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COYUNTURA POLÍTICA. La moción de censura a Rajoy y la estrategia moderada de Podemos

Este viernes, Unidos Podemos ha presentado la moción de censura a Rajoy. Un gesto simbólico sin posibilidades reales de prosperar, pero con el objetivo de postular un posible gobierno Podemos-PSOE como recambio dentro del Régimen en caso de agravarse la crisis política o hacia la próxima legislatura.

Diego Lotito

Diego Lotito @diegolotito

Viernes 19 de mayo de 2017

Irene Montero fue la encargada de presentar ante los medios la moción de censura de Unidos Podemos, en una rueda de prensa en el patio del Congreso de los Diputados.

En el documento que fundamenta la moción se describe la multiplicación de casos de corrupción que afectan al partido de gobierno y su relación con lo que Podemos denomina “la trama” del poder político y empresarial en España. Una trama “sostenida políticamente por el Partido Popular” junto a “grandes intereses empresariales y elites económicas” que “han colaborado en parasitar el ámbito público, con la consiguiente condena a la pequeña y mediana empresa a sufrir una competencia económica desleal”, afirman. Una lógica, dicen, que “se ha traducido en un desprecio hacia el mundo del trabajo, con el resultado de recortes salariales, desempleo, trabajo precario, morosidad en el pago a las pequeñas y medianas empresas, pérdida de progresividad fiscal, desahucios y emigración obligada para los jóvenes”.

Una vez presentada, la moción de censura debe votarse en el Congreso, para lo cual se estima una fecha entre el 5 y el 12 de junio. Está claro que la propuesta no tiene posibilidades de prosperar en la votación, ya que para eso necesitaría un mínimo de 176 votos, sobre un total de 350 diputados. Un objetivo muy difícil de alcanzar para Unidos Podemos, que solo contaría con los votos propios (67), los de Compromís (5) y con suerte lograría un acuerdo para sumar a ERC y Bildu. El PSOE, en cambio, ya ha adelantado por boca de ambos posibles líderes del partido desde el próximo lunes, que no apoyarán la moción.

Tres grandes ausencias y una perspectiva conservadora

Llaman la atención en el documento de presentación de la moción de censura tres grandes ausencias. La primera, que se evita deliberadamente toda mención crítica al PSOE, es decir, se pone el foco en la corrupción del PP, como si fuera el único partido responsable de la llamada “trama”, evitando denunciar la responsabilidad del PSOE como un partido pilar del Régimen del 78, que además tiene sus propios escándalos de corrupción y complicidades con los empresarios para aplicar reformas laborales, recortes y ajustes. La ausencia no es casual, la falta de toda crítica al PSOE, deja abierto el camino para un “gobierno de cambio” entre el PSOE (Pedro Sánchez mediante) y Podemos, en caso de agravarse la crisis política, o apuntando hacia la próxima legislatura.

La segunda ausencia es la palabra “referéndum”. El documento presenta, en cambio, una definición ambigua sobre el carácter plurinacional del Estado español, evitando defender claramente el derecho a la autodeterminación y el derecho a un referéndum por parte del pueblo catalán. La mención sobre la plurinacionalidad busca ganar el apoyo de ERC y Bildu a la moción de censura, pero la negativa a mencionar el referéndum es una decisión táctica para evitar perder el apoyo de sectores españolistas que provengan de la base del PSOE. Es decir, un ejercicio de “equilibrismo” político, jugando con las palabras para decir algo, pero no lo suficiente, para no perder apoyos a un lado y al otro en el debate sobre la cuestión de la autodeterminación catalana.

La tercera ausencia de la moción de Podemos es la burocracia sindical enquistada en los sindicatos “mayoritarios”, la misma que desde el comienzo de la crisis capitalista se dedicó a bloquear toda posibilidad de desarrollo de la lucha de clases para enfrentar los ataques y pactar con los distintos Gobiernos para preservar la “paz social”. Al contrario, Unidos Podemos considera a las cúpulas de CCOO y UGT como “aliados” para su proyecto de “regeneración democrática” del podrido Régimen del ’78.

La movilización como instrumento de presión

Mientras que la moción de censura se transforma tan solo en un acto político de denuncia, más que en una posibilidad real, Podemos ha convocado el sábado 20 a una movilización en Madrid para que sus simpatizantes apoyen la táctica parlamentaria con el lema “Hay que echarlos”.

“Nos concentraremos en la Puerta del Sol de Madrid para reclamar un cambio real en nuestro país. Para que nuestra voz se haga eco en las calles y pueda llegar a todos los rincones de nuestros territorios, necesitamos que todos y todas actuéis como altavoz para conseguir así informar al mayor número posible de personas e involucrarlas en nuestra moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy”, dice un comunicado de Podemos.

