Debates políticos afloran en la izquierda con impacto nacional, desde la táctica y política electoral, hasta cuestiones teóricas como la del sujeto, o estratégicas como las alianzas políticas y sociales. Ahora el PC vuelve a justificar su permanencia en la Nueva Mayoría, pegando indirectamente al Frente Amplio que recoge el guante.
Nicolás Miranda Comité de Redacción
Sábado 14 de enero de 2017
La reiterada justificación del PC para su alianza en la Nueva Mayoría
El ministro de Desarrollo Social y militante del PC Marcos Barraza, en una columna de su prensa El Siglo titulada “El PC en una coyuntura estratégica clave”, justificó la permanencia de su partido en la Nueva Mayoría hablando de la necesidad de tener mayorías en el país, contra una izquierda testimonial, apuntando al Frente Amplio, que, en La Tercera, recogió el guante.
Barraza escribió: “La idea de fundar una nueva alianza política, agrupando exclusivamente a fuerzas de izquierda, sin la participación del centro, puede resultar atractiva quizás desde los principios y lo testimonial, pero lo más probable es que no tenga destino desde el punto de vista de su eficacia política de mayorías”,
La discusión sobre las mayorías es de antigua data, es práctica, táctica y política. Empecemos por lo primero.
Las mayorías del PC, en la práctica
Es simple. Bachelet accedió al Gobierno con la mayoría de los votantes (aunque una minoría, considerando la abstención del 60%, del universo total de habilitados para votar). Logró una significativa mayoría parlamentaria.
Aún así, aunque con la “cocina del senado”, los “matices de la DC”, el “realismo sin renuncia” de Bachelet, el “ajustarse el cinturón” de Valdés y otros, de un lado, y la fuerte y activa oposición de la derecha y los empresarios de otro lado, todas las leyes y reformas prometidas, terminaron resultando en lo contrario de lo anunciado: la reforma laboral refuerza el carácter pro-empresarial del Código Laboral,; la reforma educacional, refuerza el mercado de la educación; la promesa de revisión del sistema previsional, es sobre la base de mantener las AFP; la reforma al sistema electoral terminó con el binominal pero favorece a los dos conglomerados históricos; el pueblo mapuche sigue siendo atacado con la ley anti-terrorista; los recursos naturales saqueados por las grandes empresas imperialistas y de los grandes grupos nacionales; y un largo etcétera.
Lo único testimonial fue lo de ellos con su famoso “programa”. Debería bastar esto para cerrar esta discusión. Pero como hay un desplazamiento a izquierda, como además está abierto el escenario político y muchas tensiones que todos quieren aprovechar amplificando los debates tratando de afectar a unos para beneficiar a otros, tiene implicancias políticas mayores.
Las mayorías del PC en la historia contemporánea de Chile
En el convulsivo ascenso revolucionario de 1970-1973, el Gobierno de la Unidad Popular atravesó distintas coyunturas.
Pocos meses antes del golpe, se enfrentaba una coyuntura electoral, las parlamentarias de marzo, de importancia política clave porque sus resultados determinarían las discusiones abiertas sobre el curso a seguir por cada una de las fuerzas políticas en choque.
Las fuerzas unidas de la derecha del Partido Nacional y la DC en la CODE obtuvieron el 54,70%. El Partido Federado de la UP, obtuvo el 43,39%
La derecha con la DC esperaban obtener más del 66% para deponer a Allende mediante una acusación constitucional, y no lo lograron. La UP, hizo una buena elección considerando que estaba en el tercer año del Gobierno con todas las contradicciones en curso, muy fuertemente las económicas, pero insuficiente para avanzar en sus reformas mediante el Parlamento. Se llegaba a un impasse político, que empujaba a las “salidas rupturistas”.
