El fracaso y traición de las direcciones burocráticas CCOO y UGT. La responsabilidad de la CGT, la izquierda sindical y la izquierda anticapitalista como la CUP ante la falta de un plan de combate alternativo al comité de empresa ¿A dónde va el conflicto de Nissan y las subcontratas?
El conflicto de Nissan y sus subcontratas está en una encrucijada: la dirección de la empresa presentó un ERE para más de 2.500 trabajadores directos sentenciando así su decisión irreversible de cerrar las plantas de la Zona Franca y los centros de Montcada i Reixac y Sant Andreu de la Barca, a partir de diciembre de 2020. Todo un chantaje patronal para imponer cómo negociar sus condiciones. Mientras, la plantilla continúa movilizándose, pero con una dirección sindical cuya política está llevando al fracaso el grito de lucha “Nissan no se cierra”.
Por otro lado están “los invisibles”: los más de 25.000 puestos de trabajo indirectos de las contratas que servían a la marca de forma “externa” para abaratar costes. Hoy pasan a ser los grandes olvidados, envueltos en una oscura incertidumbre frente a su futuro laboral. La plantilla de Acciona es un foco del conflicto que, junto a otras fábricas como Magneti Marelli, Magna, Lear, Gestamp o Tachiestán luchando por defender sus puestos de trabajo.
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Es momento de empezar a sacar las primeras conclusiones ante uno de los conflictos testigo. El anunciado cierre de las fábricas de la empresa nipona es solo la punta del iceberg de la crisis del sector del automóvil que la pandemia no hizo más que acelerar.
La división y fragmentación de la clase trabajadora y su reflejo en la política de las direcciones sindicales para la lucha contra el cierre de Nissan
Esta semana se desarrollaron varias jornadas de movilizaciones. Por un lado la plantilla de Nissan continuó con sus manifestaciones como parte de un calendario que seguirá todo el mes de julio. Por el otro, parte de la plantilla de Acciona decidió montar un piquete en las puertas de una de las plantas de Nissan de Zona Franca para impedir que la patronal traslade mercancías; una acción convocada por la sección sindical de CGT Acciona, quienes plantean “nacionalización sin indemnización y bajo control de los trabajadores”. Para las semanas siguientes el calendario seguirá igual de dividido.
Pero aquí está uno de los principales problemas: en el ‘por un lado’ y ‘por el otro’. La división entre la plantilla de Nissan y las de las subcontratas, impuesta por las patronales a todos los sectores de la clase trabajadora -reformas laborales mediante pactadas por los gobiernos-, sellando una fragmentación entre trabajadores y trabajadoras en múltiples categorías.
Entre las diferentes plantillas el espíritu de unidad se viene reflejando en la pancarta más representativa del conflicto “Futuro para las 25.000 familias. Nissan no se cierra”. Pero el comité de empresa de Nissan -integrado por Sigen-USOC, CCOO, UGT y CGT- reproduce una división que, de profundizarse, llevará claramente a una derrota a los 25.000.
La unidad de las filas de todas las plantillas es una pieza fundamental para derrotar el cierre de la patronal. Una unidad que no significa de ningún modo ocultar las diferencias entre las tendencias sindicales y acusar de “dividir la lucha” a quienes no coincidan con la mayoría como vienen haciendo los dirigentes de los sindicatos mayoritarios cuando les llegan las críticas. Sino que implica organizar una lucha unificada de todas las plantillas fijas y externas, recogiendo todas las reivindicaciones incluso de los sectores más precarios de las subcontratas y coordinando en asambleas de base democráticas que decidan en común todo el plan de lucha, votando y dejando claras las minorías y las mayorías. Y así golpear con un sólo puño, incluso en las mesas de negociación.
Una práctica nada habitual entre los actuales sindicatos, cuyas direcciones deciden por arriba para informar hacia abajo sus pactos, muchas veces traiciones y negociaciones de EREs, ERTEs o derechos o salario a la baja. Tampoco la CGT ha trabajado en esta dirección. Ni desde la sección sindical en Nissan, ni desde las posiciones que tiene en el resto de las subcontratas se están promoviendo asambleas de base para forjar esta unidad indispensable para la lucha.
Hace décadas que las direcciones sindicales de CCOO y UGT vienen abandonando a los sectores más vulnerables de la clase obrera y se ha naturalizado esta división. Muy atrás quedó el “Todos o ninguno” que se gritaba en las asambleas obreras de los años sesenta y setenta, que sentenciaba su firme compromiso de que la huelga continuaría hasta que no quedara ni una obrera u obrero despedido.
¿Y qué hubo detrás de esta práctica burocrática en Nissan? Una apelación desde el inicio del conflicto de parte de los sindicatos mayoritarios y de todo el Comité de Empresa, a las administraciones gubernamentales para que intervengan evitando la marcha de la marca. Administraciones que, como ha demostrado la experiencia, han jugado siempre a favor de los empresarios, sin importar su color político.
Acorde a ello, la dirección del comité de empresa ha propuesto un programa de plan industrial que condiciona el futuro de los trabajadores y trabajadoras del Nissan a los ‘buenos negocios’ de la compañía. Ya vimos al inicio de la crisis la celeridad con la que los dirigentes de CCOO y UGT acordaron con la CEOE y el Gobierno los ERTEs express a coste cero para las patronales.
