Los trabajadores de Inditex, una de las multinacionales insignias del capitalismo español, están en pie de guerra. Movilizaciones y huelgas están teniendo lugar por todo el Estado. El centro de gravedad de la protesta lo ocupa un sector que tradicionalmente ha sido ninguneado dentro de la propia empresa. Se trata del personal de tiendas, y en concreto las dependientas, un sector feminizado, marcado por los altos índices de precariedad y que representa más de un 80% del personal global de la empresa en el Estado español.
La lucha de estas trabajadoras se da en un contexto en el que Inditex no ha parado de aumentar sus beneficios en el último año. Durante el primer semestre del año fiscal (de febrero a julio para esta empresa) Inditex obtuvo un beneficio neto de 1.794 millones de euros. Durante el tercer trimestre, la multinacional mantuvo la tendencia al alza y obtuvo un beneficio neto de 1.301 millones. En total, con los datos disponibles hasta la fecha, a lo largo de los 9 primeros meses del ejercicio de 2022 el beneficio neto de la empresa fue de 3.095 millones de euros, un 24% más que en el mismo período del 2021.
Estas cifras son significativas incuso para una multinacional acostumbrada a los buenos resultados. Los datos acumulados en el tercer trimestre establecen un récord histórico para la compañía. Si se comparan las cifras con las del que hasta ahora había sido el año más próspero para Inditex, 2019, vemos que el beneficio actual ya se sitúa por encima de los beneficios obtenidos en ese ejercicio. En el tercer trimestre de 2019 Inditex acumulaba un beneficio neto de 2.720 millones, en 2022 acumula aproximadamente un 12% más. Con estos datos Inditex no solo recupera, sino que supera los resultados prepandemia.
La fórmula de Inditex
Que Inditex es una empresa “rentable” desde el punto de vista capitalista no es una novedad. La fórmula tan exitosa de Amancio Ortega ha sido destapada y denunciada por muchos, desde las costureras gallegas que levantaron el Imperio textil y que muestran su historia en el documental Fíos Fóra (‘hilos fuera’, en gallego): Historias de obreras, entre costuras y patrones, hasta las trabajadoras de los talleres que hoy se encuentran localizados en países como Marruecos, Turquía, Bangladesh, Vietnam o Camboya, y que algunas de ellas protagonizaron importantes huelgas hace unos años denunciando sus condiciones de trabajo. Sin duda se trata de una fórmula basada en explotación laboral sin escrúpulos.
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Pero la pregunta más pertinente ahora es la de cómo consigue una multinacional aumentar tan significativamente sus beneficios en un contexto en el que en términos generales el consumo mundial se ha moderado, incluso retraído, y se aleja significativamente del nivel de consumo previo a la crisis sanitaria.
Estos buenos resultados para Amancio y Marta Ortega en parte podrían deberse a un aumento de sus ventas. Por ejemplo, las ventas en tienda y online crecieron un 12% desde el 1 de noviembre y hasta el 8 de diciembre de 2022 respecto al mismo periodo de 2021. Sin embargo, este aumento de ventas no se corresponde con sus extraordinarios resultados. El “secreto” es otro: ha sido a través de una estrategia de aumento del precio de sus prendas, junto con una congelación de los salarios de sus trabajadoras y trabajadores, lo que ha permitido a Inditex aumentar sus beneficios netos en un contexto de inflación y caída del consumo.
En septiembre, Marcos López, director de mercado de capitales de la compañía, señalaba que ante “impactos temporales derivados de la inflación, en ciertos mercados hay que intentar ajustar los precios” con el objetivo de absorber el efecto en el margen bruto. Deducimos que con “ajustar” se refería tanto al precio de los productos que venden en sus establecimientos (aumentándolo), como a los salarios de sus trabajadoras (congelándolos).
Pero la congelación salarial no es nueva en Inditex. Gran parte de los convenios colectivos provinciales están caducados y sus negociaciones paralizadas, algunos desde hace más de 10 años, lo que supone en la práctica una congelación salarial. Esta situación afecta a la mayoría de las dependientas, un 57%, que no están amparadas por un convenio en vigor. Y en el mejor de los casos, las amparadas por convenios en vigor cuentan con una actualización anual de en torno al 2%, como ocurre en Madrid.
Las dependientas se rebelan
Con esta estrategia, la multinacional consolida una tendencia de aumento de beneficios, mientras para las trabajadoras la situación es diametralmente opuesta. La escalada de precios lleva muchos meses mermando sus salarios y es la base del descontento de la plantilla.
