca esas condiciones infinitamente, que siempre puede surgir la organización y que los trabajadores unidos -que son mucho más que los pocos empresarios- pueden ser un problema para sus negocios millonarios.
“Tienen un modus operandi” planteó Fede, “buscan desarticular a los compañeros cuando intentan reclamar por sus derechos dentro de sus respectivos laburos, no los dejan hablar, los mantienen separados, rotan al personal para que nunca lleguen a conocerse, para que no lleguen a empatizar, generan conflictos entre un turno y otro, o si no, la continua persecución y el hostigamiento para aquellos quienes deciden alzar la voz.”
Pero a pesar de los métodos de estos parásitos, que viven del esfuerzo de millones de pibes que se rompen para llegar a fin de mes, les laburantes no se callan ni se paralizan:
“Ya basta de resignarnos, se puede hacer algo pero en conjunto, porque solos no podemos” dijo Gilda “yo me organizo acá porque te hace más fuerte, tenés gente atrás tuyo que te quiere ayudar, que quiere hacer algo al respecto para que las cosas realmente cambien.” Fede agregó “Nosotros creemos que podemos transformar el enojo y la impotencia. Que podemos cambiar la resignación por organización y lucha”.
Mientras pareciera que priman los discursos individualistas, por abajo se teje otra cosa. Hay una juventud que se conmueve frente a las injusticias y que se resiste a naturalizar que un trabajo sin derechos es lo único a lo que puede aspirar cualquier pibe o piba. Esta juventud no se banca tener que dejar de estudiar porque hay que pagar el alquiler, y sabe que la única manera de pelearla es de forma colectiva, porque nadie se salva solo.
Ya lo dice Fede “Estamos en condiciones de cambiar las cosas, y esperamos que el ejemplo de les trabajadores de León siente un precedente para todes les trabajadores que se quieran organizar”. Y como dice Gilda: “El gobierno nos va a tener que escuchar, los de arriba, que tienen toda la plata y se la llevan, van a tener que hacer algo pero no van a poder contra nosotros porque vamos a ser miles”
Si tocan a une, tocan a todes.