En los hechos prácticos, la UP era una minoría ante la oposición unida. Abrió diversas discusiones en ambos bandos. En lo que hace a nuestra discusión, y aunque el PC nunca rompió su estrategia de colaboración de clases, de reafirmar la “vía pacífica”, de la confianza en los sectores democráticos de las FFAA o en su entero “constitucionalismo”, además de forzar la interpretación para plantear como “minoría” a la oposición (definiéndola como dos minorías, considerando que la DC obtuvo 29,12% y el Partido Nacional 21,31%), afirmó lo siguiente:
“Por los partidos de gobierno votaron, en su inmensa mayoría, los obreros y campesinos, es decir, el grueso de las clases sociales que ocupan posiciones claves y desempeñan un papel irremplazable en el proceso productivo, tienen un alto grado de organización y de conciencia política y una probada capacidad de combate. Por ellos votaron también los sectores más esclarecidos de las capas medias y la mayor parte de los jóvenes de 18 a 21 años. Esto quiere decir que los resultados del 4 de marzo, importantes desde el punto de vista cuantitativo, lo son aún más en el terreno cualitativo. Valen y pesan más las fuerzas que están decididas a llevar adelante el proceso de la revolución y que, por lo mismo, apoyan al Gobierno Popular”. (Luis Corvalán Secretario General del Partido Comunista: “Mayor cohesión política y dirección económica única” Informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista (El Siglo, 29 de marzo de 1973). En: Víctor Farías. “La izquierda Chilena 1969-1973”. p. 217).
Retengamos que se refiere a las clases sociales que ocupan posiciones claves; que distingue lo cuantitativo de lo cualitativo; y que entonces “valen y pesan más” unos que otros.
Su dirigente histórico agregaba algo más: “Sería simplificar el problema si dijéramos que el logro de nuestros objetivos revolucionarios es sólo una cuestión de votos. No. Jamás hemos considerado que la vía de la revolución chilena es una vía exclusivamente electoral. Es un camino de constantes enfrentamientos, de aguda lucha de clases y en el cual lo fundamental es la movilización, el combate de las masas y la creciente elevación de su conciencia revolucionaria. Pero, lo cierto es que sobre esta base se abre la perspectiva de que ganaremos a la mayoría del país, de que la Unidad Popular tenga a su lado a la mayoría de los electores. Ello depende de varios factores, sobre todo de cómo resolvamos lo que hoy por hoy y este año es lo fundamental: lograr la cohesión política y la dirección económica única que nos permita superar con éxito las dificultades y llevar adelante nuestra revolución”. (p. 257).
Sin embargo, su política práctica se guió en otro sentido. Igual que hoy, hablaban de obtener “con audacia y sin sectarismo, una política que permitiera agrupar a la mayoría nacional en la lucha por transformaciones democráticas. Una tal Dirección tenía que haberse orientado a lograr un gran acuerdo con la DC e incluso gobernar juntos”. (Luis Corvalán. De lo vivido y lo peleado. Memorias).
Eran años, a diferencia de ahora, de ascenso revolucionario. Lenin decía en otra situación revolucionaria, casi 60 años antes, en Rusia, ante la discusión sobre la toma del poder, pero como respondiéndole a Corvalán: “es ingenuo esperar hasta el momento en que los bolcheviques tengan una mayoría ‘formal’: ninguna revolución espera tal cosa … ¿Qué no disponemos de un aparato? El aparato existe: los soviets y las organizaciones democráticas”. (“Los bolcheviques deben tomar el poder”).
Como decíamos en otra ocasión: “El agrupamiento de la ‘mayoría nacional’ puede hacerse en forma revolucionaria o no. Los Cordones Industriales eran la única posibilidad de ganarse a las amplias masas para resolver el problema del poder en forma revolucionaria”. (Nicolás Miranda. “Historia Marxista del Partido Comunista de Chile”).
Estaban implicados debates estratégicos, tácticos y políticos de importancia. Que hoy se renuevan.