La actual conflictividad es el resultado de todas estas medidas de la empresa. En A Coruña, “las niñas”, como popularmente se les conoce, fueron las primeras en iniciar una pelea por aumento salariales. Con el grito de guerra de “trabajo en Inditex y no llego a fin de mes”, estas trabajadoras visibilizaron su situación. El 22 de diciembre, después de varias semanas de lucha, movilizaciones y un calendario que incluía varias jornadas de huelga en tres fechas clave de la campaña navideña, las trabajadoras coruñesas consiguieron una enorme victoria. Tras la primera jornada de huelga en pleno Black Friday y la exitosa manifestación del 9 de noviembre en Coruña, lograron imponer a la empresa un incremento salarial de 322 euros mensuales efectivos este mismo año -4800 euros se subida salarial anual-, y que se elevará a los 382 en los próximos 2 años. Un importante triunfo que fue el subproducto de la capacidad de estas mujeres trabajadoras para sostener semanas de movilización sin doblarse ante el acuerdo al que pretendían llegar las burocracias de CCOO y UGT con la empresa para apagar las movilizaciones, que incluía una ridícula subida salarial de 120 euros. La plantilla y el sindicato mayoritario en Galicia, la Confederación Intersindical Galega (CIG), lo rechazaron por ser “insuficiente” y mantuvieron su lucha hasta que la empresa tuvo que aceptar un nuevo acuerdo para evitar la convocatoria de una nueva huelga.
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La clave del triunfo en Galicia fue por tanto la enorme masividad de la huelga, que tuvo un seguimiento de un 95%. Pero, sobre todo, la disposición a continuar con nuevas movilizaciones y jornadas de huelga si la empresa no realizaba una subida salarial inmediata. Con esto Inditex trataba de frenar rápidamente el conflicto cediendo frente a las dependientas pero plantándose en el resto del Estado.
Para desplegar esta estrategia, con la que se trataba de dividir a la plantilla, Ortega y compañía contaron con la colaboración de las direcciones sindicales de CCOO y UGT, que se negaron a secundar la huelga y en medio de las protestas llegaron a un acuerdo de subida salarial irrisorio. Su postura pública es que mientras estuviesen negociando con la patronal de Inditex “no había razones para convocar huelga”. Lo que equivale a decir que hay que “negociar” en la peor relación de fuerzas posible, justamente lo que pretende la patronal. De esta manera, la subida salarial que consiguieron semanas después las dependientas de esta provincia era también un duro revés para la estrategia sindical de estas organizaciones.
Este triunfo supuso un importante toque de atención para Inditex, ya que no quería tener como interlocutores a trabajadores movilizados y organizados. Frente a este temor, la empresa ha actuado en consecuencia y todos sus movimientos han sido dirigidos tanto a tratar de apaciguar las reivindicaciones de su plantilla, como sobre todo a anular como interlocutor válido al resto de organizaciones sindicales, especialmente a la CIG y a CGT.
Pero la lucha de las dependientas gallegas no se quedó en A Coruña sino que pronto se extendió a otras provincias. La CIG en Galicia y CGT en el resto del Estado impulsaron protestas en ciudades como Madrid, Logroño, Sevilla o Valencia. Así, el pasado 27 de diciembre más de 250 trabajadoras tanto de tiendas como logísticas de diferentes puntos del estado español se concentraron en la central de Inditex, Arteixo. Previamente se venían organizando concentraciones en distintas ciudades, pero sin duda fue el triunfo de las trabajadoras gallegas lo que supuso un enorme punto de apoyo para continuar la batalla en otros lugares y para empezar a coordinar la lucha en las distintas comunidades.
Finalmente el 7 de enero se convocó huelga general en Inditex en todo el Estado. Según los datos de los sindicatos convocantes la huelga tuvo un seguimiento relevante, aunque sin llegar a las cifras de la huelga de Galicia. En Madrid el seguimiento en algunas de las tiendas fue cercano al 60%. Sin duda la convocatoria y toda la campaña previa fueron una iniciativa acertada por parte de CGT y el resto de organizaciones convocantes, ya que fortaleció la línea de los sindicatos que apuestan por la movilización y menos por la negociación por arriba.
Mientras tanto la empresa sigue con su operación de neutralizar la creciente movilización a través de acuerdos con los jefes de CCOO y UGT, es por eso que en pleno desarrollo del conflicto coruñés estos sindicatos avanzaron en la firma de un preacuerdo estatal, lo que es una novedad en esta empresa que hasta ahora se regula por convenios provinciales. La maniobra pretende anular a los sindicatos combativos de cualquier negociación, incluso en ciudades como Madrid donde tienen la mayoría de la representación sindical.
Como respuesta, la CGT ha convocado concentraciones el 23 de enero para seguir reivindicando una subida salarial de 500 euros, medidas sociales para toda la plantilla que permitan conciliar la vida familiar y que se les reconozca como interlocutores en la mesa de negociación.
Los retos del sindicalismo combativo
Fruto de esta lucha, el sindicalismo combativo ha ido ganando un peso relativamente importante en Inditex. Esto no es extraño ya que son precisamente estos sectores feminizados y precarizados los grandes olvidados por los sindicatos mayoritarios, lo cual ha sembrado el terreno para el avance de otras organizaciones sindicales.
La lucha de Inditex está enmarcada dentro del contexto que más fricción está causando dentro de las empresas: determinar quién paga las consecuencias de la abrupta subida de precios. Es por esto que, si se consigue derrotar a Inditex en todo el Estado, emblema del gran capital español y campeones en subir precios mientras pagan salarios de miseria y precarizan a su plantilla, supondría un importante triunfo para el conjunto de la clase trabajadora.