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Esta estrategia de esperar que las administraciones confeccionen un plan industrial, ha ido en detrimento de formar alianzas con otros sectores en lucha -comenzando por las subcontratas- y de generar una red de solidaridad activa que actúe como una verdadera fortaleza de combate. Pero con una estrategia ausente de un plan alternativo e independiente de los negocios e intereses patronales, no podía haber tal plan de combate. Sino de negociación en los despachos combinado con un extenso calendario de manifestaciones, cada vez más separadas y divididas entre las empresas afectadas. Y ahora la encrucijada la impone la dirección de Nissan: 2.500 EREs directos y posibles negociaciones, o nada.
De aquí se desprende un segundo problema. En una situación en donde se espera una tasa de paro del 22 % para el año que viene, las indemnizaciones son una falsa salida individual que lleva a una derrota colectiva. Una salida efectiva sería la nacionalización sin indemnización bajo control obrero para defender los puestos de trabajo. Si desde el Comité de Empresa de Nissan se hubiera planteado esta perspectiva, la estrategia hubiera sido de combate y dejaría sentado para futuros cierres un ejemplo de cómo llevar hasta el final que “la crisis la paguen los capitalistas” y no la clase trabajadora.
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¿Cuál viene siendo la responsabilidad de la izquierda sindical y política? Una crítica necesaria para los conflictos que vendrán
El fracaso del plan del Comité de Empresa se hace cada vez más evidente. Ahora bien, tampoco es comprensible que sindicatos de izquierda como la CGT Nissan, que es parte del Comité de Empresa, no haya propuesto un programa alternativo aún. No se puede confundir la necesaria unidad para luchar por los puestos de trabajo, con asimilar las prácticas y el programa de un sindicalismo pro patronal como el de las direcciones burocráticas de CCOO y UGT, que vienen utilizando las asambleas para bloquear las críticas que se vienen expresando en la bronca de franjas de las plantillas en conflicto.
Como reacción a esta política han surgido respuestas como la del campamento de Acciona, que pretende cuestionar la pasividad y división impuesta por las direcciones del conflicto y en la que la sección sindical de CGT Acciona defiende un programa ofensivo de nacionalización bajo control obrero, a la vez que llaman a la unidad y al apoyo de toda la plantilla de Nissan y las subcontratas.
Sin embargo, esta acción ha quedado desligada del resto de las plantillas, por lo que a la burocracia sindical le está resultando sencillo dejarla aislada. El Comité de Empresa de Nissan no les ha dado su apoyo y la CGT de Nissan no se ha pronunciado críticamente contra la decisión del comité que también integra, rompiendo abiertamente con la política divisionista de las direcciones burocráticas de Sigen-USOC, CCOO y UGT que han abandonado prácticamente a las plantillas de las subcontratas. Una verdadera claudicación que merece una autocrítica y rectificación urgente.
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Por otro lado, la CGT Catalunya se ha pronunciado a favor de la plantilla de Acciona y por la nacionalización de la fábrica bajo control obrero desde el inicio de la huelga. Sin embargo, este programa necesita de un plan de combate y para ello es necesario derrotar el plan de las direcciones burocráticas del Comité de Empresa. Y convocar, junto a todos los sectores de otros sindicatos o no sindicados que quieran sumarse, asambleas democráticas de todas las plantillas para decidir y organizar piquetes masivos que eviten realmente que no salga ni un tornillo; además de movilizar a toda la militancia y afiliados de la CGT para rodear de apoyo el conflicto.
El campamento de Acciona ahora se encuentra en una especie de trinchera oculta, sin ejército ni preparación alguna para su programa ofensivo. De la misma manera que se pueden encontrar muchos trabajadores de Nissan y otras subcontratas que ven cómo se llena el calendario de movilizaciones simbólicas mientras la empresa acelera los pasos para marcharse.
Fuerzas para la lucha no faltan, el campamento y las plantas de Nissan están rodeadas de fábricas y centros de trabajo que podrían movilizarse, difundir la caja de resistencia y crear esa red tan necesaria, no sólo frente al cierre de Nissan, sino para futuros cierres y despidos.
Respecto al conjunto de la izquierda política anticapitalista y en especial la izquierda independentista y la CUP, el apoyo activo a este conflicto es imprescindible. Hasta ahora éste no se ha traducido en una intervención militante que dedique su tiempo con el cuerpo para defender la “nacionalización o expropiación sin indemnización, bajo control obrero” que vienen publicando prácticamente todas las organizaciones en declaraciones.
Porque proponerse una nacionalización implica romper con las reglas de juego de las direcciones de CCOO y UGT que optaron por negociar con todos los partidos y sus gobiernos. Implica romper con las reglas de juego de los capitalistas en las que siempre perdemos. Y poner por delante los intereses de la clase trabajadora a los negocios patronales y sus ganancias, y las fábricas al servicio de las necesidades sociales bajo una verdadera reconversión de la industria del automóvil.
Sin una fuerza militante, esas declaraciones sólo quedarán en un papel o perdidas en las redes sociales. Construirla es una tarea clave tanto para la que la lucha de Nissan no termine en una derrota como para los conflictos que vendrán en un futuro no lejano si la pandemia resurge, en un mar de precariedad y una sanidad devastada por los recortes y las privatizaciones que este gobierno que se dice “progresista” no cambiará.
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