Por ejemplo, las respuestas recogidas por La Tercera de miembros del Frente Amplio, necesitan abrir este antiguo debate: “El coordinador de Izquierda Autónoma -que integra el Frente Amplio-, Andrés Fielbaum, dijo que ‘es cierto que hay un riesgo de que el Frente Amplio caiga en el testimonialismo, por lo que es esencial aliarse a los movimientos sociales y conquistar una bancada parlamentaria más amplia’. En tanto, Andrea Salazar, coordinadora del Movimiento Autonomista, agregó que ‘el programa del PC y las ideas y organizaciones que tienen vocación transformadora, tienen más cabida en el Frente Amplio que en la Nueva Mayoría’.”
Las mayorías en el marxismo
En el marxismo toda discusión es concreta, la discusión sobre las mayorías responde a fases de la lucha de clases, ofensiva, de ascenso revolucionario, defensiva de retroceso, o de transición entre una y otra; responde también a los frente en los que se interviene, el sindical, el de la superestructura política en las relaciones con otras organizaciones de izquierda por ejemplo, entre otras.
Responde también, y desde aquí lo queremos mencionar aquí, a los combates entre las distintas alas y partidos de la izquierda. Lenin combatió tanto al ala derecha del movimiento socialista internacional de sus años, el reformismo oportunista de colaboración de clases de Kautsky, aquel que “renuncia a la revolución en los hechos y la acepta de palabra”, en un nivel teórico por las implicancias estratégicas y políticas. Y también al ala ultraizquierdista, en un nivel táctico y político.
Al primero, porque afianzaba las instituciones de la democracia burguesa en años de embates revolucionarios. A los segundos porque se lanzaban al combate abierto en momentos de retroceso parcial, un interregno entre revolución y revolución, cuando la mayoría de la clase trabajadora seguía aún detrás de las organizaciones reformistas.
El líder de la socialdemocracia alemana, “kautsky razona como sigue: ‘Los explotadores han constituido siempre una pequeña minoría de la población’. Esta es una verdad indiscutible. ¿Cómo se debe razonar partiendo de ella? Se puede razonar como marxista, como socialista. En ese caso hay que partir de la relación entre el explotado y los explotadores. Se puede razonar como liberal, como demócrata burgués- Y en tal caso hay que partir de la relación entre la mayoría y la minoría. Si razonamos como marxistas debemos decir: los explotadores inevitablemente transforman el Estado (y hablamos de democracia, es decir, de una de las formas del Estado) en instrumento de dominio de su clase, de la clase de los explotadores, sobre los explotados. Por tanto mientras existan explotadores que ejerzan su dominio sobre la mayoría, los explotados, el Estado democrático será inevitablemente una democracia para los explotadores. El Estado de los explotados debe distinguirse por completo de semejante Estado; debe ser una democracia para los explotados y un medio para reprimir a los explotadores, y la represión de una clase significa desigualdad para esa clase, su exclusión de la ‘democracia’. Si razonamos como liberales debemos decir: la mayoría decide y la minoría se somete. Quienes no se someten son castigados. Y nada más. No es necesario hablar del carácter de clase del Estado en general ni de la ‘democracia pura’ en particular, porque no viene al caso, porque la mayoría es la mayoría y la minoría es la minoría”. (Lenin. “La revolución proletaria y el renegado Kautsky”).
El PC de Chile hoy, está educando en que “la mayoría es la mayoría y la minoría es la minoría”, e insiste en este camino. Además, se limita a una mayoría electoral y parlamentaria. Donde no hay lucha de clases entre clases antagónicas, sino oposiciones políticas.
No prepara a la clase trabajadora para los combates de clases que ya se avizoran, no necesariamente porque haya radicalización política en los procesos de la lucha de clases presente, sino por el nivel de resistencia previsora de la burguesía chilena.