Los sindicatos que están al frente de este conflicto, en especial la CGT, tienen una importante oportunidad (y responsabilidad) para contribuir a demostrar que mediante la lucha de clases se puede derrotar tanto a las patronales como a los discursos derrotistas de la burocracia de los grandes sindicatos.
Para ello, en primer lugar, se plantea el problema de cómo ser capaces de seguir extendiendo el conflicto dentro de la propia empresa. Una de las claves pasa por fomentar la creación de espacios amplios de decisión y organización democrática de las y los trabajadores en lucha que superen los estrechos marcos que imponen los propios sindicatos. En ese sentido, una medida fundamental que puede ayudar a fortalecer el conflicto es involucrar en el desarrollo de la lucha al conjunto de la plantilla a través de asambleas generales, en donde pueda participar cualquier trabajador independientemente de su organización sindical. De este modo se puede romper por abajo la división dentro de la plantilla que imponen por arriba las burocracias de CCOO y UGT.
Por otro lado, el conflicto se juega también fuera de la propia empresa. Si algo temen las patronales y las burocracias sindicales es que la clase trabajadora unifique sus luchas y sus reclamos, porque al hacerlo queda evidenciado quien es más fuerte. Por ello es necesario planificar una campaña lo más amplia posible que tenga como objetivo sumar activamente a movimientos sociales, estudiantes, a sectores del movimiento feminista y especialmente a otros trabajadores en lucha para que hagan suya también la pelea de la plantilla de Inditex. En concreto, en Madrid es fundamental tratar de empalmar con la huelga y las movilizaciones en defensa de la sanidad pública, que el próximo 12F promete volver a llenar las calles de Madrid contra la política criminal de Ayuso. Sin duda esto podría fortalecer enormemente tanto a la lucha de las sanitarias como la de la propia plantilla de Inditex. Lo mismo se podría decir con el movimiento feminista, que se encuentra en pleno proceso organizativo hacia el 8M.
Pero, además, contra la política derrotista y pasivizadora de las burocracias sindicales, la coordinación de las distintas luchas mostraría que hay fuerzas para enfrentar a las patronales que están descargando la inflación sobre nuestros bolsillos. La autopercepción se la propia fortaleza de la clase trabajadora es en sí mismo un elemento de la relación de fuerzas. Dicho de otro modo, si somos conscientes de nuestras fuerzas estaremos en muchas mejores condiciones para el combate.
Sin embargo, vincular, y por esa vía fortalecer el conflicto de Inditex con otros sectores de trabajadores en lucha y movimientos sociales no es algo que en la situación actual vaya suceder espontáneamente. Es necesario que haya una política consciente para que esto se realice, sobre todo por parte de las direcciones del sindicalismo alternativo. Esto es así porque, como hemos visto en la última etapa, al mismo tiempo hay quienes conscientemente se dedican a dividir las luchas y evitar la coordinación entre las luchas obreras y los movimientos sociales. Enfrentar decididamente a las burocracias que dividen nuestras fuerzas es una de las mayores batallas que tiene por delante la clase trabajadora en el próximo período.
Por ello, para organizaciones como la CGT, es clave es el vuelco del conjunto del sindicato en apoyo a la lucha de Inditex, de una manera real y planificada, proporcionando todos los recursos materiales y militantes disponibles para romper esa resistencia y realizar una gran campaña de apoyo que fortalezca un conflicto tan importante como este y que impacte al conjunto de luchadores obreros y sociales.
La superación del impasse al que se ve sometida nuestra clase, fruto del accionar de las direcciones de CCOO y UGT y también de la falta de alternativa unificada del sindicalismo combativo, solo puede venir de la mano de nuevas formas de luchar. Establecer comités amplios de solidaridad en la que puedan participar sanitarios, trabajadores de Inditex, feministas y otros sectores en lucha y que estos aparezcan de forma pública podría ser un ejemplo muy potente y que además es la vía por la que extender de forma cualitativa los conflictos.
Cada lucha y conflicto que dirigen los sectores del sindicalismo alternativo tienen que ser pensados como una gran batalla que muestre otra forma de hacer sindicalismo y que tenga como objetivo no solo la victoria en su empresa o sector, sino contribuir a la autoorganización y el desarrollo de la lucha de clases. La lucha de Inditex cuenta con varios de los factores necesarios para poder servir en ese sentido: hay una relación de fuerzas más favorable para los sectores combativos que en otras empresas, Inditex es una multinacional odiada por sus niveles de explotación escandalosos; y por último, este conflicto coincide con importantes fenómenos de lucha y movilización con los que puede coordinarse.
Las y los trabajadores tenemos que seguir atentamente al conflicto de Inditex, rodearlo de solidaridad y tratar de que se convierta en un poderoso punto de apoyo para la lucha del resto de nuestra clase. Dentro de la plantilla hay fuerza de sobra para que podamos ver como la odiosa familia Ortega muerde el polvo frente a quienes con tanto desprecio tratan en sus centros de trabajo. Su victoria será la de todas y todos los trabajadores.
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