Decidir es la cuestión. Hablamos de la cotidiana tarea que desplegamos los trabajadores del Noticiero, absolutamente todos y con diferentes matices y planos de responsabilidad.
Miércoles 14 de octubre de 2015
No es cierto que sólo elijen los que mandan. Cada día, cada uno de nosotros, seleccionamos un encuadre, un entrevistado, elegimos la frase más adecuada, el graph más o menos informativo, el enfoque desplegado en una pregunta, la apertura de un noticiero, la imagen más o menos descriptiva, el plano más llamativo, el más potente o el pretendidamente inocente. Todos nosotros sabemos muy bien que a diario esto es lo que hacemos. Es decir, que los trabajadores de prensa de Visión 7 también conformamos una agenda periodística. Tanto más, también construimos a diario nuestra línea editorial. Ambas cosas no son meramente la elección de temas para una minuta o pre rutina, sino que se trata de la propuesta diaria de un espacio periodístico donde se exponen conflictos, problemáticas, situaciones, personajes, ejes temáticos y otras cuestiones que construyen la forma cómo observamos el mundo y lo contamos, como trabajadores de prensa.
La falsa idea desplegada por desconocimiento o comodidad, de que la línea editorial está en manos de “los que mandan” o de los dueños de los medios, sin embargo, ha sido absorbida por muchos como una verdad inexorable. Nada se puede hacer, “ellos deciden”.
El cineasta Jean Luc Godard, afirmó hace ya tiempo, que un “travelling” en cine era cuestión de moral. Ese componente, innegablemente positivo, que delinea nuestro trabajo, al igual que el “travelling” de Godard, implica decisiones éticas. Qué decimos y cómo lo decimos, son dos cuestiones fundamentales del quehacer periodístico que se dirimen todos los días en el barro de la redacción. Pero qué hacer si ese “barro” no es más que una ciénaga desagradable que todo lo consume, donde toda posibilidad de debate y reflexión se hunde en la burocracia informativa. Entonces, sí compañeros, “ellos deciden”. No es eso otra cosa que “el fin del lenguaje”, como predicó nuestro Godard?
Es, también, el aniquilamiento de la naturaleza de nuestro trabajo. Es decir, el fin de la responsable tarea de dar testimonio, contar lo que pasa, interpretar el acontecer, delinear un discurso, poner el micrófono a donde no ha sido llevado, abrir la lente a los rostros que no tienen nombre… y podemos seguir. Una serie de predicamentos que nos deberían sostener cada día. Pero no usemos “condicionales”.
Volvamos a la minuta diaria de la redacción. ¿Qué hacer cuando se estrecha cada vez más la posibilidad de intervención que despliega eventualmente nuestro trabajo como periodistas? Las decisiones que tomamos a diario, que describimos en párrafos anteriores, siempre están. Por lo tanto, antes y después de una orden o una “bajada de línea”, que generalmente están carentes de reflexión y sentido periodístico, están nuestras propias y soberanas decisiones cotidianas. Muchas de estas elecciones se dirimen en soledad, solos frente a la cámara o ante la computadora y otras tantas se comparten con compañeros atentos a nuestras demandas o a nuestras dudas. Es decir, que el laburo de componer la agenda periodística también es colectivo.
Se trata de volver a la soberana voluntad de ejercer nuestro trabajo con la mayor amplitud posible. Las órdenes existen, pero –definitivamente- no son la única vara con la que se mide nuestro trabajo. ¿O acaso un graph o un encuadre no dicen más de nosotros y de nuestro noticiero que la incongruente orden de algún jerarca que pugna por mostrar lo que más le conviene según se mueva el tablero político? Sin nuestras propias miradas y decisiones, cada noticiero se convierte en la expresión de un totalitarismo periodístico, sin reglas mínimas que respeten el pluralismo, la democracia informativa y un reflejo de la verdad. Y, es verdad, últimamente nos estamos pareciendo bastante a eso.
Cada día, entonces, con cada paso a veces inseguro y poco a poco más firme, nosotros, los trabajadores de prensa somos los responsables de armar nuestra agenda periodística. Una agenda propia que deberíamos exponer cada día ante los superiores jerárquicos, a través de dispositivos creados también por nosotros, al estilo de un Comité de Redacción. Es decir, un vehículo que refleje una mirada sobre la elaboración de los materiales periodísticos, nuestra propia interpretación de lo que acontece y cómo contarlo. De esta manera, con el ejercicio diario de esa porción de libertad, y sólo así, dejaremos expuesta nuestra posición como trabajadores de prensa y como organización gremial sobre el duro manejo de los contenidos periodísticos. El problema es la posesión de la información. En un mundo polarizado y dominado por las grandes corporaciones mediáticas y por medios públicos cooptados por los gobiernos, hoy más que nunca es necesario expresar nuestra voz. Todos los días. Y en nuestro medio, que es la redacción.
* Artículo publicado en el tercer número de la revista de trabajadores de la TV Pública "Unidad de los trabajadores"