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Red Internacional
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Estudiantil. La movilización estudiantil y la inevitabilidad de la violencia

Estallan las movilizaciones y el gobierno, junto a la oposición, rabiosamente utilizan los medios de comunicación para hablar de violencia y de un supuesto aislamiento del movimiento estudiantil respecto del apoyo social a sus demandas.

Daniel Vargas

Daniel Vargas Antofagasta, Chile

Viernes 17 de junio de 2016

Los sucesos de la marcha del pasado 9 de junio, que involucró a la Iglesia de la Gratitud Nacional, además de los daños ocurridos dentro de establecimientos en toma, son eventos a los que los políticos patronales han recurrido, desempolvando su viejo arsenal reaccionario; en esta empresa confluyen el Gobierno, la Nueva Mayoría y ChileVamos.

Este arsenal contempla el despliegue y perfeccionamiento de la represión policial, pero, además, se vale de los medios de comunicación para generar una opinión pública contraria a la violencia y los encapuchados.

Criminalizando a los estudiantes, llamándolos vándalos y delincuentes, reprimiendo las tomas y marchas, querellándose contra los padres, pretenden desarticular y quitarle legitimidad a la movilización, a la vez que tienen la hipocresía de hablar de las “glorias” del movimiento del 2011, destacando el diálogo y el pacifismo con que la movilización del 2011 logró poner en la mesa la demanda de la educación gratuita. Esta postura los obliga a negar los métodos utilizados el 2011 (tomas, paros y barricadas) para poner la demanda en la mesa y ganar respaldo social, pues la confluencia combativa de estudiantes y trabajadores en las calles, mediante marchas y cortes, coordinados a nivel nacional, es lo que pone a temblar al corrupto régimen político.

En la vereda del movimiento estudiantil hay otro debate. De mano de sus dirigentes hay dos políticas confrontadas en torno al debate de los métodos y el uso de la violencia en el marco de la “ofensiva estudiantil”; debate por el cual son constantemente interpelados por los medios de comunicación.

Errores que debe evitar el Movimiento Estudiantil:

No se puede caer en el juego de la reacción patronal que pretende legitimar la represión a los estudiantes y la persecución a activistas y militantes, cayendo en la campaña del terror en contra del activismo político (con especial odiosidad en contra de anarquistas).

Tampoco se puede caer en una campaña pacifista, lo que borra de un plumazo los métodos callejeros que conquistaron los estudiantes el 2011 y que fueron constantemente retomados por los movimientos sociales, con cortes de calle y bloqueos de caminos, tomas de edificios públicos y marchas masivas, como los realizados por los docentes o los pescadores de Chiloé.

Pero, hace falta hilar un poco más fino. Es necesario distinguir entre los pequeños golpes de efecto de un pequeño destacamento de “encapuchados”, organizados a espaldas del movimiento estudiantil, que pretende sustituir la acción de miles,y las escaramuzas masivas en las calles dentro de los marcos de una movilización en ascenso, con miles de jóvenes chocando contra las fuerzas policiales.

Como ejemplo quisiéramos recordar los enfrentamientos con carabineros el 4 de agosto del 2011, los que fueron producto de la negativa del gobierno para permitir marchar a los estudiantes. Como los jóvenes marcharon de igual manera, Fuerzas Especiales desplegó una brutal represión en toda la Alameda, hito que es recordado como un verdadero estado de sitio en el centro de Santiago, al cual le continuaron cacerolazos nocturnos en todo el país. Apagaron el fuego con bencina, fue ese factor represivo el que masificó la acción directa callejera.

En una situación en que el movimiento estudiantil no termina de desplegar toda su fuerza y masividad, es necesario prepararse para un mayor ascenso que desarrolle la capacidad combativa de miles de jóvenes, organizar este fenómeno y articularlo con una estrategia que tenga como objetivo la conquista de la educación gratuita.