La movilización social, en la estrategia de Podemos, se convierte nuevamente en un instrumento de presión para fortalecer la táctica parlamentaria, y estratégicamente, abonar el camino para un posible gobierno reformista con el PSOE.

En vez de “romper los muros” del Régimen del 78 y su casta política y empresarial, lo que se busca es que la movilización social, controlada por Podemos, sea un alimento para la “regeneración democrática” de ese mismo Régimen, para emparcharlo mediante maniobras parlamentarias que no cambian la realidad de millones de trabajadores y trabajadoras en todo el Estado, ni apunta a defender derechos democráticos como el derecho a decidir.

El 20D y las Marchas de la Dignidad del 27M

El próximo 27 de mayo, a tres años de la histórica manifestación del 22M de 2014, las Marchas de la Dignidad vuelven a Madrid en una convocatoria estatal impulsada por diversos movimientos sociales, organizaciones sindicales y políticas. En Madrid, dicha convocatoria irá precedida de una semana de lucha para calentar el ambiente.

Con razón, muchos de los impulsores de las Marchas de la Dignidad han tomado la convocatoria de Podemos a la movilización del 20D como una acción contra las Marchas de la Dignidad. Y no es para menos.

La explicación de esta actitud por parte de Podemos es política. La convocatoria del 27M, aunque es una convocatoria amplia, parte de una delimitación de las nuevas variantes reformistas que surgieron en los últimos tres años en la misma medida que declinaba la movilización social.

Como dice el llamamiento del 27M: “Tras un periodo plagado de citas electorales que a mucha gente le hicieron concebir esperanzas de que mediante nuevos gobiernos sus problemas pudieran solucionarse, hemos comprobado que esto no ha sido así. Al contrario, nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos, como perspectiva para todas y todos aquellos que están luchando y que sufren las contradicciones de este sistema que solo genera paro, precariedad, pobreza y violencia”.

Las Marchas de La Dignidad concentran hoy el anhelo de un amplio sector de la clase trabajadora, las mujeres, los pensionistas, la juventud, las y los inmigrantes, de retomar el camino de la lucha en las calles para conquistar sus reivindicaciones. Una perspectiva contrapuesta a la que defiende Unidos Podemos, que desde que conquistó casi 70 diputados en el parlamento se ha dedicado a hacer, como dijera Rosa Luxemburg de la vieja socialdemocracia alemana, “nada-mas-que-parlamentarismo”.

La convocatoria del 20D es opuesta a las Marchas de la Dignidad del 27M en un doble sentido: por un lado, llamando a una manifestación una semana antes, aprovechando su peso político y mediático, que “patea en contra” del 27M por ser una manifestación que denuncia la política del neorreformismo de sembrar ilusiones de la posibilidad de humanizar el capitalismo; por el otro, porque su perspectiva política de “echar a Rajoy” llama a confiar en que mediante maniobras parlamentarias "por arriba" se puede cambiar esta "democracia para ricos", mientras esconde que su “alternativa de país” no es otra que gobernar con la pata izquierda del Régimen, los social-liberales del PSOE, como de hecho ya hace Podemos en muchos “Ayuntamientos del cambio”.

Las Marchas de la Dignidad, por el contrario, pueden ser un momento clave para retomar la movilización en las calles y ayudar a la reemergencia de la lucha de clases, al mismo tiempo que permiten reabrir el debate sobre sobre qué programa y que perspectiva política necesitamos las trabajadoras y trabajadores para que la crisis no la sigamos pagando nosotros sino los capitalistas.

Para la CRT y todos los que hacemos Izquierda Diario, la energía social que volverá a ponerse en marcha el 27M tiene que ser un paso para avanzar en la reorganización de la clase trabajadora desde los centros de trabajo y buscar la unidad por abajo que las cúpulas sindicales impiden por arriba, imponiendo el frente único obrero y la convocatoria a una huelga general y un plan de lucha contra el gobierno y los recortes, con el objetivo de estructurar una salida anticapitalista y de clase a la crisis del Régimen español.

Esta perspectiva estratégica de independencia de clase es opuesta por el vértice a la lógica que representa Unidos Podemos. La única salida realista, si no queremos que todas las demandas sociales y democráticas planteadas en las calles desde el 15M a esta parte terminen en una nueva frustración vestida de “gobierno del cambio”, es aquella que plantee que la clase trabajadora debe confiar en sus propias fuerzas y luchar por su propio gobierno.


Diego Lotito

Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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