Esa preparación es necesaria: “Cuando la propaganda comunista se realiza en los países capitalistas donde la mayoría del proletariado no tiene ninguna inclinación revolucionaria consciente, es preciso buscar métodos de acción cada vez más perfectos para ir al encuentro de la comprensión del obrero que aún no es revolucionario pero que comienza a serlo y para facilitarle la entrada al movimiento revolucionario. La propaganda comunista debe servirse de sus principios en las diferentes situaciones para sostener en el espíritu del obrero durante su lucha interior contra las tradiciones y las inclinaciones burguesas, las tendencias que en él recién comienzan a surgir, inconscientes aún, incompletas, vacilantes y semiburguesas, pero que constituyen para él un elemento de progreso revolucionario. (Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los partidos comunistas. Tercer Congreso)
Es cierto que la clase trabajadora tiene que ganar para esta lucha a otros sectores sociales. Pero debe partir por reconocer su condición social: “Y tras los capitalistas explotadores se encuentran los vastos sectores de la pequeñoburguesía, respecto de la cual décadas de experiencias histórica en todos los países atestiguan que titubea y vacila, que hoy siguen al proletariado y mañana se asusta ante las dificultades de la revolución, que es presa de pánico ante la primera derrota o semiderrota de los obreros, se pone nerviosa, deambula sin rumbo, lloriquea y corre de un campo a otro” (Lenin. “La revolución proletaria y el renegado Kautsky”). Para ganarlos, hay que hacer lo contrario que hace el PC: combatir a sus representaciones: el Partido Radical, la DC, etc., como concluía Trotsky y planteamos en otro artículo (Nicolás Miranda, El encuentro DC-PC).
En un período inter-revolucionario, durante el Tercer Congreso de la Internacional Comunista, constatando tanto el retroceso relativo, la frágil estabilización capitalista, y que la mayoría de la clase trabajadora seguía a los partidos reformistas, “el problema más importante de la Internacional comunista en la actualidad es la conquista de la influencia preponderante sobre la mayoría de la clase obrera y la inclusión en el combate de las fracciones decisivas de esta clase. (Tesis sobre la táctica). Para esta tarea, es que lanzaron la táctica del frente único.
El objetivo era “conquistar el corazón de la mayoría de la clase obrera”, buscando “sustraer la mayor cantidad de masas de obreros de la influencia de los partidos socialdemócratas y y la burocracia sindical traidora”: “La Internacional comunista debe oponer su estrategia a la estrategia de la burguesía mundial. Contra los fondos del capital mundial que oponen bandas armadas al proletariado organizado, la Internacional comunista cuenta con un arma fiel: las masas del proletariado, el frente unido y firme del proletariado. Las astucias y la violencia de la burguesía no tendrán éxito si millones de obreros avanzan en filas cerradas al combate. Entonces los ferrocarriles en los cuales la burguesía transporta a sus tropas blancas para la lucha contra el proletariado se detendrán, el terror blanco se apoderará de una parte de los propios guardias blancos y el proletariado les arrancará las armas para luchar contra las demás formaciones de guardias blancos. Si se logra llevar en un frente unido el proletariado a la lucha, el capital, la burguesía mundial perderán las posibilidades de victoria, la fe en la victoria que en este caso sólo les pueden dar la traición de la socialdemocracia y la división de la clase obrera. La victoria sobre el capital mundial o más bien el camino hacia esta victoria es la conquista de los corazones de la mayoría de la clase obrera. El III Congreso mundial de la Internacional comunista invita a los Partidos comunistas de todos los países, a los comunistas de los sindicatos, a acrecentar todos sus esfuerzos, todas sus fuerzas, para sustraer la mayor cantidad de masas de obreros de la influencia de los partidos socialdemócratas y de la burocracia sindical traidora. (“Manifiesto del Comité Ejecutivo de la Internacional. ¡Hacia un nuevo trabajo, hacia nuevas luchas!”).
Esclarecimiento teórico, propaganda activa, tácticas políticas. Combates y debates contra las alas derechas y ultraizquierdistas. Todo, muy alejado de las definiciones del Partido Comunista de Chile, que no pasan ni siquiera la prueba de los hechos recientes y con ellos como protagonistas, pero que abre nuevos debates en la izquierda.